Neumáticos, frenos y amortiguadores forman parte del conocido triángulo de seguridad de los vehículos. A pesar de su vital importancia, un elevado porcentaje de conductores muestra una gran despreocupación por el buen mantenimiento de estos tres elementos. Una negligencia que es mayor en las ruedas, ya que, según datos de la Comisión de Fabricantes de Neumáticos del Consorcio del Caucho, el 40% de los españoles desconoce cuándo tienen que cambiar los neumáticos. De hecho, la mayoría ignora la existencia de neumáticos de verano y de invierno.
Las ruedas son el único elemento del coche que mantiene un contacto directo con la carretera. Este hecho otorga una importancia transcendental a este elemento, por lo que es imprescindible conocer los diferentes tipos de neumáticos que se pueden encontrar actualmente en el mercado y sus principales diferencias.
Existen distintos tipos de neumáticos según las condiciones climatológicas. La temperatura es la principal razón por la que hay neumáticos de verano y de invierno. El calor y el frío hacen que se comporten de distintas formas actuando sobre la adherencia de las ruedas a la carretera. Por ello, para obtener la mayor seguridad posible es conveniente utilizar los determinados tipos de neumáticos según la temperatura habitual de la zona geográfica del conductor en cada estación del año.
Neumáticos de verano
La respuesta de los neumáticos frente a las condiciones climatológicas es la gran diferencia existente entre ambos tipos. Fabricados con un caucho más duro que los de invierno, este tipo de ruedas consigue un mayor control del vehículo y adherencia a la carretera cuando las temperaturas superan los 7°C, proporcionando más seguridad y reduciendo el tiempo de frenada. Sin embargo, cuando los grados bajan de esa cifra su rendimiento cesa de una forma relevante.
Al ser más elásticas, las ruedas de verano tienen una menor resistencia a la rodadura, con el consiguiente descenso en la emisión de ruido, por lo que tiene menos desgaste y consumo que los neumáticos de invierno. Además, al ser más anchos tienen un mayor contacto con la carretera aumentando el agarre del vehículo.
Neumáticos de invierno
Cuando las temperaturas son inferiores a los 7°C es recomendable sustituir los neumáticos de veranos por los de invierno. Estas ruedas están diseñadas para conseguir un mayor agarre en situaciones climatológicas extremas como la lluvia, nieve o hielo. Debido a su composición con un mayor porcentaje de caucho natural, estos neumáticos no se endurecen con estas condiciones, sino que mantienen su flexibilidad consiguiendo una mayor adherencia a la carretera con temperaturas bajas.
Estos neumáticos, identificables por las siglas M+S, presentan características especiales para condiciones climáticas propias del invierno. El dibujo de la banda de rodadura tiene un mayor número de ranuras, conocidas como laminillas, para conseguir una mejor evacuación del agua. Los surcos de estas gomas, más profundos de lo habitual, también están diseñadas para conseguir ese objetivo. Ambos factores son claves para que no se produzca aquaplaning, un fenómeno producido por la lluvia debido a que los neumáticos no pueden evacuar la cantidad de agua suficiente, por lo que el conductor pierde el control del vehículo.
Es aconsejable montar los neumáticos de invierno desde octubre hasta marzo. A partir de ese mes, cuando las temperaturas suelen superar los 7°C, aunque depende de la zona geográfica, se recomienda sustituirlos por los neumáticos de verano.