Con el Type 41 Royale, en 1926, Bugatti presentó el automóvil más fuerte, grande y lujoso del mundo, caracterizado por una potencia inimaginable y un equipamiento opulento.
Para Ettore Bugatti, el Royale fue la culminación de su creación. Un vehículo que no conocía competidores en términos de rendimiento, calidad e imagen. Un vehículo para emperadores, reyes y reinas.
Con una distancia entre ejes de 4.3 metros y una longitud de más de seis metros, el Royale fue el automóvil más grande, potente y magnífico jamás construido en Molsheim. Con un precio de al menos 100,000 Reichsmarks, era aproximadamente tres veces más caro que las limusinas similares de otros fabricantes y excedía el precio de otros vehículos Bugatti unas 10 veces.
Los clientes recibieron el chasis con la mecánica y la parrilla. Como era costumbre en ese momento, compañías independientes y famosas de construcción de carrocerías como Kellern & Cie, Weymann, Binder, Bugatti, Weinberger y Park Ward se encargaron de la instalación. El fundador de la compañía, Ettore Bugatti, invirtió mucho tiempo y dinero en el desarrollo.
El motor de un avión como modelo base para el desarrollo del Royale
Todo era único. El modelo mecánica se basaba en el motor de avión que el fundador de la compañía, Ettore Bugatti había diseñado en 1927 en nombre del gobierno francés.
Bajo el largo capó encontrábamos un motor de ocho cilindros en línea y 12.8 litros, con aproximadamente 300 CV. Era una mecánica grande pero hablábamos de nada menos que 3.5 toneladas -dependiendo de la carrocería elegida- de peso y a pesar de eso, el modelo alcazaba hasta 200 km/h.
Un sistema de lubricación por cárter seco bombeaba de forma continua de 23 litros de aceite a los puntos requeridos aunque un total de 43 litros mantenían la temperatura a raya. Un eje vertical conectaba el cigüeñal y el árbol de levas.
Para abrir el pesado capó, se necesitaban dos operarios para desbloquear y plegar el capó extralargo.
Un embrague seco de placas múltiples instalado en una caja de cambios de tres velocidades transmitía la potencia a las ruedas traseras. La sofisticada suspensión dotaba de el máximo confort a los ocupantes. Unas llantas de aleación de diseño aerodinámico aseguraban que los tambores de freno no se sobrecalentaran. El tanque de 200 litros de combustible aseguraba una autonomía suficiente.
El primer prototipo fue construido en 1926, pero se basaba en una distancia entre ejes más larga y un motor más grande con una cilindrada de 14,7 litros.
No fue hasta 1932 cuando Bugatti vendió el primer Royale al industrial parisino Armand Esders.
Un cuerpo de roadster extremadamente elegante de Jean Bugatti enfundó el ocho cilindros. Como Armand Esders solo quería conducir su vehículo durante el día, el Roadster no tenía faros, lo que le daba un aspecto más elegante. Otros tres vehículos con diferentes cuerpos pasaron a manos de los clientes. En general, un Cabriolet, una limusina Pullman, una limusina de viaje y una limusina de dos puertas se construyeron en varios años.
El Royale es el único vehículo Bugatti que tiene un adorno en el capó. Cuenta con un elefante danzante, diseñado por el difunto hermano de Ettore, Rembrandt Bugatti, un conocido artista y escultor.
A pesar de sus características extraordinarias, el Royale no llegó a ser un éxito. La crisis económica mundial y sus consecuencias hicieron que los posibles compradores frenaran en seco. Hasta 1933, se construyeron seis modelos del supercoche y solo se vendieron cuatro de ellos. Ettore Bugatti se quedó con un Royale.
Todas las unidades siguen existiendo hoy en día, incluidos dos en la Cité de l’Automobile, Schlumpf Collection, en Mulhouse, Francia, y uno en la sede de Bugatti en Molsheim. Cada uno de los seis vehículos Royale puede considerarse como uno de los vehículos más exclusivos y caros del mundo. Si alguno de ellos fuera subastado, podría ser el coche más caro del mundo.
Aunque Bugatti no logró vender muchos Royales, su desarrollo fue un éxito. Bugatti modificó los motores de ocho cilindros que ya se habían producido, para usarlos en un nuevo proyecto, como unidades para los ferrocarriles franceses. En solo nueve meses, Bugatti desarrolló un tren expreso que hacía uso de los enormes motores.
Desde 1935 hasta 1958, estos motores se utilizaron en la nueva unidad múltiple que Bugatti desarrolló para el ferrocarril estatal ETAT, conocido hoy como SNCF.
Dependiendo de la versión, un SNCF XB 1000 requería de dos a cuatro de estos enormes motores con una potencia de 200 CV cada uno. Durante las primeras pruebas, un tren alcanzó 172 km / h, lo que lo convirtió en el primer tren moderno de alta velocidad. El SNCF ordenó un total de 79 de estos vehículos ferroviarios con motores Royale.