Corría el año 1983 cuando el presidente de Toyota, Eiji Toyoda, desafió a su compañía a construir «un automóvil que sea mejor que el mejor del mundo«. Era una propuesta extremadamente ambiciosa y no fueron pocos los que rápidamente descartaron la idea, tachándola de fantasía y asegurando que sus planes eran simplemente imposibles.
Al fin y al cabo, ¿cómo podría una empresa sin experiencia en el mercado internacional de automóviles de lujo tener alguna esperanza de igualar, y mucho menos exceder los logros de los líderes establecidos de la industria? Pues podían. De hecho, gracias a la inspiración y a la total dedicación de las personas detrás del proyecto «Circle F» (‘F’ de Flagship, buque insignia), nació el Lexus LS 400.
Hoy en día conocido como el Mercedes-Benz Clase S nipón, el Lexus LS 400 es uno de esos automóviles que la historia ha elevado a la categoría de histórico, un revolucionario que redefinió el concepto del automovilismo de lujo. Como te estarás imaginando, el Circle F era un proyecto de alto secreto, con más de 4.000 personas involucradas en llevarlo a buen término.
Desde el principio, los objetivos establecidos para el LS fueron excepcionales. Más que objetivos podríamos decir que se trataba de exigencias. El LS 400 debía tener una velocidad máxima de 250 km/h, un consumo medio que no superase los 10,5 l/100 km, un coeficiente de arrastre de no más de 0.29 y, circulando a 100 km/h, el ruido en la el habitáculo no podía superar los 58 dB.
Ahora resultan unos objetivos razonables, pero en aquél entonces, estas cifras suponían que el LS fuera más rápido, más silencioso, más aerodinámico y más eficiente en combustible que cualquiera de sus rivales alemanes. Cada objetivo por sí solo era ambicioso; que todos se lograran en conjunto parecía, sencillamente, una utopía.
Todo ello teniendo en cuenta que Toyota nunca antes había construido algo como el LS, estaba entrando en un territorio completamente nuevo. Por suerte, había personas clave ansiosas por enfrentar el desafío y, la implacable búsqueda de la perfección, llevó el proyecto a buen puerto. Es más, esa frase incluso llegó a definir a Lexus.
Takahashi estaba convencido de que la comodidad y el rendimiento podían coexistir en un solo vehículo, un automóvil que fuera tranquilo, pero también estimulante tras el volante. Y esta capacidad de aunar en un coche cualidades aparentemente conflictivas tiene un nombre, en Lexus lo conocen como ‘filosofía YET’, e influyó en el LS 400 de la siguiente manera:
- Conducción superior a alta velocidad, pero cómodo para viajar.
- Rápido, pero eficiente en combustible.
- Muy silencioso, pero ligero.
- Elegantemente diseñado, pero aerodinámico.
- Con un interior cálido y atractivo, pero muy funcional.
- Encuentra la fuente, resuelve el problema.
El ingeniero jefe Takahashi era consciente de que cumplir con los ambiciosos objetivos del LS requería un cambio conceptual completo de las normas de ingeniería establecidas en Toyota por aquél entonces, así que su equipo tuvo que re-evaluar todo aquello que pudiera limitar al LS 400 como vehículo. Debían volver a la fuente, un proceso conocido como genryu-shugi en Japonés.
No se utilizaban medidas secundarias para combatir los problemas que aparecían, sino que se solucionaban de raíz, evitando que aparecieran.
También supuso un gran reto para la compañía averiguar qué significaba el lujo para los clientes internacionales, lo que implicó un arduo trabajo de campo, pero el equipo de desarrollo del Circle F no se amedrentó. Desarrollaron tanto una nueva plataforma como un nuevo motor: una unidad V8 de aluminio de cuatro cámaras y cuatro cilindros que producía 245 CV.
Después, le dieron a todo ello un elegante envoltorio. Se construyeron hasta 973 prototipos para certificar que el LS 400 era lo mejor de lo mejor, algo que quedó patente en el primer anuncio televisivo del modelo. En él, veíamos una pirámide de copas de champán sobre el motor del LS mientras que el automóvil aceleraba en una carretera hasta 240 km h.
Hubo 450 unidades de prueba y que cubrieron más de 4,4 millones de kilómetros.
Las copas no se movían y estaban llenas de champán, sin que se derramase ni una gota, de ahí que el spot fuera conocido como «Art of Balance». Igualmente, se llevaron a cabo numerosas pruebas en el túnel del viento, construyéndose 14 modelos a escala real en un período de 16 meses (lo normal era desarrollar unos seis ejemplares). «Simple, limpio, inteligente» fueron las palabras clave para el diseño.
El diseño final se firmó en mayo de 1987, combinando la imagen tranquilizadora de un automóvil europeo con la elegancia de un modelo japonés. En el interior había cuero fino para la tapicería, madera de primera calidad en las molduras (se evaluaron 24 variedades diferentes) y mucha innovación. Era la hora de mostrarle al mundo de qué eran capaces.
El lugar elegido para el debut del Lexus LS 400 no pudo ser más acertado: el Salón del Automóvil de Detroit de 1989. La respuesta positiva de los medios y expertos de la industria fue igualada por el entusiasmo del público: las ventas alcanzaron los ambiciosos objetivos y el LS 400 se convirtió rápidamente en el automóvil de lujo importado más popular de Estados Unidos. La revolución estaba en marcha.