Con la llegada de la normativa de emisiones Euro 5, los fabricantes se vieron obligados a llevar a cabo algunas modificaciones en todos los vehículos nuevos, con el objetivo de reducir de manera significativa las emisiones de partículas sólidas emitidas a la atmósfera. Así es como llegaron los sistemas de filtros de partículas (FAP), una tecnología utilizada hoy en día tanto en diésel como en gasolina que puede llegar a ser un auténtico quebradero de cabeza si no seguimos algunos consejos.
Como resultado, un filtro de partículas es capaz de eliminar agentes nocivos como las partículas sólidas o benzopirenos, ambos muy dañinos para la salud y capaces de provocar enfermedades cardiovasculares o incluso cáncer. Su funcionamiento es simple, las partículas sólidas que viajan junto a los gases de escape quedan retenidas, mientras que los gases (previamente catalizados) escapan a través de sus paredes porosas, siendo expulsados a través del silenciador trasero.
El principal problema del filtro de partículas llega con las averías, un auténtico dolor de cabeza para muchos conductores que ven saltar el famoso aviso de fallo motor. Así, cuando la cantidad de partículas retenidas en el filtro llega a un determinado nivel, el sensor de presión diferencial envía una señal a la unidad de control electrónico para activar el proceso de regeneración. El problema llega cuando el propio vehículo no es capaz de regenerar el filtro de partículas por si mismo.
¿Cuándo se producen las regeneraciones de un filtro de partículas?
La regeneración se produce cuando las partículas comienzan a acumularse, lo que puede producir una obstrucción del sistema de escape o incluso, que la contrapresión aumente. En condiciones normales la regeneración tiene lugar de forma periódica en intervalos de 400-800 km en función del tipo de conducción. Pero para que se esta se produzca, tenemos que circular por encima de las 2.500 rpm durante una media hora, así conseguimos la autoignición de las partículas de carbono a elevada temperatura.
Si no hacemos demasiados kilómetros con el coche o simplemente no superamos esa barrera de las 2.500 rpm durante el tiempo necesario, el filtro de partículas no se regenerará. Además, también debemos tener en cuenta que no es igual la regeneración en un coche diésel y uno gasolina, en el primero se produce gracias a una velocidad constante y a un régimen de baja carga del motor mientras que en el segundo hace falta la retención del motor.
Si te ha saltado el dichoso aviso en tu coche podrás experimentar una pérdida de potencia provocada por el taponamiento del filtro. Hoy en día, los llamados filtros «sin mantenimiento» tienen una vida útil que ronda entre los 180.000 y 240.000 kilómetros, aunque ello dependerá directamente del tipo de conducción y uso que hagamos del vehículo. Por otro lado, los filtros de partículas de un gasolina no necesitan ser reemplazados, pero sí es necesario seguir algunos consejos.
Antes de ir al taller y tener que desembolsar una cantidad importante por la limpieza del filtro de partícula debes saber que puedes hacerlo por ti mismo, lo que puede hacer que te ahorres entre 50 y 150 euros aproximadamente. Y es mucho más sencillo de lo que estabas pensando…
¿Puedo regenerarlo manualmente?
Si el propio vehículo no ha sido capaz de llevar a cabo una regeneración del filtro de partículas siempre podemos forzarlo manualmente para evitar el paso por el taller, además no es complicado. Gracias a un proceso de «regeneración forzada» podemos hacer que el filtro de partículas se limpie por sí solo, de forma que al instante notaremos un aumento de potencia del vehículo sin realizar ninguna reparación.
Para que se produzca una regeneración manual tendremos que circular por encima de las 2.500 rpm -entre 2.500 y 3.000 rpm- durante unos 20/30 minutos por autopista. Solo de esta forma conseguiremos una temperatura elevada en torno a los 900ºC, y que así se produzca una incineración del hollín acumulado, el causante de todos nuestros problemas.
¿Y si no funciona?
En el caso de que la regeneración manual no haya funcionado será el momento de acudir a un taller, aunque esta visita podrá costarnos entre 50 y 150 euros, dependiendo del estado del filtro de partículas. Además, para una limpieza en profundidad también se pueden utilizar limpiadores químicos, aunque el coste de esta proceso asciende hasta los 200 euros. Si con todo esto no se arregla tendremos que sustituir el filtro de partículas por uno nuevo.
Un filtro de partículas de recambio no original, completo cuesta entre 400€ y 900€ según el modelo. El recambio original puede costar entre 850€ y 3.000€ sin incluir la mano de obra. En el caso de un filtro de partículas que tienen una vida útil completa (que no están pensados para ser sustituidos), la mano de obra se eleva notablemente y puede costar más de 3.000 y 4.000€. Esta siempre será nuestra última opción, ya que su coste no es precisamente asequible.
¿Qué pasa con los filtros de partículas gasolina?
Como ya hemos explicado, también podemos encontrar filtros de partículas en los coches de gasolina, concretamente hablamos de los GPF (filtro de partículas de gasolina). En los últimos años han sido muchas marcas las que han equipado un filtro de partículas para cumplir con la nueva normativa de emisiones Euro 6, normalmente asociados a modelos gasolina de alta gama. Ahora la pregunta que te estarás haciendo es… ¿también necesitan regenerarse como en los diésel?
La respuesta es sí, pero con algunos matices. Un GPF acumulará menos partículas en comparación con el filtro de partículas de un diésel, pero también necesitará regenerarse cada un tiempo determinado. El mantenimiento de estos podrá hacerse de dos formas, mediante un método pasivo o uno activo: el primero se produce por las elevadas temperaturas del escape, mientras que el segundo se consigue gracias a la aditivación del combustible.
Además, existen algunos consejos y trucos que podemos repetir periódicamente para cuidar bien del GPF: salir a la autopista cada 200/300 kilómetros y alcanzar una velocidad de más de 60 km/h durante una media hora o utilizar aceites adecuados, bajos en cenizas sulfatadas, fósforo y azufre. Otro consejo es el de asegurarnos de que la cantidad de lubricante que utilizamos es el correcto o perderemos la garantía.