Seguramente alguna vez te has topado en la carretera con alguna persona mayor al volante. Y no hablo de alguien que ronda los 65 o 70 años, sino de un auténtico octogenario que difícilmente puede incluso andar. Lo hayas visto o no, vete acostumbrando a ello, porque los conductores mayores de 74 años censados el pasado año eran casi 1,4 millones en toda España -siete veces más que en 1995-, de los cuales, el 16%, unas 188.000, son mujeres, y ojo, porque esta tendencia irá a más.
Si bien es cierto que no todos renovarán el permiso de conducir, tras el grupo que ahora mismo tiene entre 65 y 74 años vienen dos millones y medio más de personas, y teniendo en cuenta que el 99,4% de los 270.000 mayores de 75 años que se presentaron a la renovación del carné B en 2015 fueron considerados aptos según la DGT, la cifra va a aumentar notoriamente.
Desde la DGT aseguran que “siempre que aprueben los controles psicofísicos establecidos y desarrollados por un profesional son considerados como un conductor más, pues no es más que un contundente reflejo del envejecimiento de la población”. Perdonad que me ría, todos los conductores hemos hecho alguna vez el psicotécnico y eso es el claro reflejo de ‘mientras pagues te lo llevas’, su rigurosidad es cuestionable -por el 60% de la población- y hasta un manco con bizquera sería considerado apto… Por ello la pregunta es, ¿realmente no deberíamos ser algo más exigentes con la gente que dejamos ponerse al volante de un coche?
Según las estadísticas, los ancianos conducen con más prudencia y sufren menos accidentes que los jóvenes de 25 años, pero mueren más cuando los tienen y el 30% de los conductores los considera peligrosos (personalmente, yo entre ellos, si se me permite el apunte). Y todo esto viene a raíz de un artículo que leía esta mañana en El País, donde entrevistaban a varias personas mayores de O Saviñao, el municipio español de más de 1.000 conductores con la proporción más alta de mayores de 74 años que mantienen el permiso de conducir B (10,5%).
En el artículo se pueden leer las declaraciones de varios ancianos de 80, 81 y 76 años que siguen al volante de sus vehículos. Ahí es nada. Sí, es cierto que los accidentes que involucran a la tercera edad son pocos, concretamente solo en el 2,5 % de los siniestros con víctimas conducía un anciano -según un estudio de Fundación Línea Directa-, pero eso no quita que en algunas ocasiones puedan ser la causa de un accidente por crear situaciones de riesgo para el resto de usuarios de la vía. Es más, según ese mismo estudio, el 17% de los encuestados retiraría el carné a sus propios familiares mayores.
Un fragmento del artículo señala las declaraciones de uno de los médicos entrevistados: “denegarles el permiso puede llevar a que se compren un coche de los que no necesitan carné o que se recluyan en casa. Y así los matas. Yo suelo preguntar para qué usan el coche y trato de echarles un cable. Soy magnánimo, pero con límites”.
Y no me malinterpretéis, respeto a las personas mayores por encima de todo, pero considero que hay cosas que carecen de lógica. No se trata ni mucho menos de prohibir circular a las personas mayores de 65, 70 o 75 años, sino de que los exámenes para la renovación del permiso sean reales, rigurosos y exigentes, de modo que solo pueda conducir quien tenga plenas facultades para ello. Y ojo, que no solo va por los mayores, sino también por más de un ‘dieciochoañero’…
Quizá sea el momento de pararse a hacer una reflexión.
Por que los estudios médicos deben ser esenciales para medir las capacidades de un conductor? No deberían también ser esenciales los antecedentes de manejo y el respecto de las reglas de tránsito. Si un veterano chófer no tuvo accidentes por muchos años y muy pocas multas de tránsito porque debe estar en inferioridad de consideración de otros grupo de conductores que, como dicen los estudios, en la mayoría de los países tienen una accididentologia msyor que los viejos, que por su manejo defensivo en el tránsito , logran participar en menos accidentes.