Hoy en día la mayoría de los objetos que utilizamos tienen una parte tecnológica, como por ejemplo los smartphone y los coches que están compuestos y funcionan gracias a sensores micro-mecánicos.
En el mundo del automóvil estos sensores miden la presión, la aceleración, los movimientos de rotación, de flujo de masa o el campo magnético terrestre, por lo que se han convertido en órganos sensoriales de los automóviles y de los smartphones.
Estos pequeños elementos se llaman MEMS (Micro-Electro-Mechanical-Systems) y permiten conectar en red diversos elementos entre sí, incluyendo cosas que nunca antes habían llevado nada electrónico como puertas o ventanas por ejemplo.
El uso de estos sensores en el mundo de la automoción no es algo nuevo, ya que marcas como Bosch llevan produciéndolos para vehículos desde 1995, y desde entonces hasta el presente han producido más de 4.000 millones. Por eso no debería sorprendernos que actualmente podamos encontrar hasta 50 sensores MEMS en nuestros coches controlando por ejemplo el Programa Electrónico de Estabilidad.
Falta la advertencia de espacio publicitario, no? BOSCH