Sabíamos que antes o después llegaría el Bentley Bentayga asociado a la conocida mecánica V8 de 4.0 litros y dos turbocompresores que también hemos visto en otros modelos como el Lamborghini Urus o el Porsche Cayenne Turbo. Era el siguiente paso tras el lanzamiento de la variante diésel, ya que no todo el mundo quiere un SUV con un salvaje motor W12 en sus entrañas.
Sin embargo, la mecánica V8 no llega sola, sino que viene acompañada de algunas novedades muy interesantes como el gigantesco y poderoso equipo de frenos delantero, concretamente el mismo que puede montar opcionalmente el Lamborghini Urus. Hablamos de unas pinzas de nada menos que 440 milímetros de diámetro que se esconden detrás de unas llantas de 20 a 22 pulgadas, todo ello asociado a unas pinzas de 10 pistones y 17,3 pulgadas. Para el eje trasero vemos pinzas de «sólo» 370 mm.
Pero lo más suculento está bajo el capó, donde reposa el poderoso V8 biturbo de 4.0 litros capaz de desarrollar 550 CV de potencia y 770 Nm de par máximo, lo que le permite acelerar de 0 a 100 km/h en tan solo 4,5 segundos y avanzar sin pausa hasta unos escalofriantes 290 km/h. Sí, solo es cuatro décimas más lento que el Bentayga W12.
El consumo es de nada menos que 11,4 l/100 km y las emisiones de dióxido de carbono ascienden a 260 g/km. El conjunto está asociado a la caja de cambios ZF por convertidor de par de ocho relaciones y al sistema de tracción total permanente.
Otra novedad interesante del modelo es la reducción de peso a 2.395 kilos en orden de marcha (45 kilos menos que el W12 y 110 kilos menos que el diésel) y la incorporación de la suspensión adaptativa Bentley Active Ride, instalada gracias a la incorporación del sistema eléctrico de 48 voltios. Esta, al ser de aire, permite modificar la altura libre al suelo. Para el interior no faltan un novedoso cuero rojo Cricket Ball, molduras de fibra de carbono, un nuevo volante de tres radios forrado en piel y cuero.