Sabéis que de vez en cuando me gusta hacer un viaje al pasado para hablaros de motores y clásicos de lo más curioso. Primero vino el listado de los 10 propulsores de producción que marcaron una época, después los ocho mejores bloques de cuatro cilindros de los últimos 20 años, seguido de algunos de los motores V12 con mejor sonido de la historia o aquellos coches que casi recordamos más por su sonido que por su estética.
Todo ello sin olvidarnos de los 18 deportivos más potentes que quedan actualmente con motor atmosférico o aquellos clásicos de ensueño que tomaron prestados sus motores de modelos generalistas, así como a los que les ocurría todo lo contrario, que fueron originalmente diseñados para arrasar en el circuito.
Pero si hay algo que tienen en común la inmensa mayoría de automóviles que aparecen en esos artículos es que muchos de ellos incluso podríamos decir que son joyas de coleccionista, modelos que actualmente pasan más tiempo en el garaje de sus afortunados propietarios que rodando sobre la pista, con unos precios en el mercado de segunda mano que alcanzan cifras desorbitadas y cuyas unidades disponibles bien podríamos contar con cuentagotas.
Hoy vamos a viajar hasta la década de los ’70, una época protagonizada por la crisis del petróleo y los automóviles exóticos. Los lectores de Road&Track han votado cuales son los modelos más peculiares y cool de aquél entonces y lo cierto es que el resultado es bastante interesante, ya que muchos de ellos son ese tipo de coches que no deberíamos olvidar nunca. Hay de todo, desde deportivos hasta todoterrenos, y aunque muchos de ellos no llegaron a triunfar tanto como el SEAT 124, el Simca 1000 o el Renault 8, nunca está de más recordar o saber acerca de su existencia.
Aquí os dejo el listado, ¡pero se aceptan propuestas para ver si podemos ir completándolo!
Citroën SM – 1970
Corría el año 1968 cuando Citroën y Maserati decidieron iniciar una colaboración técnica. Esta peculiar relación dio sus frutos y poco tiempo después a algún directivo de la marca se le ocurrió la brillante idea de emplear un motor V8 de origen Maserati en un Citroën de producción. «¡Vaya locura!» pensarán algunos, pero lo cierto es que el conocido inicialmente como «proyecto S» fue uno de los mejores modelos que la firma gala ha hecho en su historia. Tras dos años de desarrollo, el coupé SM se presentó en el Salón del Automóvil de Ginebra de marzo de 1970, donde pasó ligeramente desapercibido para, posteriormente, acaparar todas las miradas durante el Salón del Automóvil de París de ese mismo año.
A su peculiar y atemporal diseño futurista exterior e interior se le incorporaron algunos elementos de confort habituales en vehículos de gama alta de este siglo XXI, tales como frenos de disco, suspensión hidroneumática, dirección asistida variable en función de la velocidad, elevalunas eléctricos, tapicería de piel o faros direccionales, lo que le convirtió en un automóvil demasiado adelantado a su tiempo.
Para rematar la jugada, al motor V8 de origen Maserati se le eliminaron dos cilindros para convertirlo en un V6 a 90º, pero al no modificarse el ángulo de la bancada pronto vinieron los problemas de equilibrado. A ello, además, se unieron otros dos problemas adicionales, como la cadena de distribución situada entre los cilindros que obligaba casi a desmontar el motor para sustituirla y el sobrecalentamiento de la versión con inyección electrónica que llegó incluso a provocar algún que otro incendio.
A pesar de todo, el SM parecía sobrevivir a estos problemillas técnicos gracias a su sorprendente manera de aunar agarre a la carretera, estabilidad y confort de marcha, pero en 1973 llegó la crisis del petróleo y con ella la decadencia del modelo, disminuyendo notablemente las ventas de todos aquellos automóviles ‘sedientos’ de combustible. Así, en 1975 Citroën ponía fin tanto a la producción del SM como a la colaboración con Maserati. Como diría mi madre, «entre todos la mataron y ella sola se murió«, una verdadera pena.
Porsche 911 Carrera 2.7 RS – 1973
Una vez más vuelve a aparecer esta joya de 1973. Nació como una serie limitada a 1.590 unidades creada para lograr la homologación en la competición. De hecho, el mismísimo Jenson Button tuvo uno en propiedad y su bloque de seis cilindros bóxer atmosférico y su sistema de refrigeración son bastante difíciles de olvidar. El modelo popularizó el alerón de tipo ‘cola de pato’ y desarrollaba una potencia total de 210 CV que le permitían alcanzar los 100 km/h desde parado en apenas seis segundos y una velocidad punta de 243 km/h.
Plymouth Superbird/Dodge Charger Daytona – 1970
Una curiosidad sobre este magnífico ejemplar que quizá no conocías es que fue construido por Mopar para competir en la NASCAR, y por eso su aerodinámica fue mejorada para lograr una mayor velocidad. Para poder competir, la normativa de la NASCAR obligaba a los fabricantes a tener una versión de carretera del modelo, lo que obligó a Plymouth y Dodge a crear uno de los muscle car más salvajes de la historia. Las modificaciones más evidentes son el enorme alerón trasero para generar la fuerza hacia abajo y su afilado morro, las cuales permitieron al Charger Daytona ser el primero en la NASCAR rompiendo la marca con 320 km/h.
De Tomaso Pantera – 1972
En 1969 Ford Motor Company andaba buscando un fabricante italiano de deportivos que comprar, ya que Enzo Ferrari había declinado la oferta algún tiempo atrás. Sin embargo, el empresario argentino Alejandro de Tomaso, que por aquél entonces se había establecido en Italia, aceptó la propuesta. El prototipo del De Tomaso gustó a los inversores estadounidenses, ya que podría resultar un buen rival para el Chevrolet Camaro de General Motors, así que la compañía se comprometió a adquirir un importante paquete de acciones de la marca italiana, suministrarle y asumir la distribución del nuevo modelo en los Estados Unidos. Así, el Pantera debutó en Módena en marzo de 1970 y poco después fue presentado en el Salón del Automóvil de Nueva York.
El Pantera estaba propulsado por el conocido bloque 5.8 «Cleveland» de Ford -el mismo que equipaba el Ford Mustang-, asociado a una caja de cambios transaxle heredada del no menos mítico Ford GT40. Este era capaz de desarrollar entre 285 y 330 CV de potencia en función de la versión, aunque en los años posteriores la potencia llegó incluso a los 500 caballos en el caso del De Tomaso Pantera GT4. En total, aproximadamente 6.000 Panteras llegaron a los Estados Unidos entre 1971 y 1974, pero de nuevo la crisis del petróleo redujo las ventas del modelo y se rompió el acuerdo de distribución con Ford. Aun así, el De Tomaso Pantera se vendió en el Viejo Continente hasta 1991, entregándose la última unidad en 1992.
Lamborghini Countach LP400 – 1977
Del Lamborghini Countach se fabricaron algo más de 2.000 unidades entre 1974 y 1990. Se trataba de un avanzado a la época gracias a su carrocería hecha de aluminio y fibra de vidrio así como a su mecánica V12 de 4.2 litros que generaba 375 CV. Su enorme alerón fue una opción de fábrica que la marca italiana comenzó a ofrecer a mediados de la década de los ’80, y aunque lo único que conseguía era aumentar el peso y la fricción, a día de hoy somos incapaces de concebir al Countach sin él.
BMW M1 – 1978
Es uno de los modelos más bonitos de la década de 1970. Curiosamente, heredaba su motor del BMW 3.0 CSL, el que fue el primer producto que salió de la recién creada filial deportiva de la marca bávara BMW Motorsport en 1973. Aunque este es considerado como el padre de todos los modelos “M”, el primer coche de calle de la división deportiva bávara fue el mítico BMW M1.
Esta joya sobre ruedas fue el primer y único BMW de producción en disponer de motor central trasero, y bajo el capó empleaba un motor M88 de seis cilindros en línea con doble árbol de levas a la cabeza que desplazaba 3.5 litros, estando equipado con inyección de gasolina Kugelfischer. Una versión del mismo sería más tarde utilizada también en la versión sudafricana del BMW 745i, así como en los BMW M6/M635CSi y BMW M5. Dicho motor tenía seis mariposas de admisión, cuatro válvulas por cilindro y una potencia de 204 kW (273 CV) en la versión de calle, alcanzando una velocidad máxima de 260 km/h.
Maserati Bora – 1971
El Bora nació en aquella época en la que Citroën controlaba gran parte de Maserati y, aunque el modelo más recordado de aquella relación fuera el SM, realmente este deportivo fue el que cambió las cosas en la marca del tridente. Con él, Maserati no sólo consiguió alcanzar unos niveles de tecnología similares a los de sus principales rivales, sino que además logró destacar entre estos con uno de los primeros superdeportivos de la historia. Como ocurrió con diversos Maserati, el Bora recibía su nombre de un viento, concretamente de un viento propio del mar Adriático, estando su carrocería diseñada por el gran Giorgetto Giugiaro.
En el vano motor se escondía una evolución del V8 de la marca que, inicialmente, tenía un desplazamiento de 4.7 litros, aunque tiempo después ascendió a 4.9 litros. Pero lo que realmente lo hacía especial era el hecho de ser el primer deportivo de motor central de la marca, a lo que se añadía un exterior realmente llamativo y un interior tan práctico como polivalente que ofrecía bastante espacio para los ocupantes. Sólo vieron la luz entre 530 y 570 unidades, de las cuales se estima que 289 equipaban el bloque de 4.7 litros y 235 el nuevo motor de 4.9 litros (1973). En cualquier caso, todos tenían 6 carburadores Weber, una caja de cambios manual de cinco velocidades de tipo transaxle y una potencia de 310 caballos.
Pontiac Firebird Trans Am – 1978
Puede que Pontiac muriese con la crisis que azotó a General Motors en 2009, pero en nuestros corazones siempre quedará el Firebird que tantas películas y series ha protagonizado. Es uno de los claros ejemplos de ‘deportivo americano‘ de la historia y su razón de ser no era otra que conseguir que General Motors siguiera punteando en los deportivos más apetecibles del mundo entre los años 1967 y 2002.
Fue un modelo bastante exitoso en sus inicios, compartiendo plataforma con el Camaro y dando lugar a numerosas versiones como esta Trans Am, pero la crisis del petróleo hizo mella en sus ventas convirtiéndolo en un enorme y desfasado vehículo apto solo para unos pocos. Si bien es cierto que hasta 1978 la potencia de los propulsores de la casa había ido en disminución constante, como buen muscle car americano que era, en sus entrañas se mantuvo un poderoso bloque V8 de 5.7 litros capaz de desarrollar 220 caballos de potencia.
Ferrari 512 BB – 1973
Presentado en sociedad en el Salón del Automóvil de París de 1976, el Ferrari BB 512 fue el sucesor del 365-GT4-BB y el antecesor del mítico Testarossa. Las siglas BB respondían al concepto ‘Berlinetta Boxer‘, esa denominación tan característica de los modelos coupé biplaza con motor bóxer; mientras que 512 hacía referencia a su desplazamiento de 5.0 litros con 12 cilindros. La potencia total ascendía hasta los 360 caballos, lo que le permitía alcanzar una velocidad máxima de 302 km/h. Es cierto que no era el Cavallino Rampante más bonito de la historia, pero destacaban sus enormes tomas de aire tras las puertas y su carrocería bitono que le dotaba de una elegante agresividad.
Ford Bronco – 1977
El Bronco fue presentado en agosto de 1965, aunque era formalmente un modelo 1966. Hasta 1996, cuando dejó de fabricarse, vieron la luz cinco generaciones (1966-1977 / 1978-1979 / 1980-1986 / 1987-1991 / 1992-1996), las cuales se fueron mejorando y perfeccionando con el paso de los años para competir con los modelos similares de Jeep y Dodge.
Realmente su historia se puede dividir en dos partes, la del Ford Bronco pequeño (hasta 1977) y la del Ford Bronco grande. En 1978, este todoterreno pasó de ser un vehículo deportivo y utilitario a convertirse en un musculoso 4×4 de esos a los que nos tienen acostumbrados los americanos, contando en sus entrañas con un bloque V8 en dos versiones: el 5.8 litros y el 6.6 litros. La caja de cambios era de cuatro velocidades
Carlos AP
Tomás José Rubio Molina
Todos tienen su gracia. Pero la elegancia se la lleva el Maserati. Y el Countach sigue imponiendo 40 años después. Qué locura de bicho.