A estas alturas de la «película» seguramente ya sepas quien es Craig Lieberman, el director técnico de las dos primeras películas de Fast and Furious, que acostumbra a traernos curiosos vídeos de cómo se rodaron diversas escenas de algunas de las mejores entregas de la franquicia.
Lo que probablemente no sabías es que Lieberman también era el director ejecutivo de la Asociación Nacional de Carreras de Importación (NIRA), una serie profesional a nivel nacional de carreras de aceleración exclusiva para preparadores, por lo que solía participar en múltiples eventos y concentraciones.
En marzo del año 2000, Craig Lieberman estaba en uno de estos eventos para especialistas del mercado de accesorios del automóvil con su Toyota Supra MkIV amarillo. Nuestro protagonista habla de un mal día en el que no esperaba que una conversación entre él y un tal David Marder cambiaría su vida y, en consecuencia, toda la franquicia Fast and Furious.
Por su trabajo, Lieberman tenía un amplio conocimiento del panorama del tuning en aquella época, de ahí que fuese el responsable de elegir los automóviles que salieron en los dos primeros films de la saga. Después de conocer lo que iba a haber sido originalmente Fast and Furious, hoy nos habla de cómo se eligieron muchos de los coches de la película.
Cabe destacar que, inicialmente, el director -Rob Cohen- estableció un par de reglas básicas: debido a limitaciones presupuestarias, los coches tenían que venderse en los Estados Unidos e idealmente se alquilarían. Además, algunas marcas fueron inmediatamente descartadas por su imagen, como Hyundai y Kia, que en aquél entonces vendían coches sencillos.
Por ejemplo, los Mercedes-Benz eran demasiado caros para la idea original de las carreras callejeras de la trama, mientras que los modelos japoneses de alto rendimiento eran limitados, como el RX-7. El Miata se consideró femenino y, en su lugar, se optó por el Honda S2000. Los Volkswagen Beetle y BMW Z3 también fueron descartados por no ser lo suficientemente varoniles.
Otros autos no pasaron el corte por razones prácticas o por su fecha de lanzamiento. Mientras que el Nissan 300ZX tenía un techo targa un tanto peligroso para las acrobacias de la película, ninguno de los Mitsubishi 3000GT que se presentaron al casting fueron adecuados para el rodaje. Por otra parte, los Lexus IS , BMW M3 y Subaru WRX se lanzaron al mercado algo tarde.
Lieberman nos cuenta que Jesse podría haber conducido un BMW E36 M3 o un Audi S4 en lugar de un Volkswagen, pero el automóvil europeo más modificable que pudieron encontrar en ese aquél momento fue un Jetta. También se suponía que Vince conduciría un Toyota MR2, un Honda Prelude o un Lexus GS, pero acabó al volante del Nissan Maxima personal de Lieberman.
Tanto el Mitsubishi Eclipse como el Toyota MR2 fueron considerados para Letty, pero finalmente condujo un Nissan 240SX. Mia consiguió un Acura Integra que era propiedad de otra mujer y para Leon eligieron un Nissan GT-R (inicialmente iba a ser un Toyota Celica). De hecho, aquél R33 GT-R blanco se volvió a pintar más tarde en su icónico color amarillo para sus apariciones en pantalla.