Mazda presenta en Ginebra una nueva generación del CX-5, su crossover más popular en el viejo continente. Aunque lo anuncian como un producto completamente nuevo en realidad se trata de una profunda revisión del modelo actual, haciendo uso de la misma plataforma aunque con bastantes mejoras.
Estéticamente evoluciona hacía un lado más dinámico. Se percibe en la forma de los faros principales y pilotos traseros, rasgados y que consiguen un efecto óptico muy llamativo. La tecnología empleada es LED aunque no será de serie en todas las versiones. Paragolpes y parrilla también buscan transmitir mayor deportividad.
En el interior la presentación es más agradable y se usan materiales mucho mejores que en el actual. La consola central está presidida por una nueva pantalla a color de generosas dimensiones desde la que se controlan diversos parámetros del vehículo, el navegador o el equipo de audio.
Tanto la instrumentación como el volante, los paneles de las puertas o la consola entre los asientos también son completamente nuevos. La dotación se enriquece con elementos como el climatizador independiente para las plazas traseras, asientos térmicos delante y en la fila posterior, lector de señales de tráfico, alerta de cambio carril, Head Up Display, control de crucero adaptativo, asistente en atascos, etc.
La oferta de motores estará formada por el conocido diésel de 2,2 litros (150 y 175 CV), y los gasolina con cuatro cilindros y dos litros (165/160 CV) . Como hasta ahora, la tecnología empleada se denomina en todos los casos SKYACTIV. Podrán pedirse con cambio manual o automático, y con tracción sencilla o total.