Hace años que llevamos hablando de las baterías en estado sólido y hace años que decimos que la zanahoria está a la vuelta de la esquina porque algunos fabricantes estaban convencidos que esto iba a ver la luz en unos pocos de años, sin embargo, esto estaba muy lejos de la realidad.
En la mayoría de vehículos híbridos del mercado las baterías que se emplean son las de hidruro de níquel (NiMH) y las de Litio, aunque ahora también se están poniendo de moda las LFP. A pesar de que el hidruro de níquel es un poco anticuado -respecto al litio- es más asequible y bastante fiable pero no tanto como el LFP. El problema tanto de las baterías de NiMH como las de Li-ion o las LFP es que tienen una densidad limitada -por eso se necesitan gigantescos y pesados paquetes de baterías para ofrecer autonomías interesantes-, tienen una vida útil razonablemente corta y pueden incendiarse con facilidad en caso de ser dañadas o cargadas incorrectamente -algo que en los últimos años se ha solucionado con algunas baterías LFP como las Blade Battery de BYD-.
Todos estos inconvenientes podrían ser cosa del pasado en un futuro si los dispositivos se trasladan a tecnologías de batería de estado sólido. A menudo se ha tratado a la batería de estado sólido como el Santo Grial de las baterías y es que es el objetivo número uno si queremos que la electrificación llegue a buen puerto.
La tecnología de batería de estado sólido no es una idea nueva en absoluto. A pesar de esto, estas baterías no se usan debido a que los materiales de construcción, la seguridad del diseño, los costes de fabricación y las técnicas de producción están obstaculizando notablemente su puesta en marcha y comercialización.
Las baterías de estado sólido cuentan con un diseño muy interesante y cuentan con un mayor potencial para almacenar más energía con una mayor seguridad. Cuando se puedan producir en cantidades industriales y se puedan comercializar a un precio interesante para el público general, las baterías de estado sólido revolucionarían los vehículos eléctricos (EV) aumentando efectivamente la autonomía y disminuyendo significativamente el volumen y el peso de los paquetes de baterías.
A pesar de que sobre el papel parecen una maravilla y la solución a todos nuestros problemas, las baterías de estado sólido pueden fallar después de la repetición continua de los ciclos de carga y descarga y esto junto a otros problemas parecen las causas de la cada vez más lejana aparición en el mercado de esta clase de baterías.
Esta semana hemos sabido que la «producción en masa» de baterías de estado sólido de Toyota será limitada incluso en 2030.
Esto quiere decir que aunque el primer lote de esta tecnología pisará la calle algo antes, no será hasta después de 2030 cuando la producción será suficiente para crear más de 10.000 unidades anuales.
Toyota planea dos versiones de baterías de estado sólido. La primera de ellas llegará entre 2027 y 2028 y apuntará a una autonomía de más de 1.000 kilómetros, pudiéndose recargar de del 10 al 80% en menos de 10 minutos.
En segundo lugar llegará otra batería -aún sin fecha- que promete una autonomía superior a 1200 km.
Las cifras, detalladas recientemente en Toyota Times, subrayan el impacto inicial limitado de la tecnología de estado sólido pero nos dejan ver su tremendo potencial.
El desarrollo de baterías de estado sólido se considera fundamental para el futuro de los vehículos eléctricos al permitir autonomías mucho mayores con paquetes más pequeños y livianos.
Las baterías que tienen un electrolito similar a la cerámica en lugar de uno líquido, son mucho más densas en energía y se cargan más rápido, y se consideran más seguras que las baterías de iones de litio con electrolito líquido. Las baterías de estado sólido se consideran especialmente beneficiosas en los coches deportivos, los grandes SUV y los camiones.
Aunque el mayor fabricante de automóviles del mundo no es el único que apuesta por esta tecnología, sí que es el que parece más realista con la misma y parece que por el momento es el que más avances presenta en este punto.
Aunque otros fabricantes como Nissan planean lanzar al mercado su batería en 2028, no conocemos detalles específicos sobre el número de unidades. Algunos expertos hablan de que tanto Toyota como otros fabricantes podrían tener un volumen de producción suficientes y con un coste unitario adecuado para 2033, por lo que podemos decir que las baterías en estado sólido vuelven a alejarse.