Llegará un día en el que escribamos un artículo, dentro de la categoría «Vintage», en el que contemos a las generaciones futuras cómo era eso de conducir un «petrolero» con cambio manual, potencia de sobra, gasolina de 98 y menos eficiente que el mayordomo de Condemor, pero todo músculo y corazón, un coche que levantaba pasiones. En ese futuro, los coches serán vistos como lo que tienden a ser: vehículos que ofrezcan una experiencia multidisciplinar a los pasajeros… porque posiblemente ya no exista el concepto «conductor»: tu coche conducirá solo, y además sabrá qué estás haciendo. Así podrá anticiparse a tus deseos.
Si estás horrorizado con esa perspectiva, vas a tener que ir acostumbrándote poco a poco a «soportar» automatismos en los coches, downsizing en los motores, la proliferación de propulsores híbridos, eléctricos, posiblemente en un futuro más lejano, solo de hidrógeno… Tendrás que pensar que cada vez el coche hará más cosas por sí mismo y tú tendrás menos tareas que realizar en tus trayectos monótonos y lineales de casa al trabajo, y del trabajo a casa. De hecho, los coches ya hacen más cosas de las que muchos creen, y por otro lado, están más conectados al mundo de lo que podemos pensar.
¡Líbranos del atasco!
Conducir a veces no es un placer, sino una tortura. No hay más que ver las caras de muchos conductores en pleno atasco en la M-40, por decir un foco de atascos, retenciones y estrés en la conducción matutina. En teoría, los atascos se podrían evitar con un poco de ayuda por parte de cada uno de los conductores que salen hacia sus trabajos, pero la realidad es que los atascos son inevitables porque nadie quiere esperar, ceder, mantener la distancia, o simplemente, salir 10 minutos antes de su casa para ir sin prisas. En un mundo con coches autónomos al cien por cien, los atascos no existirían. Y si además de ser autónomos, los compartimos…
En los próximos 5 a 10 años, posiblemente nos olvidemos para siempre de las maniobras de aparcamiento, porque las efectuarán completamente nuestros coches. Hoy en día ya sabéis que existen muchos tipos de asistencia al aparcamiento, desde la simple cámara trasera, pasando por la cámara con indicaciones de trayectoria, hasta los sistemas que nos indican dónde posicionarnos, y que solo nos «piden» que manejemos acelerador y freno. Aparcar es más fácil así. Hoy en día, algunos coches nos ayudan a frenar aunque no sepamos hacerlo, precargando el sistema y aplicando toda la potencia cuando ellos juzgan que vamos a tener una colisión. En el futuro podrán llevarnos de punto a punto totalmente de forma autónoma, mientras nosotros desayunamos, leemos la prensa, dormitamos, o simplemente charlamos con la familia.
Ese será el futuro a medio plazo, quizás ya seamos demasiado mayores como para experimentarlo, pero entre el hoy y el mañana existen muchos días intermedios en los que nos sorprenderá ver automatismos que hasta hace poco eran ciencia ficción. KITT era capaz de ofrecer a Michael Knight información en tiempo real sobre los malos a través de un sintetizador de voz, y hoy cualquier navegador gratuito del smartphone nos lee la ruta vía GPS. Y no solo no nos sorprende, sino que pedimos mejor precisión en la lectura de los mapas y nos parece, dicho rápidamente, cutre a veces.
El Futuro: que tu coche sepa lo que vas a hacer, y se adelante, no es lo complicado
El objeto de este artículo es comentar cómo un coche podrá saber qué va a pasar instantes más adelante, y cómo con esa información podría reaccionar y, quizás, salvarte la vida, o simplemente adaptar ciertos parámetros en previsión de lo que vamos a hacer. En el futuro todos los coches llevarán de serie no solo una caja negra, sino un completo y complejo sistema computacional capaz de conocer todas las variables del entorno inmediato, y las del propio coche. Si no, será imposible tener coches autónomos funcionales al 100%. Sí, suena a ciencia ficción, pero toda la tecnología necesaria existe hoy. Falta el gran paso de saber combinarla y de que no queden flecos, vacíos tecnológicos que nos pongan en peligro.
Hace 100 años, los visionarios, los «julios vernes», imaginaban el futuro sin tener la tecnología. En los años 40 y 50 se imaginaban el futuro con coches voladores, pero nadie sabía cómo hacer que esos coches flotasen en el aire. Hoy, sin embargo, hablamos de coches 100% autónomos y sabemos que existe la tecnología que nos permitirá tenerlos en las calles. Y tenemos ejemplos rodantes como el coche de Google, el prototipo de Audi, ‘Shelly’, que corre sola por los circuitos o el más reciente, el Audi RS 7 Piloted Driving Concept, capaz de dar una vuelta rápida a Hockenheim completamente solo. Es decir, no hablamos con la imaginación, sino a partir de hechos.
El problema viene cuando tenemos que pasar de un entorno controlado por completo, como es un circuito vacío, a un entorno hostil como es la calle. Pensemos en nosotros mismos: comparemos una pista de karting para nosotros solos, con el centro de cualquier ciudad en hora punta. Hay claras diferencias. Es ese paso, el de controlar todas las variables, y sobre todo lo impredecible (es decir, conseguir que un coche improvise), lo que nos falta todavía. Hace falta que la administración permita a los coches autónomos circular, algo que solo se ha conseguido en excepciones extraordinarias como en California (para Google, nada menos). Hace falta definir un marco jurídico adecuado, un sistema de aseguramiento acorde con lo que tendremos entre manos, o menos dicho, no tendremos entre manos.
Que tu coche conduzca solo, o si no lo hace, que sepa que vas a encarar una curva a demasiada velocidad y corrija parámetros como el par motor disponible, que aplique frenos sin que lo notemos, que precargue el sistema por si hay que frenar con todo, que se prepare para tomar control de la dirección… no es lo complicado. Lo complicado es convencer a los políticos y jueces, a las aseguradoras, de que está todo controlado. Y convencer al público, claro. Los coches autónomos, sobre todo si no tienen opción de «control manual», nos dejarían «sin trabajo» a todos los que disfrutamos de la conducción.
Y para convencerlos queda un trecho considerable, porque todavía no hablamos de algo un tanto especial: las decisiones que tome un coche, en relación a las reglas de la moral humana. Sí, nos tenemos que adentrar, todavía, en el fantástico mundo de la frontera entre actividad automatizada, y la actividad generada a partir de la inteligencia artificial… y como podrás intuir, tendremos que hablar, necesariamente, de las Leyes de la Robótica que hace tantos años enunció el gran Isaacv Asimov. Pero eso será en el próximo artículo. ¿Cuento contigo?
Naaa Perder el estilo clasico nica!! Sera un estupido aburrido bus
conducir por mi? no gracias.
Por el mismísimo recto se los pueden meter.
Madre mía q cochazo
Ni de broma, que se lo compre quien lo quiera, yo seguiré llevando antiguallas!!!!!! Jejejejejje