No hace mucho tiempo que ha llegado la vuelta al cole, al igual que tampoco hace mucho que las carreteras se llenaron de autobuses amarillos llenos de niños camino de la escuela. Después de contaros quién inventó el autobús y su historia, ahora es el turno de los famosos autobuses escolares, especialmente esos tan pintorescos que podemos ver en los Estados Unidos.
Como ya sabréis, los autobuses escolares se utilizan para transportar a los niños desde diferentes lugares a las escuelas a las que asisten. Es lo que en España se conoce popularmente como “ruta escolar”, aunque en nuestro país se emplean autobuses o autocares convencionales. Es más, pocos países, a excepción de los Estados Unidos y Canadá, utilizan autobuses especialmente diseñados para este fin.
La necesidad de utilizar estos autobuses surgió de la falta de medios de transporte que conectaran diversas áreas, especialmente rurales, con las escuelas. El transporte público era escaso y, como podréis imaginar, poco seguro, sobre todo para los más pequeños de la familia. Si bien es cierto que en la actualidad son muchos los países y colegios que ofrecen este servicio, la tendencia creció -que no nació- en los Estados Unidos.
Hagamos un viaje en el tiempo…
Al colegio en carruaje
A finales del Siglo XIX, la mayoría de los chavales iba a pie a la escuela, pero los más afortunados -y adinerados principalmente- recurrían ocasionalmente a carruajes de alquiler tirados por caballos, más conocidos como ‘Hid Hack’. Estos carruajes solían transportar unos 20 niños aproximadamente, los cuales accedían al mismo por una puerta trasera para no asustar a los caballos (característica que, curiosamente, aún se mantiene).
Este medio de transporte creció como la espuma, llegando a ser muy popular, pero su fama fue bastante breve, ya que las nuevas formas de propulsión avanzaban a pasos agigantados y los caballos empezaban a quedarse obsoletos. Esto dio paso a la aparición de los primeros autobuses escolares como tal, aunque durante un tiempo convivieron peculiares vehículos que eran un híbrido entre camión y autobús.
Dichos vehículos no eran otra cosa más que camiones que contaban con un habitáculo para el conductor y, en su parte posterior, montaban unas cabinas de madera de generosas dimensiones que eran desmontables, de forma que estas pudieran separarse del chasis cuando el camión se utilizara para una tarea diferente a la de transportar a los alumnos.
El primer autobús escolar
En la época de los carruajes, uno de los principales fabricantes de este tipo de vehículos era Wayne Works, pero su primera incursión en el mercado de los autobuses escolares no tuvo lugar hasta 1892, cuando una escuela de Ohio le solicitó un transporte especialmente diseñado para esta tarea.
El vehículo resultante fue bautizado como ‘School Car’ y básicamente era un carruaje tirado por caballos que contaba con una gran cabina posterior, la cual albergaba asientos perimetrales en forma de bancos de madera. Lamentablemente, en 1902 un incendio destruyó las instalaciones de Wayne Works, lo que obligó a paralizar la producción para reconstruir la factoría.
Ya con nuevas instalaciones, Wayne Works estaba listo para aventurarse en el apasionante mundo de los vehículos motorizados, y en 1910 volvió al mundo de la educación con el lanzamiento del primer autobús escolar motorizado. A diferencia de su predecesor, este autobús escolar gozaba de algunas comodidades, como los asientos acolchados que sustituían a los antiguos bancos de madera.
Este modelo es el primer lanzamiento documentado de un autobús escolar construido sobre el chasis de un automóvil.
En 1920, la compañía introdujo el uso de ventanillas de vidrio y, en 1930, vio la luz el ‘Super Coach’, que podía transportar hasta 76 niños, lo que le convirtió en el de mayor capacidad de la época. Con el paso de los años y, hasta su desaparición a mediados de la década de 1990, Wayne Works tuvo una gran influencia en la forma en la que se diseñan los autobuses escolares actuales.
En los años ’30 también nacen los modelos ‘Top California’ completamente metálicos, que suponían un gran avance en la fabricación de vehículos. En esa fecha nace también el modelo ‘Style-Transit’, que permitía transportar a un mayor número de viajeros y experimentó su mayor popularidad en la década de 1950, al necesitarse vehículos que transportaran el gran número de niños nacidos en el baby-boom.
Blue Bird y su Ford Model T
Puede que te suene el nombre de Blue Bird Corporation y, desde luego, no es para menos, pues hablamos de uno de los fabricantes de autobuses escolares más grandes y notorios que existen en los Estados Unidos en la actualidad. La empresa nació en 1920, después de que el propietario de la concesionaria de Ford, Albert Luce, decidiera fabricar una carrocería de autobús para el Model T.
Presentado finalmente en 1927, la idea surgió en realidad de un cliente, quien encargó una caja posterior de madera para el Model T que acababa de adquirir. La finalidad no era otra que trasladar a sus empleados de un punto a otro, y aunque la caja de madera no duró mucho con tanto trote, Luce había aprendido una gran lección.
De cara al siguiente modelo que desarrolló, optó por utilizar acero para los paneles de la carrocería y equipó las ventanillas laterales con cortinas enrollables. Rápidamente su idea sentó las bases de los autobuses escolares y no tardaron en aparecer modelos muy similares en el mercado. Albert Luce acababa de crear un estándar de autobús escolar para todas las compañías.
Lejos de desaparecer, con el paso de los años la firma no hizo otra cosa más que crecer y Blue Bird se convirtió en un fabricante internacional de autobuses escolares. En 1958 inició sus operaciones en Canadá y, ya en 1982, abrió una planta en Guatemala. En total, llegó a contar con hasta cinco fábricas en las que desarrollaba modelos para uso urbano, suburbano, escolar, comercial y vehículos de recreo.
A día de hoy, sólo perdura la factoría de Forth Valley, en Georgia, y en octubre del 2009, Blue Bird constituyó una sociedad conjunta con el fabricante canadiense de autobuses escolares Girardin Minibus, bajo la denominación Micro Bird, Inc.
Frank W. Cyr y el mítico autobús escolar amarillo
Mientras que en España se vivía el desenlace de la Guerra Civil, al otro lado del Charco el educador estadounidense Dr. Frank W. Cyr decidió hacer algo para establecer unas reglas básicas para los fabricantes de autobuses escolares. Tras años de investigación, había descubierto que los niños de los Estados Unidos no acudían a la escuela en transporte escolar en igualdad de condiciones.
Por aquél entonces existía toda una variedad incomprensible de autobuses, algunos muy nuevos y otros realmente anticuados. Cada uno lucía una coloración en su exterior, y el estado en el que se encontraban este tipo de vehículos era de lo más variopinto. Por todo ello, con el objetivo de marcar unos estándares a las compañías, organizó en 1939 la primera conferencia sobre el transporte escolar.
El Teachers College de la Universidad de Columbia fue el lugar elegido para reunir a todos los funcionarios de transporte de los Estados Unidos, así como a los representantes de las principales compañías que fabricaban autobuses escolares y empresas de pintura. En la conferencia, financiada por la Fundación Rockefeller, hablaron y debatieron hasta acordar un total de 44 normas que se aplicarían a todos los autobuses escolares.
Según un informe de American School Bus Council, actualmente hay alrededor de 480.000 autobuses escolares que operan en los Estados Unidos.
Entre las normas más reseñables cabe destacar el establecimiento de una longitud y una altura estándar, el ancho del pasillo, la comodidad de los asientos… La mayoría de estos estándares ha variado mucho desde entonces, pero hay algo que ha sobrevivido con el paso del tiempo, el mítico color amarillo de su carrocería, lo que los convierte en todo un icono norteamericano.
Oficialmente, el color utilizado en los autobuses se llama National School Bus Chrome y su razón de ser tiene mucho en común con los taxis de Nueva York. En el caso de los autobuses, las letras negras sobre fondo amarillo eran las más fáciles de detectar en condiciones de baja luminosidad, resultando el amarillo un color muy llamativo capaz de distinguirse desde la lejanía.
Tan pronto como se establecieron estos estándares, los diversos distritos escolares comenzaron a comprar y a operar con sus propias flotas. A medida que el número de estudiantes aumentó, el tamaño de los autobuses también creció exponencialmente, adaptándose cada generación a las nuevas disposiciones federales en materia de seguridad, así como a las nuevas normas de emisiones más estrictas.