El Bentley Mulsanne se va y con él el poderoso bloque V8 de 6.75 litros que vio la luz por primera vez en 1959. Por desgracia, hoy la firma británica ha anunciado el punto y final a la producción de esta mecánica, que siempre ha sido fabricada a mano en la factoría de Crewe.
Lo ha hecho con un conjunto que dará vida al último de los 30 ejemplares del Bentley Mulsanne 6.75 Edition de Mulliner, donde genera 530 CV (394 kW) y 1.100 Nm de par. Durante nada menos que 61 años, esta mecánica ha conservado la misma configuración y espacio, pero ha conseguido reducir las emisiones nocivas en un 99%.
Con el adiós del Mulsanne, el Continental Flying Spur asumirá el papel de sedán insignia del fabricante de automóviles.
El desarrollo del V8 original de Bentley comenzó a principios de la década de 1950, cuando se le pidió al diseñador sénior de motores Jack Phillips que presentara un reemplazo para el viejo seis cilindros en línea. La nueva unidad tenía que mantener el tamaño y el peso, pero entregar al menos un 50% más de potencia.
El resultado fue la unidad de 6.2 litros que debutó en el Bentley S2 de 1959, un automóvil que contaba con aire acondicionado, dirección asistida y ventanas eléctricas, una revolución para la época. El motor fue rediseñado para adaptarse a la Serie T de 1965 y, en 1971, su capacidad se incrementó a 6.75 litros.
El bloque sufrió importantes cambios cuando se introdujo el primer Mulsanne en 1980, a fin de mejorar las emisiones y la seguridad de los pasajeros en caso de accidente. La última revisión importante que sufrió el V8 tuvo lugar en 2010, cuando conocimos el nuevo Bentley Mulsanne.
En poco más de seis décadas han salido 36.000 motores de la Serie L de Crewe. Se trata de una cifra bastante razonable si tenemos en cuenta que la última versión de esta mecánica requiere 15 horas de trabajo para ser ensamblada y probada. Además, cada uno de los ejemplares incluye una chapa con la firma del especialista que lo monta.
Como apunta Peter Bosch, «nuestro venerable V8 de 6.75 litros ha impulsado el buque insignia Bentley durante más de seis décadas, y por eso se ha ganado su retiro. Que este motor haya resistido la prueba del tiempo durante tantos años es fruto del esfuerzo de los ingenieros para que el bloque fuera cada vez más potente, refinado, eficiente y confiable«.