Adiós al B-Max. El monovolumen pequeño de Ford ya tiene «muerte anunciada» y parece que los usuarios no lo echarán de menos a juzgar por las malas ventas que ha cosechado en toda su vida comercial. A pesar de contar con soluciones inteligentes, no ha sido un modelo brillante para la firma.
Ford ha comunicado que a partir de septiembre el B-Max dejará de producirse en la planta rumana situada en Pitesti aunque seguirá un poco más a la venta hasta que se eliminen los stocks. La línea de montaje en la que se produce se encargará de hacer la nueva gama EcoSport, ya con el restyling.
El B-Max fue lanzado en 2012 con la intención de robar clientes a los Opel Meriva, Kia Venga, Citroën C3 Picasso o Hyundai ix20 entre otros. Precisamente todos estos modelos dejarán de venderse en breve o ya han parado su comercialización, cediendo su lugar a crossovers de tamaño pequeño (Crossland X, Stonic, C3 Aircross y Kona respectivamente).
El renovado EcoSport estrenará frontal más agresivo y un interior completamente actualizado inspirado en el que lleva la última generación del Fiesta, con un sistema de sonido con pantalla tipo tableta situada en la consola central. Además se ha trabajado en los acabados para mejorar la sensación de calidad, uno de los puntos flojos de los actuales EcoSport importados desde la India.
Desde su lanzamiento, el B-Max ha sido un incomprendido. Su particular diseño no cuajó entre los usuarios y aunque es uno de los modelos más prácticos de la categoría gracias a las puertas deslizantes y la ausencia de pilar B, sus ventas no han podido rivalizar con las de la competencia ni ajustando mucho los precios a la baja.
Buen coche, polivalente, pero incomprendido y quizás vino a destiempo al mercado.