A estas alturas de la película ya te habrás dado cuenta de que el indicador de revoluciones de tu coche tiene una parte roja que, en función del tipo de vehículo, es más o menos corta. De igual forma, te habrás fijado en que el número máximo que alcanza no es igual en todos los vehículos. Esto se debe a que tu coche cuenta con un limitador de revoluciones, y es una pieza fundamental del motor.
Parece evidente pensar que los motores necesitan limitadores de revoluciones para evitar daños por exceso de velocidad de funcionamiento, pero ¿sabes cuáles son las diversas formas en las que pueden funcionar? ¿Y lo que ocurre si tu coche no lo lleva? Tranquilo, ya estamos aquí nosotros para despertar tu curiosidad y, de paso, despejar tus dudas.
¿Qué es un limitador de revoluciones?
Para comprender qué hace un limitador de revoluciones, es necesario tener una idea de cómo funciona un motor. Los motores están diseñados para trabajar de manera óptima en un intervalo de revoluciones concreto; así como para poder funcionar hasta una determinada velocidad. Dicha velocidad se mide en revoluciones del cigüeñal por minuto.
Básicamente, lo que hace el limitador de revoluciones es, precisamente, limitar la velocidad máxima de funcionamiento que puede alcanzar el motor. La razón no es otra que evitar que el motor pueda sufrir daños graves por superar un régimen de revoluciones demasiado alto para su correcto funcionamiento. Si va más allá de sus límites, se rompe, así de fácil.
El limitador de revoluciones se configura en el punto en el que el fabricante del motor desea que se acelere de forma regular ¡Ojo! No debe confundirse con la línea roja del cuentarrevoluciones, aunque es cierto que a veces se configura en el mismo punto del rango de vueltas. La línea roja es el comienzo de la zona de velocidad del motor en la que es mejor no pasar demasiado tiempo.
El limitador de revoluciones, por su parte, está ahí para evitar que la velocidad del motor vaya más allá de lo que los componentes son físicamente capaces de soportar ¿Qué pasa si el limitador falla o no está? Que no vas a querer ver la factura del taller cuando, por ejemplo, se te parta una biela (el brazo que une el cigüeñal al pistón).
¿Qué tipos de limitadores existen?
En función de su manera de actuar sobre la mecánica podemos diferenciar dos tipos de limitadores de revoluciones: los duros y los blandos. Empezaremos por los segundos, que son los más habituales en los modelos convencionales de nuestras carreteras. Básicamente, se les denomina “blandos” porque ejercen una presión menor sobre otros componentes mecánicos.
Dicho de otra forma, llevan a cabo de forma progresiva la reducción de revoluciones cuando el motor excede sus límites. Si los forzamos, únicamente mantienen las revoluciones del motor en un máximo establecido. Por el contrario, los limitadores duros detienen el proceso de combustión al alcanzarse un régimen de vueltas excesivo.
Capan por completo la potencia del motor, no volviendo a iniciar el proceso de combustión hasta que el régimen de revoluciones alcanza un nivel óptimo. Suelen utilizarse en vehículos muy deportivos o de carreras, ya que estiran al máximo las vueltas permitidas. A cambio, alcanzado el límite, pegan un fuerte corte. Todo ello sin perjuicio de que, si forzamos mucho cualquiera de ellos, podamos reventar el motor.
Hoy día también son habituales los limitadores de revoluciones variables. Normalmente, estos reducen las revoluciones máximas mientras el coche está detenido, o cuando el motor aún está en fase de calentamiento. En movimiento o a temperatura óptima, alcanzan su límite habitual. Y sí, como imaginas, en el mercado de accesorios puedes modificar tu limitador, aunque cuidado con el resultado…
Fuente: Carthrottle