Ya sabéis que a los conductores nos gustan las malas prácticas al volante. Lo cierto es que muchas veces son inevitables, pero en otras tantas ocasiones podemos tomar cartas en el asunto para mitigar sus efectos, especialmente durante los meses más fríos del año, cuando la lluvia, el viento o la nieve suponen una dificultad añadida para la persona que se pone detrás del volante.
Es por ello que hoy voy a dedicar unas líneas a hablaros de algunas de las malas prácticas más comunes entre los conductores, de sus efectos y de cómo evitarlas en la medida de los posible. Efecto dominó, efecto rebote, efecto elefante, efecto submarino, efecto mirón… Sus nombres son curiosos y variopintos, pero por desgracia son los causantes de retrasos, atascos e incluso accidentes con diferentes grados de gravedad.
Efecto elefante
Seguramente recuerdes que recientemente os hablaba de quién se llevará la multa en caso de que pillen a algún ocupante del vehículo sin cinturón, pues bien, hoy vamos a ver qué ocurre cuando no llevas puesto el cinturón de seguridad y tienes un accidente o pegas un frenazo brusco. Básicamente, el pintoresco nombre de este efecto responde a las leyes de la física y, como anécdota, os diré que fue heredado de la campaña de seguridad vial francesa que rezaba «no viaje con un elefante en el asiento trasero«.
Cuando llevamos a un pasajero en el asiento trasero que no lleva abrochado el cinturón de seguridad y frenamos bruscamente, este golpea al ocupante del asiento delantero con una fuerza que equivale a la de un paquidermo, siempre teniendo en cuenta el peso de la persona y la velocidad del vehículo, claro, pero para que os hagáis una idea, un pasajero de unos 50 kilos de peso que viaja en un asiento trasero puede producir una fuerza de 3.000 kilos contra la plaza delantera en un choque a tan sólo 50 km/h.
Los efectos están bastante claros, no sólo se lesionará aquél que no lleve puesto el cinturón de seguridad, sino también el pasajero que viaja en el asiento delantero, pues le impactarán por la espalda unas cuantas toneladas. Cómo evitar este efecto es muy sencillo, tan sólo hay que abrocharse el cinturón de seguridad y, si eres el conductor, nunca está de más asegurarse de que todos cumplen las normas a bordo.
Efecto acordeón
Este efecto trata de dar explicación al porqué cuando se produce un atasco o una detención, la circulación se reanuda con más retraso cuanto más atrás estás en la fila. Cuando arranca el primer coche, el segundo tarda de media un segundo más, el tercero otro adicional… y así sucesivamente mientras tú te desesperas. Seguro que alguna vez lo has pensado mientras el semáforo se te volvía a poner en rojo al tiempo maldecías al conductor de delante.
Básicamente, el efecto visual que produce es el de un acordeón estirándose y, a modo de ejemplo, os diré que en una supuesta fila de 2.000 coches, que ocuparía entre 12 y 16 kilómetros de largo, el último vehículo tardaría hasta 30 minutos en arrancar ¿El efecto? Cuanto más despistados estemos, más tardaremos en arrancar y, por consiguiente, más jorobaremos a los que están más atrás en la fila.
Nunca está de más no ser tú al que maldicen en el semáforo, así que para evitar el efecto acordeón podemos conducir más pendientes de lo que ocurre a nuestro alrededor y anticiparnos a lo que va a ocurrir, de forma que podamos reaccionar con mayor inmediatez. Una de las principales razones por las que se produce este efecto es por no respetar la distancia de seguridad y no mantener una velocidad constante.
Efecto rebote
Muchas veces, cuando viajamos, acostumbramos a tomarnos un estimulante para hacer desaparecer los síntomas del cansancio o la fatiga, sin embargo, cuando los efectos del café o la bebida energética desaparecen, el sueño y el cansancio vuelven a aparecer de forma repentina e irresistible, lo que hace muy difícil controlarlos. Es algo similar a lo que ocurre con el alcohol y otras drogas de abuso.
Esto puede hacer que nos quedemos dormidos al volante o nos despistemos más de la cuenta, con las consiguientes consecuencias que eso tiene. Para evitarlo, es mejor que pares a descansar un rato, no que enmascares los efectos del cansancio con café, alcohol, drogas, bebidas energéticas o cualquier otro estimulante.
Efecto mirón
La curiosidad mató al gato y los cotillas son un peligro en la carretera, además de un incordio para el resto de conductores. El efecto mirón se produce cuando ocurre un siniestro en la carretera y aparecen la ambulancia y la Guardia Civil. El espectáculo está asegurado, todos los coches a su alrededor, aunque circulen por el carril contrario, disminuirán todo lo posible la velocidad para ver qué ha pasado.
Es más, hay quien todavía tiene valor para bajar la ventanilla, tomar unas fotitos del acontecimiento e incluso preguntarle a los agentes qué ha pasado. El efecto mirón provoca atascos, retenciones e incluso nuevos accidentes a causa de la distracción del conductor y los frenazos bruscos, por lo que al pasar junto a un accidente ya atendido, continúa circulando a velocidad moderada, como el tráfico permita, evitando distraerte con cuestiones ajenas a la conducción.
Efecto submarino
Lejos de estar relacionado con el agua, el efecto submarino se produce en aquellas ocasiones en las que no colocamos correctamente las bandas del cinturón de seguridad o circulamos con el respaldo del asiento demasiado reclinado, ya sea el conductor o cualquiera de los ocupantes. En estos casos, ante un frenazo brusco o una deceleración fuerte, el cuerpo se puede deslizar por debajo de la banda abdominal del cinturón.
Esto puede provocar lesiones importantes al chocar con el salpicadero o el volante, por no hablar de aquellas causadas por el propio cinturón en las partes blandas de nuestro cuerpo como el abdomen. Evitar el efecto submarino es muy sencillo, basta con ajustarse bien el cinturón, abrocharlo correctamente y no reclinar excesivamente el respaldo del asiento.
Efecto dominó
También conocido como reacción en cadena, el efecto dominó se produce cuando, a causa de un atasco o retención, algunos conductores no son capaces de detener a tiempo sus vehículos e impactan con el automóvil que les precede, produciéndose un alcance. Si este golpe al vehículo de delante se produce con suficiente fuerza, puede incluso desplazar al mismo y hacerle golpear al vehículo anterior, provocando otro alcance.
Las causas son evidentes, los daños materiales en el vehículo y las lesiones producidas por un impacto, destacando especialmente el latigazo cervical entre ellas. Esa es precisamente la razón por la cual es muy importante mantener la distancia de seguridad, teniendo en cuenta las condiciones meteorológicas para que nos de suficiente tiempo a frenar. En este sentido, también es importante un adecuado mantenimiento de frenos y neumáticos, así como evitar las distracciones.
Efecto túnel
Es uno de los efectos más conocidos por los conductores y hace referencia a la pérdida de campo de visión lateral debido a dos causas esencialmente: la excesiva velocidad y la ingesta de bebidas alcohólicas. Para que os hagáis una idea, circulando a 35 km/h, el campo de visión del conductor abarca unos 104 grados en horizontal y 110 grados en vertical, pero si aumentamos la velocidad a 65 km/h, el campo de visión se reduce a 70 grados.
Si seguimos incrementando la velocidad hasta 100 km/h, el campo de visión disminuye a 42 grados y, a partir de 130 km/h, bajamos hasta los 30 grados, además de perder nitidez periférica, lo que nos impide evaluar correctamente distancias y velocidades. El efecto visual es como si circulásemos por un túnel, lo que nos hace perdernos gran cantidad de información que hay a nuestro alrededor y que podría ser vital. Mejor circular a velocidad legal y sin consumir alcohol.
Efecto pantalla
Suele producirse especialmente los días en los que sopla el viento. El efecto pantalla es especialmente peligroso durante la conducción cuando la ráfaga de viento llega de repente, por ejemplo, cuando salimos de un túnel o adelantamos a un camión. Al acabarse el efecto pantalla, parece que el viento empuja con fuerza nuestro vehículo de forma lateral, pudiendo hacer que nos salgamos de la vía o invadamos el carril contrario.
En este caso, la única forma de evitarlo es ser previsor, es decir, estar preparado para la ráfaga de viento que va a venir al salir del túnel o al adelantar a un vehículo pesado y girar levemente el volante en la dirección opuesta al soplido para contrarrestar sus efectos.