Últimamente no paramos de escuchar nuevas alternativas a las tradicionales baterías de litio, las más utilizadas en la fabricación de vehículos eléctricos. Desde los iones de sodio, el grafeno, el calcio, las baterías bipolares o los iones de fluoruros, todas se plantean como una posible alternativa en el futuro para relanzar las ventas del coche eléctrico con mayor autonomía, duración o un precio más asequible. Pero la industria automovilística no se rinde, y ahora la Unión Europea propone una nueva solución, las baterías de litio azufre.
El proyecto LISA que significa ‘Lithium Sulphur for Safe Road Electrification‘, dará comienzo el próximo 1 de enero impulsado por la Unión Europea. Su objetivo principal es el de desarrollar y comercializar una alternativa a las baterías de litio, utilizando azufre de litio en estado sólido. Este proyecto que cuenta con un presupuesto de casi 8 millones de euros tendrá una duración de unos tres años y medio, además, en él colaboran 13 socios tan relevantes como Renault.
La principal ventaja de este tipo de baterías es la disminución del impacto ambiental, ya que la fabricación de las baterías de litio está acabando con sus reservas en todo el mundo. La escasez del litio es uno de los problemas que limita la expansión del coche eléctrico a gran escala, algo que se solucionaría apostando por otros materiales más abundantes en la naturaleza. Por eso, la Unión Europea apuesta ahora por las celdas de batería de litio-azufre.
Esta nueva tecnología destaca por su alta densidad energética gracias a una tecnología en forma de electrolitos híbridos no inflamables de estado sólido. Como resultado, se reduciría el coste, los tiempos de carga y el peso de cada batería, además de ser más seguras que las actuales de litio. Con la ventaja añadida de que este proyecto sería transferible a otro tipo de tecnologías que también utilizan el ánodo de litio y sirviendo como base a nuevos avances en la industria.
Desgraciadamente, no todo son ventajas, y es que las baterías de litio-azufre tienen una gran pega que es su vida útil. Desde el año 2013 se han desarrollado varios proyectos apostando por esta tecnología, sin embargo, ninguno ha llegado a buen puerto, probablemente por la vida útil tan corta de las baterías litio-azufre. Esto provocaría que en cada recarga perdieran una parte importante de su capacidad, un hecho que a largo tiempo podría dificultar su venta y comercialización.