Durante la tarde de ayer Bentley reveló su prototipo EXP 100 GT, un gran turismo de lujo totalmente eléctrico del que llevaba varias semanas mostrándonos diversos teasers. Su objetivo no es otro que insinuarnos un anticipo de cómo serán los modelos de la firma británica en 2035, pero la pregunta es: ¿serás capaz de esperar 16 años para verlo hecho realidad?
Lo pregunto porque el Bentley EXP 100 GT es un gran turismo de ensueño. Representa no solo el prometedor futuro de la marca, también rinde homenaje a su centenario, y lo hace con nada menos que cuatro poderosos motores eléctricos en sus entrañas que desarrollan la friolera de 1.340 CV y 1.491 Nm de par.
Con semejantes cifras, es capaz de alcanzar los 100 km/h desde parado en solo 2.5 segundos, así como declarar una velocidad punta de 300 km/h. Pero más llamativa es su batería de nueva generación, que promete ofrecer cinco veces más densidad energética que las baterías actuales. No hay detalles al respecto, pero ofrece una autonomía de 700 kilómetros.
El Bentley EXP 100 GT promete una carga rápida del 80% de la batería en 15 minutos.
Toda su tecnología está envuelta en una atractiva y extremadamente lujosa carrocería de 5,8 metros de largo y casi 2,4 metros de ancho, declarando un peso sobre la báscula de 1.900 kilogramos. Para que os hagáis una idea, sus generosas puertas alcanzan los dos metros de largo y, cuando están abiertas, llegan casi a los tres metros de altura.
Como no podía ser de otra manera, está fabricado con materiales del más alto nivel, como aluminio y fibra de carbono, incorporando elementos de última generación como un asistente personal con inteligencia artificial, control por gestos, cinco modos que gestionan el ambiente del habitáculo, una pantalla OLED 3D, un sistema de purificación de aire y pantallas con tecnología de realidad aumentada, entre otros.
Quizás lo más llamativo del interior son los asientos biométricos y adaptables, capaces de monitorizar la temperatura y postura del ocupante, o las condiciones ambientales; así como los materiales empleados, entre los que no faltan las fibras textiles totalmente orgánicas, cuero, metal, madera con incrustaciones de cobre de 5.000 años de antigüedad, algodón o cristal de Cumbria y cobre.