La Comisión Europea anunció hace unos meses que iniciaría una investigación para saber si la Unión Europea (UE) necesita imponer aranceles a los coches eléctricos chinos. El objetivo es proteger su propia producción, especialmente debido a las preocupaciones que despiertan las ayudas gubernamentales chinas para la competencia de la industria automovilística en la UE.
Finalmente, la UE ha dado a conocer su veredicto, y habrá aranceles por doquier. Una decisión que el Gobierno chino no se ha tomado especialmente bien y que ha llevado a algunos fabricantes europeos a traerse la producción a Europa «por si las moscas». Ayer mismo poníamos de ejemplo a Volvo, que fabricará los EX30 y EX90 eléctricos en la factoría de Gante (Bélgica).
Según argumenta el vicepresidente de la Comisión y máximo responsable de Comercio, Valdis Dombrovskis, “nuestro objetivo no es cerrar el mercado de la UE a los vehículos eléctricos chinos, sino garantizar que la competencia sea justa”. Por el momento, la decisión es provisional y, además, no entra inmediatamente en vigor. Lo hará el próximo 4 de julio.
En estas semanas, las cuantías de los aranceles podrían variar. Todo dependerá de si las empresas afectadas aportan o no alegaciones que el Ejecutivo de la Unión considere “suficientes”. En cualquier caso, la guerra a China desde la UE no se ha declarado solo en automoción, también se investigan paneles solares, aerogeneradores y la contratación pública de personal sanitario europeo en China.
Por su parte, Lin Jian, portavoz chino de Exteriores, ha señalado que esta decisión “es contraria a los principios de la economía de mercado y a las normas del comercio internacional, socava la cooperación económica y comercial entre China y la UE y la estabilidad de la cadena mundial de producción y suministro de automóviles y, en última instancia, perjudicará los propios intereses de Europa”.
Los aranceles a los coches eléctricos chinos
Ursula von der Leyen, la presidenta de la Comisión Europea, señalaba en su discurso anual ante el Parlamento comunitario que Europa necesita defenderse de las prácticas comerciales desleales. Decía que lo haría desde el diálogo al más alto nivel con China, pero parece que no ha sido así. En sus propias palabras: «Reducir los riesgos y no desvincular: este será mi planteamiento con los dirigentes chinos«.
Señora, Europa lo que necesita son dirigentes como Dios manda. Asimismo, la líder comunitaria apuntaba que «los mercados mundiales están ahora inundados de coches eléctricos más baratos. Y su precio se mantiene artificialmente bajo gracias a enormes subvenciones estatales. Eso está distorsionando nuestro mercado y, como no aceptamos esta distorsión desde dentro, tampoco la aceptamos desde fuera«.
Tras no parar de tirar piedras al tejado de la industria automovilística europea, nuestros mandamases ahora quieren tratar de erosionar el liderazgo de China, porque el gigante asiático desarrolla modelos más baratos y atractivos para el consumidor. Y el problema es que esos coches ya no son chinadas, son modelos que nada tienen que envidiar a muchos modelos europeos, con buenas calificaciones de seguridad.
En base a los resultados de sus investigaciones, la Comisión Europea ha comunicado este miércoles al gigante asiático su intención de imponer un arancel de hasta el 38,1% a la importación de vehículos eléctricos desde China. Concretamente, el arancel será del 17,4% para BYD, del 20% para Geely y del 38,1% a SAIC (MG). Estos aranceles se suman a los ya impuestos por los Estados Unidos hace unas semanas.
Tesla queda por ahora fuera, al igual que otras firmas no investigadas, aunque podrían enfrentarse a un arancel del 21% más adelante.
En otras palabras, acabamos de declarar la guerra comercial a China. Y no te engañes, que quien va a pagar las consecuencias eres tú. A nadie sorprenderá que la iniciativa haya sido liderada por Francia y España, mientras que países como Alemania o Hungría estaban totalmente en contra. Ahora solo quedar ver la respuesta por parte de China, quien ya nos amenazó recientemente.
Por el momento se habla de más aranceles a productos europeos: del 10% adicional al 15% que ya tienen. La industria de automoción europea, por su parte, teme las represalias de Pekín. Más allá de que vehículos como los BMW iX3, Citroën C5 X y Dacia Spring se fabrican en China, las ventas de nuestros fabricantes en el gigante asiático suponen una buena porción de sus ingresos.