No es ningún secreto que en la Dirección General de Tráfico se las saben todas. La velocidad es uno de los componentes fundamentales que determina la mayor o menor incidencia en la siniestralidad vial, la gravedad y el grado de lesión de las víctimas en caso de accidente, pero igual de cierto es que hablamos de uno de los medios más sencillos para recaudar dinero en masa.
Ya sabéis que, desde hace meses, Tráfico lleva centrando su actuación en la reubicación de radares a vías convencionales y el ajuste de los mismos, a los que acaba de unirse la rebaja del límite de velocidad máximo en dichas carreteras, una medida que, por otra parte, nos ha costado a los españoles un ojo de la cara. Con dichos cambios de localización, algunas cajas hoy en día están vacías, aunque ni han desaparecido las estructuras ni su señalización.
Lejos de lo que pudieras pensar, esto no responde a razones de dejadez o costes, sino al objetivo de intimidar a los conductores para que estos rebajen la velocidad. En una entrevista a EFE, ha sido el propio Pere Navarro, director de la DGT, quien ha confirmado que hasta un tercio de las cajas de radares fijos no tienen un cinemómetro dentro.
Es la misma maniobra que vemos con falsas cámaras en algunos lugares públicos como los museos, o incluso en algunas casas de particulares que pegan en la entrada el cartel de una compañía de alarmas sin tenerla instalada, pero ten cuidado, porque aunque descubras una caja sin cinemómetro en su interior en un momento dado, los dispositivos fijos vacíos van rotando.
Tal y como afirma el señor Navarro, el cartel de aviso de radar por sí solo ya surte efecto, y dado que la supuesta finalidad de Tráfico es reducir la siniestralidad vial, con esta práctica es suficiente por ahora, pues no se prevé una gran ampliación del número de radares, aunque se seguirán instalando dispositivos en aquellos tramos o lugares más peligrosos.