Obviando argumentos que conciernan a que “cualquier tiempo pasado nos parece mejor”, las direcciones de antaño compuestas de columna y cremallera, en términos generales, son las más veneradas entre puristas, a pesar de que a más de uno le exigía buena condición física y muscular. Ello no destaca solo por sensaciones, sino por el alto grado de comunicación al volante.
Pero, ¿qué es lo que pasa con las direcciones de hoy que tenemos al probador tirándose de los pelos? ¿A qué se refieren cuando se habla de una dirección poco comunicativa? Vayamos a arrojar algo de luz a este tipo de términos para saber a qué nos atendemos con la dirección del automóvil actual.
Los hay quienes se miran el volante de reojo:
Seguramente más de uno lo habrá notado: girar el volante y percibir que el tren delantero entra en situación de subviraje (aunque si no fuese por el testigo del ESP tú ni te enteras, ¿verdad?). Pues esa falta de comunicación es lo que reclaman algunos cuando hablan de una dirección poco informativa, direcciones que, ante un subviraje, por ejemplo, no filtran ninguna señal.
Las direcciones de hoy, sin ánimo de generalizar, tienden a proporcionar un tacto artificial y desinformado. A ello se le suma también que algunas prestan una cierta sensación de flotabilidad que entrega vagas sensaciones al volante. Digamos que datos como el agarre o el estado de calzada, por ejemplo, dejan de filtrarse por los mandos, así que el conductor pierde mucho feedback con el coche.
Las direcciones eléctricas, aquellas que funcionan con la asistencia directa de un motor eléctrico, son las más castigadas ya que contribuyen a diluir ese cierto grado de información, aunque no te lo tomes como premisa porque dependerá siempre de su constitución. A todo ello le añadimos que los sistemas de absorción de vibraciones y los componentes electrónicos también acentúan ese tacto artificial.
Las direcciones de hoy tienden a dar un tacto desinformado, blando y artificial que resta mucho dinamismo al volante.
Probablemente sea una cuestión de especificaciones de mercado, ya que muchos fabricantes se obsesionan con prestar sensaciones “dulces” al volante. Ese tacto artificial y blando es lo que muchos usuarios exigen, pero lo que no se sabe es que ello puede suponer un arma de doble filo: que no te digan dónde están los límites del coche puede cogerte desprevenido y darte más de un susto en la rotonda, así que hay que tomarlo en consideración.
No demos culpas. El fabricante tiende a proporcionar direcciones con este tipo de configuración porque muestran un cierto confort, pero ese confort viene intrínsecamente ligado a una confusa sensación de seguridad. A pesar de que el conductor no pueda atender a cuál es el estado de agarre, se tiende a pensar que “y si no, está el control de estabilidad”, cosa que quita aún más dinamismo.
Entonces, ¿cuál es la mejor dirección?
Está claro que una dirección debe de ser acorde al tipo de automóvil y al uso que se le vaya a dar, así que hay que entender que no todas serán igual. Si bien es cierto que de lo que carece una lo presume otra, lo más sensato es que el fabricante determine un equilibrio entre factores.
Con ello, pues, vayamos a revisar cuáles podrían ser los parámetros que ayudan a direccionar el vehículo:
- Debe ser direccional con el grado óptimo de desmultiplicación: ello vendrá determinado por cuántas vueltas de volante des en comparación a cuánto giran las ruedas, que en resumidas es la desmultiplicación. Para un vehículo deportivo lo más común es que muestre un volante directo, pero ojo con excederse. Las direcciones muy directas pueden llegar a considerarse nerviosas y hasta pueden comprometer la estabilidad del vehículo, así que dependerá de para qué se concibe el coche. Uno de los elementos condicionantes de la desmultiplicación es la cremallera de dirección y el diseño de estriado.
- Una dirección precisa en los virajes: será importante que el diseño de componentes sea adecuado, ya que, por ejemplo, motores eléctricos mal calibrados nos ayudarán a ser precisos. Además, la precisión no viene determinada solo por la dirección, sino también por elementos como la rigidez de chasis o la configuración de suspensión. Una dirección precisa es aquella que lleva el coche donde le indica el volante, ayudando así a tomar las curvas con destreza y seguridad y sin reacciones inesperadas.
- Nos debe proporcionar el nivel de asistencia adecuado: ya hemos hablado del excesivo grado de asistencia de algunas direcciones de hoy. Dependiendo de la configuración de dirección tendremos varios elementos que colaboran al girar el volante, así como las bombas hidráulicas o los motores eléctricos. El conductor medio agradece que alguien le eche una mano en los giros, ya que sin dirección asistida la conducción es muy cansada, aunque también hay que procurar que el grado no sea excesivo. Con direcciones muy asistidas es difícil lograr ser preciso en las trazadas y suele restar sensaciones.
- La información filtrada al volante nos ayudará a fijar los límites: saber hasta dónde uno puede llegar es crucial para determinar cómo encarar una curva o cómo salir de ella, por ejemplo. Si el volante nos proporciona información acerca del estado de la calzada o las condiciones de agarre, nos ayudará a entender mejor cuál es la dinámica del coche. A pesar de ello, no se busca una dirección excesivamente comunicativa, ya que las que agobian al usuario de información no suelen ser bien recibidas.
- La geometría de dirección dará el toque final: el ángulo de caída, el de avance o la convergencia, entre otras medidas, colaboran en el posicionamiento de las ruedas y la direccionalidad. Lo importante de aquí es revisar que el volante no tenga una sensación gomosa y elástica en los giros, así que hay que tener en cuenta que sea progresivo, controlable y preciso en los retornos. Ello, al fin y al cabo, condiciona el autocentrado.
Y haciendo una breve reflexión final, las direcciones de BMW y Porsche suelen brindar siempre una buena configuración. Principalmente destacan por proporcionar un tacto firme, preciso y comunicativo, y lo curioso es que algunas de ellas son eléctricas. Por otra parte, las direcciones del grupo PSA, las de Fiat o Renault suelen prestar un tacto más asistido y muy aisladas del tren delantero, hecho que proporciona al final pobres sensaciones al volante.
Artículo de Joan Bassa Moragues