Hace un cuarto de siglo Audi nos mostró el primer modelo de la familia RS. El RS2 vio la luz con 315 CV (232 kW), un modelo que por aquel entonces era increíblemente potente y deportivo. Los impresionantes ingredientes para el aumento de rendimiento fueron un sistema de escape de acero inoxidable, un turbocompresor modificado y un árbol de levas ajustado. Esto resultó en un aumento de potencia que según ABT llegaba hasta los 360 CV (265 kW).
Si los caballos de fuerza fueran una moneda, uno tendría que invertir significativamente más de 500 CV en la actualidad para obtener la misma diversión de conducción, según la tasa de inflación histórica.
Ahora, ABT Sportsline hace que la ecuación funcione de la moneda pues los clientes que compraron uno de los 50 ABT RS4 + de la edición limitada de 2019 ya recibieron 530 CV (390 kW). El preparador más grande del mundo para Volkswagen y Audi ha hecho que tanto el RS4 como el RS2 se unan y es algo que nos encanta y nos enfrenta, ¿no nuevo o lo viejo?.
En la actualidad, la unidad de control de motor proporciona una generosa potencia de 450 CV (331 kW) procedentes del impresionante motor V6 biturbo. La versión más fuerte que instala el ABT Power S incluye, además, un radiador de agua auxiliar, un nuevo silenciador y nuevo sistema de admisión de aire. En total, estos cambios suman 80 CV (59 kW) y 90 Nm. La diferencia con el modelo básico no sólo se siente, también se escucha.
Ahora bien, y que hay de lo básico del RS2. En 1994 el primer vehículo de alto rendimiento de la marca combinaba la funcionalidad para el uso diario con un carácter dinámico, conceptos que hasta la fecha habían sido un poco como el agua y el aceite.
Gracias a la colaboración de Porsche en el ensamblaje en Stuttgart, el 5 cilindros de 2.2 litros desarrollaba una potencia de 315 cv (232 kW) gracias a un enorme turbocompresor, unos conductos de aire sobredimensionados, y una gestión electrónica específica. El par máximo de 410 Nm estaba disponible a 3.000 rpm, y el limitador de revoluciones marcaba un régimen máximo de giro de 7.200 rpm.
La Bestia aceleraba de 0 a 100 km/h en 5,4 segundos, y alcanzaba una velocidad máxima de 262 km/h. Por aquella época, Audi aun empleaba cambios manuales, y uno de seis velocidades transmitía la potencia al sistema de tracción quattro, con diferencial autoblocante en el eje trasero (activación manual).
La suspensión derivaba de la del Audi S2 y Porsche suministraba las llantas, los discos y las pinzas de freno de cuatro pistones.
Ahora llega la pregunta, ¿con cuál te quedarías?