La conducción autónoma se está volviendo muy popular últimamente por varios motivos. Principalmente porque ya se vislumbra el momento en el que los coches circulen en solitario, sin la intervención humana para lograr desplazarse del punto A al punto B, y sin organizar un monumental estropicio. Otro motivo para hacerse popular es, por ejemplo, los debates de tipo moral que se abrirían en el caso de un hipotético accidente: ¿de quién es la culpa?
La idea de la conducción autónoma tiene seguidores y detractores (aún, seguramente, sin haber probado un coche 100% autónomo), pero lo cierto es que todos, en mayor o menor medida, disponemos de un coche con ciertos automatismos. El más obvio es la caja de cambios automática, la de verdad, o la manual pilotada, que es como tener una caja manual, pero con otra persona nos hiciese el cambio de marcha mientras nosotros guiamos. Otro automatismo muy asumido por sus usuarios es el control de velocidad, que nos permite mantener una velocidad de crucero sin tener que hacer prácticamente nada.
Conducción autónoma, por fases
La posibilidad de que una máquina realice un trayecto en coche por sí misma, sin intervención humana, todavía está lejos. Si se hacen pruebas cercanas a ese escenario será en un entorno controlado y con poca variabilidad (lo más salvaje que se hace hoy en día es meter el coche en una autovía alemana, por ejemplo). La conducción autónoma se conseguirá a través de varias fases por varias razones: hay que diseñar, construir y probar muchos elementos de adquisición y procesado de datos, hay que acostumbrar al conductor a que cada vez haga más cosas,…
Si nos paramos a pensar, los coches nuevos de hoy en día tienen, en cierto modo, «sentidos»: sensores de aparcamiento, detectores de ángulo muerto, cámaras que nos proporcionan información sobre el entorno, sensores para controlar la presión de inflado de los neumáticos, sistemas de control de crucero, detectores de obstáculos (avisador de distancia de seguridad, avisadores de obstáculos como peatones…), capacidad de comunicarse con el exterior (sistemas de aviso para emergencias, el eCall,…), actuadores en situación de emergencia (frenada autónoma) o en situación de despiste (avisador de cambio de carril). Solo hemos citado un puñado de los «nuevos» sistemas que incluyen los coches nuevos. Y es solo el principio.
Para conseguir un coche independiente, autónomo, es necesario que tenga todavía más «sentidos», pero sobre todo un cerebro capaz de procesar todos los datos y tomar decisiones en tiempo real. Y ese tiempo real es muy crítico (o sea, muy escaso) si nos encontramos con una situación peliaguda. Por decirlo de forma sencilla, el coche debería procesar una ingente cantidad de datos externos y elaborar unas alternativas para evitar la colisión o, al menos, minimizarla, y de todas ellas elegir la mejor. Complejo, ¿no os parece?
De todas formas estamos ante el progresivo desarrollo de la conducción autónoma, y lo vamos a ver de forma resumida pero, espero, bastante gráfica. También he de decir que está muy inspirado en el sistema ‘Drive Me’ de Volvo, un sistema que tiene como objetivo disponer de un coche autónomo «suelto» por las carreteras en 2017 [vídeo aquí].
Primera fase de la automatización: sistemas de asistencia a la conducción
Lo que hemos comentado, primero los coches introducen los sistemas de asistencia a la conducción que ahorran al conductor su intervención. Por ejemplo el control de crucero y el asistente para la frenada de emergencia. Son dos ejemplos muy claros porque el primero regula la marcha del coche sin que el conductor deba hacer nada, una vez programado; el segundo está claro también porque ejecuta una frenada de máxima presión aunque el conductor no aporte nada al freno.
Segunda fase de la automatización: llega el convoy de carretera
En una segunda fase se saca una «derivada» más. Pasamos del control de crucero normal, el que mantiene la velocidad en todo momento, a un sistema que calcula si nos estamos acercando demasiado al coche que nos precede, y en ese caso reduce la velocidad para mantener la distancia de seguridad. Un sistema así lo lleva el nuevo Citroën C4 Picasso, por ejemplo [ver prueba del C4 Picasso]. Se hace algo raro, y para adelantar es algo torpe y contraintuitivo, pero como sistema de seguridad es perfecto.
El siguiente paso sería conseguir el convoy de carretera: coches que siguen automáticamente a un líder y que forman un tren de carretera, pudiendo sumarse o salirse en cualquier momento. Ya tenemos cierta autonomía. El sistema Drive Me de Volvo es una aproximación porque se supone que con el Control de Crucero Adaptativo con Asistencia en la Dirección, el coche puede seguir al de delante en atascos, y también puede corregir una trayectoria no deseada llegado el caso. Sería, en esa función exactamente, una evolución al avisador de cambio de carril: introduce la acción por parte del coche en el caso de que nosotros no aportemos nada.
Tercera fase de la automatización: ¿para qué el asiento del conductor?
La tercera fase sería la de la conducción 100% autónoma. Digamos que el salto entre la segunda y tercera fase es considerablemente más amplio que el que existe entre la primera y la segunda, así que seguramente haya fases intermedias que estamos ignorando. Para Volvo, ese momento llegará en 2017. Para Mercedes Benz, también en 2017 (mencionando de paso a Ford y su tecnología autónoma), para Nissan en 2020, y para nosotros ya está tardando mucho.
www.youtube.com/watch?v=IL_enMPWT7s
Quizás seamos demasiado optimistas, pero desde las primeras pruebas del coche de Google hasta las demostraciones actuales de un BMW autónomo haciendo drift y slalom por sí mismo, o el sistema Drive Me, o Shelley, el Audi autónomo, se han dado grandes pasos hacia delante y no estamos hablando de ciencia ficción.
www.youtube.com/watch?v=YxHcJTs2Sxk
¿Qué nos depara el futuro?
Para cerrar el artículo, debemos preguntarnos qué va a pasar en el futuro. ¿Dejaremos de conducir? ¿Se perderá el placer de guiar la máquina hasta donde queremos y como queremos? En mi sincera opinión no va a pasar eso. Pasará como con algunas personas de hoy en día, que dicen que conducir un automático es como no conducir, aunque si me hablan de la caja manual pilotada,… igual les doy la razón. Lo que quiero decir es que siempre habrá voces que se nieguen al cambio, que no acepten al evolución lógica, la de la tecnología, que sirve para hacernos la vida más fácil.
Nosotros siempre tendremos el control sobre algo, de eso estemos totalmente seguros. Otra cosa es que los sistemas autónomos sean tan efectivos y eficientes que prefiramos dejarles a ellos todo el trabajo de realizar el viaje. Porque, por si no lo habías notado, los humanos somos muy vagos y cómodos, y esto está demostrado sin más que repasar los últimos 1.000 años de nuestra historia.
Ya existen desde hace muchos años, coches en los que te subes dices a dnd quieres ir y te llevan. Se llaman taxis 😛
Sergio Martinez Además te dan conversación 😉