Bose se centró en averiguar matemáticamente qué tipo de rendimiento era teóricamente posible. Cinco años de análisis matemático reveló una gran brecha en las prestaciones. No había manera alguna de ajustar los amortiguadores al instante que la tecnología actual pudiera hacer. Así que los ingenieros de Bose se centraron en una solución electromagnética. Todo lo que necesitaban eran de cuatro cosas: (a) de alta eficiencia, (b) de motores de alta potencia lineales y amplificadores, (c) los algoritmos de control muy complejos para estabilizar los motores y (d) súper microcomputadoras para ejecutar el sistema. ¿Y qué importa si nada de esto existía? Bose decidió hacer frente a los tres primeros y esperó que la industria especializada diese con el cuarto.
El equipo de Bose de suspensión asumió el reto de diseñar motores de alta velocidad lineales, algoritmos de control y amplificadores de alta eficiencia. Se esperó que la industria de los ordenadores llegase al punto de encuentro después de unos años en el cuarto punto esencial: alta velocidad de procesamiento. Se comenzó a probar los diseños y el software. En 1989, el equipo desarrolló un prototipo listo para ser probado.
En lugar de amortiguadores tradicionales, el prototipo tenía motores lineales electromagnéticos instalados en cada rueda. La tecnología Bose utlizada fue basada en los sistemas pioneros del MIT, amplificadores de potencia suministran electricidad a los motores, en respuesta a las señales de los algoritmos de control. Los motores son tan ágiles rápidos y contundentes, que pueden extenderse hacia abajo para que el neumático ruede a través de un surco profundo y luego retractarse tan rápido que los todos lo que siente un conductor es una suave agitación. Por otra parte, el motor funciona como un generador, por lo que la suspensión requiere menos de un tercio de la potencia de un típico sistema de aire acondicionado.
Artículo escrito por: Álvaro Cabeza de Vaca