Llevamos ya algún tiempo hablando de las emisiones de carbono y de cómo los combustibles sintéticos o los combustibles sostenibles podrían ayudarnos a reducir dichas emisiones en un tiempo récord, a pesar de que las administraciones supranacionales se empeñan en ocultarlos o directamente prohibirlos.
Mientras en las administraciones se empeñan en electrificar el parque móvil, los fabricantes exploran nuevas áreas que permitirían reconvertir el parque móvil actual en un parque con unas emisiones reducidas.
Según los fabricantes y los expertos, los combustibles líquidos sostenibles son una fuente de energía neutra en carbono (utilizando el carbono capturado de la atmósfera o recuperado de materias primas de desecho), que son económicamente viables y socialmente aceptables para los usuarios finales.
Los combustibles sostenibles están hechos de materiales renovables en sustitución de los combustibles fósiles. Estos materiales o ingredientes que se usan para la producción de combustible sostenibles también deben cumplir con los criterios de sostenibilidad en aspectos como el uso de la tierra, la huella hídrica, etc.
En la actualidad hay varios tipos de combustibles sostenibles. Pueden ser biocombustibles de segunda generación, elaborados con residuos agrícolas como paja, subproductos o residuos de cultivos que no serían destinados al consumo. También pueden ser combustibles minerales sintéticos, creados en un proceso químico.
Los combustibles sostenibles son sostenibles porque reciclan eficazmente el carbono. El carbono que contiene el combustible sostenible se captura o absorbe de la atmósfera durante el proceso de producción; por ejemplo, los productos agrícolas absorben CO2 mientras crecen. Una vez que se convierte en combustible y se quema, ese mismo carbono se libera a la atmósfera. Luego puede ser capturado nuevamente por las plantas, para convertirlo en más combustible y así repetir el ciclo. El combustible fósil, por otro lado, ha mantenido su carbono a salvo durante millones de años, y al quemarlo se libera CO2 adicional a la atmósfera produciendo lo que los expertos comentan, es un exceso de emisiones.
Las propias cifras de muchas administraciones supranacionales demuestran que cambiar a combustibles sostenibles podría reducir las emisiones de carbono en más del 80 por ciento. Incluso una introducción por etapas podría eliminar 130 millones de toneladas de CO2 en Europa de aquí a 2030, lo que equivale a 275 millones de vehículos de pasajeros.
Teniendo estas cifras en cuenta, el cambio a los combustibles sintéticos tiene mucho más sentido que el cambio a los vehículos eléctricos, además no habría que «tirar» los actuales coches a la basura y no habría que aumentar la producción eléctrica, sólo reciclaríamos lo que ya tenemos.
El motor de combustión interna (ICE) a menudo se ve como el problema, pero en realidad son los combustibles fósiles consumidos los que hacen que el ICE sea dañino para el medio ambiente. Se ha realizado una gran inversión para mejorar el ICE, haciéndolo más eficiente y limpio, y con un mayor desarrollo y una transición a combustibles sostenibles, las emisiones de CO2 de los ICE pueden llegar a ser cero neto.
Si el combustible sostenible es tan bueno para el medio ambiente, ¿por qué no se usa más?
Los combustibles sostenibles se han dejado de lado debido a la forma en que las administraciones miden el impacto ambiental. El sistema de medición actual está configurado solo para observar las emisiones del tubo de escape, no el análisis del ciclo de vida más significativo que también tiene en cuenta los contaminantes creados en la producción y eliminación de un vehículo y su fuente de combustible.
Los combustibles sostenibles generan emisiones del tubo de escape, pero es el mismo CO2 que se ha capturado durante el proceso de producción.
Dado que el combustible sostenible podría introducirse mucho más rápido que la transición a lo eléctrico, creemos que esto es algo que deberíamos considerar muy seriamente para ayudar a abordar lo que han denominado como emergencia climática.
¿Cuál es la diferencia entre los biocombustibles de primera generación y los de segunda generación?
Gran parte de la producción inicial de biocombustibles, como el biodiésel, se basaba predominantemente en la producción de cultivos. El maíz, la caña de azúcar, la soja, el aceite de palma y el aceite de colza fueron las fuentes de energía más conocidas para los biocombustibles durante décadas. Estos se conocen como biocombustibles de primera generación.
Sin embargo, realmente no pueden clasificarse como sostenibles. La tierra fértil no debería usarse para nuestra producción de energía. La producción de alimentos y la creación de un entorno de vida saludable deberían ser el uso más importante de nuestra tierra.
Los biocombustibles de segunda generación deben convertirse en el estándar cuando se trata de producir combustibles sostenibles, encontrar formas de utilizar la energía que de otro modo se desperdiciaría, al descomponer los desechos biológicos o descomponer los hidrocarburos en plantas de tratamiento de aguas residuales.
¿Para usar combustibles sostenibles se requeriría un cambio en nuestros automóviles y en la infraestructura de abastecimiento de combustible?
Los combustibles sostenibles están listos para ser usados en los automóviles cotidianos que normalmente funcionan con gasolina normal sin plomo. No se necesitarían modificaciones ni en los coches ni en las gasolineras.
El principal problemas es que actualmente no tenemos disponible el volumen necesario, simplemente porque es un caso de oferta y demanda. Si hubiera financiación, la producción podría incrementarse fácilmente.
Fuente | Coryton