Tal y como os fui contando a través de las redes sociales, los pasados martes y miércoles 4 y 5 de octubre tuvieron lugar las míticas 24 horas híbridas de Toyota en el Circuito de Albacete. En esta ocasión, las cosas han cambiado mucho, tanto que daba igual lo que hubieras investigado acerca de las ediciones pasadas, ahora jugábamos con nuevos coches, nuevas reglas, nuevas penalizaciones y, sobretodo, con un nuevo objetivo: ganar combinando consumos y vueltas.
Sé que a muchos de vosotros los híbridos les pueden parecer aburridos, sin embargo, personalmente considero que son el futuro. Además, Toyota, con afán de mostrarnos lo bien que van sus vehículos “hybrid”, organiza desde 2014 este curioso evento el cual, a la hora de transmitiros, resulta bastante difícil de explicar. Y no, no es por el evento en sí, sino porque esta cita en Albacete es para vivirla.
Además, a muchos de vosotros puede que el hecho de ver a un grupo de periodistas dando vueltas en un circuito sudando la gota gorda de día y pelándose de frío por la noche os de bastante igual. Vale, sí, estamos de acuerdo, esto no tiene nada que ver con el WEC pero ojo, porque en cierto modo es algo muy similar ya que se trata de una carrera de resistencia de 24 horas en la que prima la eficiencia y la buena conducción.
Bien, seguro que muchos de vosotros ya habéis empezado a bostezar o estaréis a punto de cerrar la página, pero dadme una oportunidad, os lo voy a contar de forma amena y anecdótica para que se haga más fácil de digerir. Vosotros como si estuvierais escuchando la batallita de un amigo en el bar de la esquina el domingo a mediodía. «Camarero ¡Caña aquí!»
El reglamento
En primer lugar, os voy a comentar brevemente cuales eran las normas de la competición para que os ubiquéis. Penalizaciones hasta por fumar donde no se debe, seis modelos con los que competir –un Yaris, un Auris, un Auris TS, un Prius, un Prius+ y un RAV4, todos ellos híbridos, faltaba el C-HR que está comenzando su comercialización- y un resultado que dependía esencialmente de una media aritmética y dos coeficientes fueron los protagonistas. El equipo ganador sería aquél que aprobará un «examen» en el que el 65 % de la nota dependía del consumo y el 35% del número de vueltas realizadas con todos los coches al final de la jornada.
Lógicamente, no se podía hacer ningún tipo de modificación a los sistemas de medición coche, sino serías descalificado, como le ocurrió a uno de los equipos. Por otra parte, cada vuelta a los 3.550 metros del circuito tenía que hacerse en un tiempo de entre 2’30” y 3’10” (4 minutos en el caso de cambio de conductor), de lo contrario nos encontraríamos con penalizaciones que implicaban la pérdida de dos vueltas.
La forma de competir era por equipos, estando cada uno compuesto por seis miembros. Cada miembro del equipo solo podía conducir durante 50 minutos como máximo y dejando un espacio de 100 minutos entre cada ocasión en la que se ponía al volante. Además, cada 3 horas y 40 minutos tocaba cambio de coche y, con ello, repostaje y cambio de neumáticos delanteros cortesía de Kumho Tyres, presente con sus modelos Ecsta KU39, Ecsta HS51 y Road Ventura KL51. Imagináos el percal, una tropa de periodistas mirando una tele diminuta en un box y ansiando que la organización apuntara los datos obtenidos por cada equipo en el vehículo en una pizarra cada 3 horas.
«La batallita»
Cuando te hacen estar a las 9:30 de la mañana en Atocha para llevarte a Albacete a rodar durante un día entero en un circuito con vehículos híbridos, por tu cabeza pasan varias opciones. ¿Huyes? ¿Pones una excusa? ¿Sonríes mientras deseas suicidarte quizá? Nada de eso, dormir es de cobardes y a mi esto me lo pintaron muy bien, así que pa’ alante. Así, un grupo de periodistas y concursantes de redes sociales nos montamos en el AVE rumbo hacia lo desconocido (desconocido porque no había pisado nunca Albacete).
Una vez en el circuito, la organización nos repartió la indumentaria: unas camisetas que iban a ver sudor por los cuatro costados, un saco de dormir para hacernos soñar con lo único que no íbamos a hacer, una chaqueta que no iba a evitar que hasta los pingüinos fueran con bufanda y alguna que otra cosilla básica para la supervivencia en un circuito, como unos guantes para cambiar las ruedas.
Un rato después llegó el briefing y ahí el ambiente ya se empezó a caldear ante un estricto reglamento que, de haberse seguido al pie de la letra, habría llevado a una descalificación de todos los equipos participantes. Dicho esto, a las 15:00 horas dio comienzo la competición con una inesperada tranquilidad por parte de todos los equipos, pero poco a poco las cosas se fueron poniendo cada vez más difíciles para todos…
Sí, parece aburrido, pero una vez allí la competitividad, el sueño, la emoción y la tensión por conseguir un tiempo de vuelta adecuado con consumos ajustados hacen que ni pienses en el saco de dormir y la sábana que te habían dado unas horas atrás. En esta ocasión era una carrera 100% estratégica en la que constantemente había que decidir y calcular por dónde se iba a llevar la actuación del equipo. En nuestro caso, el hecho de que nos penalizaran por 14 milésimas de segundo con dos vueltas menos (y aún me duele) nos llevó a enfocarnos en consumos y dejar algo más de lado las vueltas. Ay… «si las vueltas puntúan menos» pensamos… inocentes de nosotros cuando todo llegó a su fin.
Rivalidad y compañerismo se palpaban en el ambiente ante unas calificaciones poco representativas que únicamente nos daban una idea parcial de cómo iba la cosa. Al caer la noche, poco a poco algunos participantes se iban retirando a los sacos de dormir -aunque la adrenalina no nos dejaba en absoluto pegar ojo y volvíamos más cansados al ruedo- mientras los más activos permanecían al pie del cañón mordiéndose las uñas. Era la hora de la verdad, con el frío las baterías rinden mejor y en función del modelo que te tocase podías reducir notablemente los consumos apurando el modo eléctrico. Eso sí, no llevábamos ni 11 horas en el circuito cuando el cansancio ya empezaba a hacer mella en nosotros.
Parece una tontería, pero aunque nos pasemos todas las semanas a bordo de un coche diferente la tensión hace estragos en nuestra memoria. Cada modelo es distinto y hay que procurar que los nervios no te fallen ni a ti ni a tu equipo. Una vez en la pista, el tiempo pasa volando mientras juegas con el sistema híbrido.
Es aquí donde ves la importancia de trabajar en equipo, especialmente durante la noche, y los errores en tiempos y consumos se empiezan a ver entre un grupo de conductores agotados. Los que están más frescos hacen el relevo a los que necesitan un buen chute de cafeína, aunque poco a poco y dándonos consejos los unos a los otros fuimos sacando adelante la estrategia. Aquí no cuenta la teoría, solo la práctica, y cualquier error propio repercute en los resultados de todo el equipo.
Lo cierto es que hasta prácticamente el final de la carrera el tema de los consumos se nos dio bastante bien -ocupando la segunda posición-, aunque pecamos en las penalizaciones por vuelta quedando en última posición en este aspecto. Por desgracia, la carrera llegó a su fin y la organización reunió a un miembro de cada equipo para darnos, en nuestro caso, una mala noticia. Ya habíamos oído rumores de que más de un equipo quería nuestra descalificación por la controvertida estrategia que estábamos siguiendo, lo que no nos imaginábamos es que lo conseguirían (y menos con una excusa tan mala: pasamos por un stint a menos velocidad de la permitida -50 km/h-, exactamente igual que el resto de equipos en las últimas vueltas).
El Circuito de Albacete tiene 3.550 metros de longitud con 14 curvas, ocho a derechas y seis a izquierdas. El claro ganador fue el Equipo 2, el más regular y equilibrado en las 24 Horas Híbridas al lograr el segundo puesto en consumos y el mayor número de vueltas -5,23 l/100 km y 438 vueltas completadas (1.554,9 kilómetros), una vez descontadas las penalizaciones-.
A pesar de ello, allí fuimos a pasárnoslo bien y demostrar que con una buena técnica, un vehículo híbrido puede lograr consumos mucho más que aceptables. Dicen que lo importante es participar y ese objetivo ha quedado más que cumplido. Otra vez será y yo, desde luego ¡Si puedo repito!