Dicen que hay un tiempo para dejar que sucedan las cosas y un tiempo para hacer que las cosas sucedan, al igual que hay gente que habla de cosas y gente que hace cosas que dan de qué hablar. Al fin y al cabo, ¿quién le iba a decir a un pequeño productor de motores de avión con sede en el norte de Múnich que se transformaría en un fabricante líder a nivel mundial de automóviles y motocicletas?
Y es que queridos lectores hoy, 7 de marzo de 2016, es un día grande para el mundo de la automoción, pues hoy se cumple el primer centenario del nacimiento de BMW. Ha llovido mucho desde sus inicios en 1916, pero si algo ha quedado claro a lo largo de estos 100 años de historia es que la ambición por lograr características superiores y la buena disposición a no conformarse con lo cotidiano ha determinado el desarrollo de los productos de la firma germana desde los inicios de la empresa hasta el día de hoy.
Todo comenzó con el motor de avión BMW IIIa lanzado en 1917, un seis cilindros en línea que ya demostraba potencia, confiabilidad y eficiencia excepcionales cuando era operado a grandes altitudes. Además, este combinaba el uso de materiales particularmente ligeros con tecnología innovadora para el carburador y la ignición. Posteriormente llegaron las motos, concretamente la BMW R 32 de 1923 que se diseñó de manera consistente alrededor del motor.
Mientras que otros fabricantes aún trabajaban con la geometría de las bicicletas, la R 32 se convirtió en la primera motocicleta alimentada por un motor Bóxer de dos cilindros horizontalmente opuesto, contando con una caja de cambios manual atornillada directamente al motor y transmisión de potencia a lo largo de un eje en lugar de una cadena o banda. De hecho, estos elementos clave continúan siendo características distintivas de las motocicletas BMW con motores Bóxer, o flat-twin, los cuales perviven en la actualidad.
No sería hasta 1928 cuando llegarían al mercado los primeros vehículos de pequeño tamaño. Estos, aún bastante primitivos, vieron reforzada su imagen con la llegada del BMW 303 en 1933, el primer vehículo en incorporar la característica rejilla en forma de riñón de la marca tras la que se escondía un propulsor de seis cilindros en línea. Era un coche ligero, tenía una rápida aceleración, realizaba desaceleraciones sin esfuerzos y se conducía de forma ágil en las curvas, por lo que BMW optó por patentar el marco tubular con dos tubos sobre el que se sustentaba y continuó basando sus automóviles en el principio de optimizar el peso. Hoy, esa construcción inteligente y ligera asociada a una innovación poderosa queda patente en la reciente gama BMW i.
Un tiempo después, en junio de 1936, hacía su primera aparición pública en Nürburgring el BMW 328, un automóvil que definiría las ambiciones en competición de la joven marca hasta los años 60. El éxito del BMW 328 se basó en la suma de sus parámetros de ingeniería: diseño ligero rigurosamente aplicado, distribución de pesos ideal, líneas aerodinámicas, el motor perfecto y un agarre óptimo gracias a un chasis meticulosamente configurado. Era, sin duda, la viva imagen de todo lo que la marca engloba hasta hoy: dinámica, estética e innovación pura.
Bajo el régimen Nacionalsocialista de los años 30 y 40, BMW AG operó en exclusiva para la industria armamentística alemana. Al aumentar la demanda de motores aeronáuticos BMW, se reclutaron trabajadores forzosos, convictos y prisioneros de los campos de concentración para ayudar en su fabricación. La marca, arrepentida de los sucesos inició en 1983 un debate público sobre este capítulo de su historia con la publicación de un libro titulado “BMW – Eine Deutsche Geschichte” (“BMW – Una historia alemana”), un relato que todo apasionado de BMW debería leer y conocer y al que siguieron muchas otras publicaciones sobre el tema.
El período de entreguerras resultó algo complicado para la marca y la fabricación de automóviles en serie no volvió a la normalidad hasta 1952. En los años posteriores a la guerra, BMW o Bavarian Motor Works, por darle su nombre completo, se recuperó lentamente y, años más tarde, en la Asamblea General Anual llevada a cabo el 9 de diciembre de 1959, Daimler-Benz AG estuvo a punto de hacerse con el poder de BMW AG –la venta estuvo a punto de ser firmada y sellada–, aunque por suerte el accionista principal Herbert Quandt lo evitó en el último minuto.
El progreso vino en la década de los 60 con el BMW 1500, conocido como el primer modelo del “New Class” o «Neue Klasse«. Después de que pasaran sólo unos cuantos años, la empresa había pasado de ser un candidato de absorción a ser una empresa insignia. La década de 1970 no fue menos complicada con la crisis del petróleo, pero BMW, consolidada como una marca fuerte en Alemania, inauguró en Múnich por aquella época la nueva torre corporativa conocida como “Cuatro cilindros”, el Museo BMW y una nueva planta de producción en Dingolfing que daría a luz al primer BMW Serie 5 en 1972, fecha en la que el mundo también conoció la división BMW Motorsport GmbH (ver los 30 años de BMW M3).
A inicios de la década de 1990, los directivos de BMW volvieron a verse en una encrucijada. En 1994, se decidió la adquisición de la empresa British Rover Group, pero como bien sabréis el intento no se vio coronado por el éxito y en el año 2000, Rover Group volvió a ser vendido. BMW sólo continuó entonces con el desarrollo de la marca MINI al tiempo que se sometía a una reestructuración y adquiría el nombre y los derechos de marca de Rolls-Royce Motor Cars.
Y mucho antes de que empezara el “boom” de los SUV, BMW Group había desarrollado ya su propia interpretación de un vehículo que ofrecía un manejo dinámico y tracción a las cuatro ruedas. El Salón del Automóvil de Detroit en enero de 1999 fue testigo de la llegada del primer SAV (Sports Activity Vehicle) del mercado, el BMW X5, seguido años después del polémico BMW X6. A día de hoy, la gama consta de cinco Modelos BMW X, incluidos dos Sports Activity Coupés que permitieron a la marca conquistar un nuevo territorio conceptual con un gran éxito.
Por último y ya en una época más cercana, hay que recordar el nacimiento de la familia de modelos híbridos y eléctricos BMW i, representada por los BMW i3 y BMW i8 bajo el lema ‘Born Electric’. Recientemente, el CES de Las Vegas también nos trajo el BMW i Vision Future Interaction Concept, un prototipo que nos anticipaba las claves del futuro y que nos sorprendió con sus potentes innovaciones tecnológicas, pero ay amigos, eso era sólo una pequeña parte de lo que está por venir…
¿Qué nos depara el futuro?: BMW VISION NEXT 100
La marca asegura que en un futuro no tan lejano, la mayoría de los vehículos probablemente se conducirán de forma completamente autónoma y la gente se moverá en robots con ruedas. Por tanto, teniendo en cuenta esa evolución ¿cómo se justificará la existencia de vehículos de BMW, una marca para la que el placer de conducción individual es el centro de todo? ¿Y cómo se trasladarán los valores de BMW al futuro?
Con motivo de su centenario y a través de este peculiar prototipo, la firma germana trata de dar respuesta a estas cuestiones que, sin duda, nos preocupan a más de uno. Para explicarlo, el BMW VISION NEXT 100 se basa en cuatro propuestas. En primer lugar, hay que tener claro que un auténtico BMW siempre se centra en el conductor, por lo que los conductores de un BMW podrán dejar que sus coches hagan el trabajo, pero sólo cuando ellos quieran.
Por otra parte, la inteligencia artificial y la tecnología intuitiva se harán uno, es decir, aumentar la digitalización llevará a que el mundo físico y el digital se mezclen cada vez más, de modo que la inteligencia artificial aprenderá de nosotros y la tecnología se transformará. Por ejemplo, las actuales pantallas táctiles se sustituirán por formas más intuitivas de comunicación e interacción humano-máquina y la tecnología «se hará más humana«.
El futuro también afectará a la fabricación, ya que los nuevos materiales abren oportunidades impresionantes. En algún momento, las prensas que moldean a golpes cientos de miles de piezas de acero serán obsoletas y darán paso a tecnologías como la fabricación rápida y la impresión 4D, las cuales producirán no solamente componentes u objetos, sino materiales inteligentes y conectados que pronto reemplazarán a las herramientas convencionales para abrir posibilidades inimaginables de diseño e ingeniería.
Pero si hay algo que BMW quiere dejarnos claro desde el principio es que la movilidad seguirá siendo una experiencia emotiva, al menos por su parte. Muchos hablan de conducir un BMW como una experiencia sensorial, como el subidón de adrenalina al pisar el acelerador e incluso como ese momento íntimo en el que empieza un viaje, ya sea sólo, con un amigo o con el amor de tu vida. Y es la propia marca la que ha generado con sus vehículos a lo largo del tiempo ese sentimiento en la gente, por lo que todo parece apuntar a que BMW mantendrá al conductor firmemente en primer plano.
Mañana hablaremos largo y tendido sobre el BMW VISION NEXT 100 y sus claves tecnológicas. Hasta entonces, confío en que hayáis disfrutado con este pedacito de la historia que todo amante del mundo del automóvil en general y de BMW en particular debería conocer. Os dejo con una curiosa infografía obra de Stampaprint Europe que resume los puntos clave de la historia de la marca.
La segundóna
Alberto Pérez