Muchos no lo apreciarán o lo catalogarán como «otro coche viejo», sin embargo, para otros, pronunciar «500 E«, es motivo más que suficiente para iluminarles los ojos.
Esto se debe en cierto modo a que el 500 E es una berlina de alto rendimiento de la serie 124 que fue capaz de eclipsar a todos los demás miembros de esta generación hasta el día de hoy.
Entre los más de dos millones de vehículos de la serie 124 producidos, el número del 500 E era bastante pequeño, con 10.479 unidades -incluidos el E 500 y el E 60 AMG-. La fascinación por el predecesor de la Clase E ya se puede explicar con un vistazo a los datos técnicos: motor en forma de V de ocho cilindros, cilindrada de cinco litros, potencia de 240 kW (326 CV) y velocidad máxima limitada a 250 km / h. Con estos valores, este sedán pertenecía al mundo de los deportivos cuando se presentó en 1990 en el Salón del Automóvil de París.
A diferencia de sus competidores, el 500 E contaba con una apariencia muy sutil. A primera vista, el sedán de cuatro puertas parecía extremadamente reservado. Solo los entendidos podían distinguir de inmediato estas unidades de sus hermanos menos potentes.
Aunque pueda parecer lo contrario, muchos propietarios eran felices con esto, porque valoraban el rendimiento de conducción pero de ninguna manera una apariencia glamorosa. Y si además de esto, eras capaz de dejar a algún deportivo lejos, mucho mejor.
El potencial clásico del vehículo es grande y desde poco tiempo después de que finalizara la producción, el 500 E se convirtió en un codiciado artículo de colección.
Cuando el Mercedes-Benz 500 E en plata brillante se presentó en un tocadiscos en el Salón del Automóvil de París celebrado del 4 al 14 de octubre de 1990, la serie 124 ya llevaba seis años en el mercado. Su aparición no generó mucha sorpresa al principio, sin embargo, el potencial del coche radicaba en sus detalles. El modelo contaba con unos guardabarros delantero y trasero ensanchados con vistas a poder introducir en los pasos de rueda, unas llantas de 16″ equipadas con neumáticos en dimensiones 225/55 R 16. La carrocería, que había sido rebajada en 23 milímetros, y un faldón delantero modificado con luces antiniebla integradas también ayudaban a la identificación del pináculo de la gama.
Lo más emocionante para los visitantes de la feria era el rendimiento anunciado por la casa germana y es que Mercedes-Benz anunciaba una transmisión automática de serie, una aceleración de 0 a 100 km/h en solo 5,9 segundos y una velocidad máxima realmente elevada pero limitada electrónicamente a los 250 km/h.
La conducción del 500 E está a cargo de un motor bien diseñado, cuyas características básicas derivaban del 500 SL de la serie R 129. El motor V8, con la designación interna M 119 contaba con cuatro válvulas por cilindro y 4.973 centímetros cúbicos de cilindrada. Este motor se diferenciaba del 500 SL por una inyección de combustible ubicada en el colector de admisión controlada electrónicamente «Bosch LH-Jetronic» inédita hasta la fecha en el fabricante.
El bloque del motor también era un poco más bajo y ahora tenía la misma altura que la versión de 4.2 litros del M 119. El sistema de frenos también llegaba de la serie R 129, para poder hacer frente a la alta velocidad. El equipo de serie era generoso y en este destacaba el control de tracción ASR que evitaba que las ruedas motrices patinaran. Otro de los detalles del 500 E era la reubicación de la batería en el maletero para optimizar la distribución del peso.
La instalación de un motor más potente en un coche «tan pequeño» no era algo nuevo en Mercedes-Benz y prueba de ello es el uso del motor V8 M100 de 6.3 litros en el W109 de 1966/1967.
Conscientes de ello, los primeros borradores de diseño del W 124 que vieron la luz en 1980 ya tenían en cuenta la posible instalación de un motor de ocho cilindros.
Cuando se retomó la idea a finales de la década de 1980, quedó claro que eran necesarios algunos cambios en la potencia y que había que reconsiderar la conducción de la refrigeración.
Como las capacidades de desarrollo de Mercedes-Benz fueron ampliamente utilizadas en esos años por el SL de la serie 129 y la Clase S de la serie W 140. En diciembre de 1987, Porsche recibió una orden para el desarrollo estructural y una serie de pruebas del W 124 con el motor M 119 de ocho cilindros.
Es el mismo M 119 que Mercedes-Benz instaló el Sauber-Mercedes C9 aunque allí contaba con dos turbocompresores que le permitieron ganar las 24 horas de Le Mans en 1989.
Porsche también asumió el montaje del 500 E. El fabricante de automóviles deportivos recibía las partes de la carrocería de Sindelfingen. La carrocería se ensamblaba en Porsche y más tarde eran enviadas a Zuffenhausen. El ensamblaje final con la transmisión suministrada por Mercedes-Benz se realizaba en Porsche, la entrega a los clientes y socios de ventas se realiza en la planta de Mercedes-Benz en Sindelfingen.
Hasta abril de 1995, se fabricaron 10.479 unidades del sedán. En las estadísticas de producción, el 500 E se cuenta junto con el E 500, ahora conocida como Clase E desde junio de 1993, y el E 60 AMG presentado en 1993. En este último modelo, que se fabricó hasta 1994, el motor M 119 con una cilindrada de seis litros desarrollaba 280 kW (381 CV). En 1991, con el 400 E, otro modelo de ocho cilindros se unió a la familia W 124. Su motor tenía una potencia de 205 kW (279 CV).
Aunque no captó muchas miradas, en términos de ventas al modelo no el fue mal y es que Mercedes logró vender 22.802 unidades de lo 400 E y E420.
El 500 E costaba inicialmente 134.510 marcos alemanes, más del doble que el 300 E, equipado con menos opulencia, con una potencia de 132 kW (180 CV) con convertidor catalítico. En el Salón del Automóvil de Ginebra de marzo de 1994, Mercedes-Benz presentó el modelo especial E 500 Limited, que estaba limitado a 500 unidades y que estaban equipadas con una exclusiva pintura especial en negro zafiro o plata brillante.
La producción de la serie 124 terminó en 1995 y la del E500 acabó con ella.
¿Ya lo ves con otros ojos?