1955 fue un año glorioso para la Marca de la Estrella. Sus modelos, bautizados como “Flechas de Plata” por su excelente coeficiente aerodinámico, fueron prácticamente imbatibles durante toda la temporada de carreras hace 60 años, alcanzando el podio en todas las principales categorías de automovilismo internacional.
La clave del éxito de Mercedes-Benz estuvo basada en una excelente combinación entre tecnología innovadora, un equipo altamente motivado y una meticulosa planificación y organización que la marca había empezado a desarrollar ya en 1952, año en el que los alemanes reaparecieron en la escena de competición internacional con el legendario 300 SL que acumuló numerosas victorias.
Seguros de sí mismos y realizando un gran esfuerzo por trabajar siempre en equipo, la expectación se disparó en 1954 cuando Juan Manuel Fangio se hizo con el Campeonato del Mundo por un amplio margen al volante del W196 R, un vehículo de nueva hornada que contaba bajo el capó con un motor de ocho cilindros en línea y 2.496 cc. Aunque inicialmente desarrollaba 256 caballos, su potencia se aumentó hasta los 290 caballos de cara a 1955. Tan solo un año después, el venerado Sir Stirling Moss brilló en el nuevo 300 SLR. Sin duda, una época exitosa para la marca germana en el mundo de la competición que curiosamente tuvo un lamentable final.
A pesar de que los excelentes resultados dieron lugar a grandes expectativas para la temporada de carreras de 1956, antes de que terminara la temporada de 1955 el Consejo Ejecutivo de la entonces Daimler-Benz AG decidió que, hasta nuevo aviso, Mercedes-Benz se retiraría de los deportes de motor después tras esa temporada. Se acercaba el momento de dejar de lado las carreras para dar paso al acelerado desarrollo de nuevos turismos y vehículos comerciales que requerían con urgencia la presencia del personal altamente cualificado que actualmente estaba comprometido con las actividades del deporte del motor.
Era hora de trasladar la creatividad, la fuerza y la experiencia de los ingenieros y técnicos a la innovadora producción en serie, con avances tan importantes como la inyección directa de gasolina que Mercedes trasladó del circuito a la producción en serie con el 300 SL «Gullwing» (W198) ese mismo año.
En la Fórmula 1 Mercedes-Benz pusó toda su confianza en los coches de carreras clásicos con ruedas expuestas. En total hubo tres variantes diferentes del diseño W196 R para 1955. La principal diferencia entre ellos era la distancia entre ejes, diversas configuraciones de freno y el empleo de dos cuerpos de aleación ligera diferentes para conseguir un coche ideal para cualquier pista de carreras. Otra gran novedad fue una variante completamente cerrada utilizada en el Gran Premio de Italia, la última carrera de Fórmula 1 de 1955.
Pero centrémonos en los buenos momentos que llenan nuestro recuerdo, centrémonos en la etapa central de la década de los 50. Y es que desde finales de 1954 el destino parecía estar escrito: la temporada del próximo año iba a estar en manos de Mercedes-Benz. Tras hacerse con el Gran Premio de Argentina al volante del W196 R –la primera carrera de Fórmula 1 en el calendario de 1955 (16 de enero) que siempre será recordada como un infierno por el intenso calor-, Juan Manuel Fangio recargó fuerzas rápidamente para conquistar la primera posición en el Gran Premio de Buenos Aires a bordo de una de las nuevas Flechas de Plata, el 300 SLR con el que dejó atrás al mismísimo Stirling Moss.
El encargado de mover la última creación de Mercedes-Benz era nada menos que un nuevo motor de 3.0 litros que los ingenieros habían desarrollado partiendo del propulsor de 2.5 litros y ocho cilindros empleado en el Fórmula 1. Los planes de la marca pasaban por introducirlo en el 300 SLR (W196 S) para hacerse con el campeonato mundial de deportivos, haciendo su debut oficial en la Mille Miglia tan solo tres meses después. Este modelo aumentaba la cilindrada respecto al W196 R hasta los 2.982 cc, contando además con los alojamientos de los cilindros en aluminio en lugar de acero fundido y optando por la rotación del árbol de levas inversa para alcanzar los 310 caballos a 7.500 rpm.
Stirling Moss, junto con su copiloto Denis Jenkinson, fue otro de los encargados de llevar a la gloria al nuevo deportivo de carreras, cuya tecnología estaba estrechamente relacionada con la de los coches de Fórmula 1. Tras unas intensas 10 horas, 7 minutos y 48 segundos para cubrir una distancia de aproximadamente 1.600 kilómetros (lo que equivale a una velocidad media de 157,62 km/h), Moss y su copiloto consiguieron recortar la friolera de 31 minutos al segundo piloto en pasar por la línea de meta, el ya mencionado Fangio.
Tras la doble victoria (Fangio por delante de Moss) en la Carrera Internacional de Eifel en el Infierno Verde, los 300 SLR también estaban listos para arrasar en las 24 horas de Le Mans en junio, pero el tremendo accidente de Pierre Levegh en el que perdieron la vida tanto el piloto como 82 espectadores –además de unos 100 heridos- al desintegrarse el vehículo, llevaron a Mercedes-Benz a retirarse de la carrera por respeto a las víctimas. Pero no todo estaba perdido, el 300 SLR consiguió ocupar las tres primeras posiciones en el Trofeo Internacional de Turismo en Dundrod (Irlanda del Norte), la penúltima carrera del campeonato mundial de deportivos que situó a la marca a unos pocos puntos del primer clasificado, Ferrari.
Sería la mítica Targa Fiorino la carrera decisoria para ocupar la primera posición en la clasificación, un reto bastante complicado para los alemanes si tenemos en cuenta que Mercedes-Benz solamente había participado en tres de las cinco carreras celebradas hasta la fecha. Por si fuera poco, el equipo germano no solo necesitaba una victoria para asegurarse el título, sino que además debía asegurarse de que sus competidores, Ferrari y Jaguar, únicamente alcanzasen la tercera posición. Pues a pesar de todo, los alemanes y sus excelentes pilotos fueron capaz de continuar con su racha de victorias y salieron victoriosos con el primer lugar de Moss y Peter Collins, el segundo lugar para Fangio y Kling y el cuarto lugar para Desmond Titterington y John Cooper Fitch.
Un éxito final que les aseguró el título e hizo brillar a la estrella de Mercedes con más intensidad que nunca. De hecho, a día de hoy, los resultados obtenidos por el Mercedes-Benz 300 SLR permanecen sin igualar, ganando todas las carreras en las que compitió y terminó y demostrando así su superioridad absoluta con dobles victorias en la Mille Miglia, la carrera de Eifel, el Gran Premio de Suecia y la Targa Florio, sin olvidar el triplete en el Trofeo Internacional de Turismos.