En los últimos meses hemos conocido numerosas alternativas a las tradicionales baterías de litio, las más utilizadas en la fabricación de vehículos eléctricos. El litio tiene como principal ventaja su buena relación entre energía y tamaño, sin embargo, la escasez y elevado coste ha provocado que la industria automovilística comience la búsqueda de otras alternativas más asequibles y abundantes en la naturaleza.
Es el ejemplo del grafeno, los iones de sodio o el calcio, los cuales podemos encontrar con mayor facilidad en la naturaleza, a un precio más asequible y que además, podrían proporcionar una mayor autonomía a un coche eléctrico. Pero no todos apuestan por dejar de lado el litio, el nuevo proyecto EMBATT-goes-FAB desarrollado en Alemania apuesta por las baterías bipolares para alcanzar una autonomía de hasta 1.000 kilómetros.
Las baterías bipolares prometen una aumento exponencial en la capacidad de almacenamiento de energía, lo que se traduciría en una autonomía nunca vista hasta el momento. Actualmente, cuatro grandes empresas alemanas están trabajando en este proyecto: Daimler, Thyssenkrupp System Engineering, IAV y el Instituto Fraunhofer para Tecnologías de Cerámica y Sistemas. El principal objetivo es la industrialización de este tipo de baterías gracias a técnicas de fabricación a gran escala y opciones de integración.
Las baterías bipolares utilizan los iones de litio para su funcionamiento y al igual que las celdas de combustible se componen de electrodos apilados e interconectados. Gracias a este proyecto se está desarrollando un tipo de batería de célula única, es decir, un diseño que aprovecha al máximo todo el espacio para componer una carcasa común. La batería bipolar se estructura por medio de cátodos y ánodos que quedan separados por un portaelectrodos común.
Con este tipo de estructura, conseguimos eliminar los diferentes paquetes y elementos de conexión. Esto se traduce en un importante ahorro en los costes de fabricación, además de disponer de mayor espacio que permite incluir más cantidad de material activo. Como resultado se obtienen baterías capaces de almacenar más energía y con una autonomía que podría alcanzar hasta los 1.000 kilómetros. El proyecto tiene una duración estimada de dos años, pero ya se han construido los primeros prototipos.