Aunque ya se votó la prohibición de la venta de vehículos de combustión interna con emisiones a partir de 2035, desde hace unos días estamos viendo varios movimientos de países miembros que se están movilizando para luchar contra esta prohibición.
Tal y como te hemos comentado, los motores de combustión interna podrían tener un indulto de última hora y es que Alemania, Italia, Hungría y Polonia estarían alineados para tumbar este plan.
Aunque en España deberíamos de estar alineados con este grupo de países debido al peso que tiene sobre nuestro PIB la industria del automóvil que actualmente fabricamos, nuestro país no se ha pronunciado al respecto.
Tanto Italia como Alemania quieren que se hagan concesiones para los vehículos que usan combustibles sintéticos que son neutrales. Tanto Polonia como Hungría también se oponen al plan existente que exige que los fabricantes de automóviles vendan solo vehículos de cero emisiones en Europa a mediados de la próxima década y apoyan el plan de los combustibles sintéticos libres de carbono.
Ese plan debía ser firmado por el Consejo Europeo la próxima semana, una ocasión que se esperaba transcurriera sin incidentes dado que los estados miembros de la UE ya habían votado para respaldar provisionalmente la propuesta el año pasado, y el Parlamento Europeo la aprobó formalmente el pasado mes de Febrero.
Alemania, cuya poderosa industria automovilística contribuye significativamente a la economía del país, dijo que no puede aprobar el plan a menos que la Comisión Europea haga una concesión para los combustibles sintéticos.
El e-Fuel o carburante sintético es un carburante líquido, similar al que conocemos en la actualidad. La gran diferencia es que no procede de fuentes de energía fósiles. Se obtiene de un proceso químico a partir del hidrógeno y la energía que se utiliza para su fabricación es renovable. De esta forma, se trata de un combustible 100% limpio.
Los combustibles sintéticos nacen como una alternativa real a los problemas de limitación en la autonomía de las baterías actuales dada su mayor densidad energética. Si se encuentra un proceso de manufactura que permita desarrollar dichos combustibles sintéticos sin elevados costes, los motores de combustión podrían volverse totalmente neutrales en sus emisiones de carbono.
Hablemos en cifras según datos de Bosch. El resultado neto podría ser una reducción de 2,8 gigatoneladas de CO2 en Europa de cara a 2050 -cifra que representa tres veces las emisiones de Alemania en 2016-. Y lo mejor de todo es que los e-Fuels pueden utilizarse en múltiples aplicaciones, no solo para los automóviles.
Pensemos que los coches representan sólo una pequeña proporción de las emisiones de CO2. Aunque todos ellos fueran eléctricos, los aviones, los barcos o los camiones seguirían usando gasolina o diésel. Como hablamos de un combustible artificial, es importante señalar que los ingenieros pueden ‘jugar’ con sus diferentes propiedades para utilizarlo en diversos usos.
¿Cómo se obtiene el combustible sintético?
Lo más curioso de los e-Fuels es su método de fabricación. El proceso captura CO2 en lugar de liberarlo. Para crear los e-Fuels, el propio gas de efecto invernadero actúa como materia prima. El primer paso es adquirir hidrógeno del agua, separándoles mediante la técnica de la electrólisis. Para ello se utiliza energía procedente de fuentes renovables.
Posteriormente, se añade carbón para generar un combustible líquido. Dicho carbón puede obtenerse o bien a través del reciclado del mismo en los procesos industriales o capturándolo del aire gracias a filtros especiales. Cuando combinamos el hidrógeno y el dióxido de carbono (CO2) obtenemos el combustible sintético (metano). Este puede ser gasolina, diésel, gas e incluso queroseno.
El E85, un sustituto de la gasolina elaborado con un 85% de etanol a base de maíz, se ha promocionado en los Estados Unidos desde la década de 1990. Hay más de 100 modelos comercializados desde entonces. Ejemplos son el Mercedes-Benz CLA 250, el Chrysler 300 o el RAM 1500.
Adicionalmente, estos combustibles pueden ser diseñados para quemar la mezcla sin generar hollín. Con ello se reducen los costes de tratamiento de los gases del escape. Como los combustibles fósiles, se puede transportar y almacenar de manera segura y durante períodos de tiempo prolongados. Además, se aprovecha toda la red de distribución y almacenaje actuales.