BRABUS es uno de los preparadores más populares y exitosos del planeta, probablemente porque sus creaciones reúnen una estética radical junto con un interior exclusivo y lujoso. Recordemos que hace algún tiempo os contamos las 5 cosas que seguramente no sabías sobre BRABUS y, por lo tanto, os desvelamos algunos de los secretos del fabricante alemán y su fábrica en esta ciudad de Renania.
Si hablamos de cifras no hay duda alguna de que BRABUS es la marca de preparaciones más grande del mundo, produciendo la ingente cantidad de 6.500 coches al año y contando con una plantilla de 450 personas en todo el mundo. Por las manos de este especialista del mercado de accesorios del automóvil han pasado todo tipo de vehículos con estrella, y como no podría ser de otra manera, también los más grandes de la familia.
No, en esta ocasión no hablamos de la flamante Clase G, sino de los impactantes Unimog. Es bien sabido por todos que, si quieres llegar al fin del mundo, lo mejor es que vayas a bordo de un Unimog, uno de los camiones más famosos de la marca germana en el mundo off road. Sin embargo, deportividad y capacidades fuera del asfalto parecen no estar reñidas, y es por ello que hubo una época en la que BRABUS le dio una nueva imagen a este mastodonte de pata negra.
Los Mercedes-Benz Unimog son, desde 1951, los camiones más rentables de la firma de la estrella, con más de 350.000 unidades vendidas en 150 países. Son el imprescindible en numerosos sectores, desde bomberos hasta agricultores.
Rápidamente se convirtió en un ejemplar único cargado de fibra de carbono en su carrocería. Bautizado como BRABUS Unimog U 500 Black Edition, esta excéntrica creación fue presentada en sociedad hace más de una década -en 2005, para ser exactos- en el marco del Salón del Automóvil de Dubai. Ya sabéis que allí, entre duna y duna, les gusta todo aquél vehículo que sea exótico y tremendamente caro. Como no podía ser de otra manera, su exterior fue rematado en un siniestro tono negro.
Para deleite de todos los espectadores, este pintoresco Unimog fue equipado con unos paragolpes más prominentes con defensas totalmente nuevas, barras antivuelco cromadas de gran protagonismo, vinilos ‘Black Edition’ laterales y dos salidas de escape en posición vertical. Los pasos de rueda posteriores fueron ensanchados para poder incorporar unas enormes entradas de aire, casi tanto como las llantas todoterreno de 24 pulgadas calzadas con neumáticos Michelin XZL en medidas 455/70 R24.
Y no creáis que el interior se descuidó lo más mínimo, ya que como es habitual en el preparador, al lujo de la marca se incorporaron diversos elementos de corte deportivo como los asientos de tipo báquet tapizados en cuero de dos tonos, el volante forrado en piel o múltiples molduras en fibra de carbono. Además, el sistema multimedia COMAND fue heredado del Mercedes-Benz Clase S de la época, contando con navegador, DVD, brújula, mando para órdenes verbales, pantalla de 6,5 pulgadas, climatizador bizona, equipo de sonido de alta fidelidad…
Esta bestia tuneada quedaba muy lejos de ser un camión de obra y, entre modelos de la talla de Rolls-Royce, Bentley o Bugatti en el país donde los petrodólares todo lo pueden, escondía orgulloso en sus entrañas un propulsor turbodiésel de 6.4 litros y 280 CV de potencia. Asociado a una transmisión automática y secuencial EAS con reductora, transmitía toda su fuerza bruta de 1.100 Nm al asfalto a través de las cuatro ruedas, ofreciendo una desmultiplicación digna de admirar.
Con sus cifras de potencia y un peso de nada menos que 11,99 toneladas, era capaz de alcanzar los 120 km/h, todo ello sumado a una capacidad de remolque de 4,3 toneladas. Pero lo más curioso era el mecanismo de hinchado o desinflado de sus neumáticos controlable desde la cabina, a fin de superar con éxito todo tipo de complicaciones como rocas, arena, dunas, ríos, nieve o, literlamente, cualquier obstáculo que se le pusiera por delante. Su precio, lógicamente, era tan desorbitado como sus capacidades: 230.000 euros.