Los minibuses camuflados, ese tipo de vehículos nacidos con finalidad comercial pero convertidos en improvisados vehículos de más de 5 pasajeros, fueron toda una apuesta en su momento, una apuesta que a numerosos fabricantes les ha salido bien.
Entre ellos está el Citroën Jumpy, el nuevo comercial de la marca que hemos tenido oportunidad de probar en su versión de pasajeros.
El salto respecto a otros comerciales más pequeños de Citroën es cualitativo y cuantitativo. Se dispone de más altura, más anchura, mayor amplitud en el habitáculo y de más potencia en cualquier circunstancia. Versatilidad por encima de todo.
La unidad probada contaba con cinco plazas ampliables mediante la incorporación de una tercera fila de asientos de otras tres plazas adicionales que permitirían transportar hasta 8 ocupantes con total comodidad. A ello contribuye las dos puertas correderas que equipa el vehículo, de serie en este acabado, una en cada lado, aporte que ya seas profano o habitual de este tipo de vehículos, se agradece enormemente cuando de otros usos se trata más allá del transporte de pasajeros, como la carga de equipajes, bultos grandes, o cualquier tipo situación donde lo último que sobra son funcionalidad y espacio.
Una parte de esta está mencionada comodidad reside además de en lo confortable que resulta cada plaza individual, en la dotación de salidas de aire acondicionado en el techo, regulable también desde las plazas traseras. Cuenta también con un equipo de luces de cortesía para los pasajeros y de ventanillas laterales para la primer fila de asientos, algo también no muy habitual.
El equipamiento de serie en la versión probada Multispace Milenium, está más cercano al de una gran berlina que al de una furgoneta, con todos los elementos de seguridad y confort tradicionales, y además con parabrisas atérmico, conecting box (bluetooth+USB+toma de audio), radio CD con mandos en el volante, calefacción y refrigeración adicional para la parte trasera, portaobjetos en el techo, un completo ordenador de a bordo con función de recorrido GPS, control de velocidad, asistente de aparcamiento trasero con visualización en pantalla digital, asientos de confort multirregulables con apoyabrazos individuales, sensores automáticos de luces y lluvia y retrovisores térmicos, regulables y abatibles eléctricamente. Como opciones imperdonables, el ESP+ASR.
La sensación a bordo es de trolebús. El espacio en la parte delantera da a simple visa la impresión de estar en un furgón carrozado o un pequeño minibús, donde la amplitud y ubicación de los mandos, juegan a favor del conductor y el acompañante delantero, que son sin duda los dos que más disfrute encontrarán en este vehículo.
En algunos acabados queda palpable la marca de la casa, como en el exceso de información para el conductor, los múltiples gadgets algunos poco prácticos como la función de recorrido restante que te brinda el excelso ordenador de a bordo, o la combinación de colores y acabados interiores, donde unos colores no demasiado bien combinados y unos tapizados más desagradables si cabe al taco que a la vista, como si se trata de piel de melocotón, ponen el broche a unos interiores donde la ergonomía, la funcionalidad y la correcta resolución son sus mayores señas de identidad, a excepción de lo poco cómodo que resulta ponerse el cinturón de seguridad para el conductor y de lo rápidamente que veremos deteriorarse el asiento del conductor por la zona de acceso al vehículo, fruto de una posición de entrada y salida más bien agresiva para la banqueta.
Otro aspecto mejorable es la ergonomía del acceso al maletero, presidido por un enorme y único portón de apertura superior, que en determinadas plazas de aparcamiento será de imposible apertura y ante determinados uso dejará palpable su incomodidad. La clave estaría en esas dos puertas batientes tradicionales, que son sencillas, cómodas y no ponen pegas a ningún tipo de uso.
Al volante en carretera abierta, todo está bajo control. Poco es lo que suena y menos lo que se oye del exterior, algo más que un logro para un vehículo de este planteamiento y con un motor de 4 cilindros diesel.
A altas velocidades su aerodinámica no perdona, y además de verse penalizado en consumo, el aplomo y el buen rodar no son suficientes para mantener determinado tipo de cruceros. No se puede decir lo mismo de las carreteras de curvas, donde más allá de las insinuaciones del volante y la suspensión, su nobleza de reacciones está por encima de lo esperado e incluso de lo buscado.
Citroën Jumpy 125cv HDI: Mucho más que un comercial (2ª Parte), con más fotos.