Todavía recuerdo con especial cariño el Citroën Xantia de color rojo que tenía mi padre. Lo cierto es que es un gran modelo de la década de 1990. Puede que te gustara más o menos, pero fue todo un superventas. Concretamente, se fabricaron 1.326.259 ejemplares entre 1993 y 2010. Además, logró un «récord» que poca gente recuerda (sí, récord entre comillas).
Más de 100 años de diseños futuristas, suspensiones regulables y ruedas traseras carenadas han servido para percatarnos de que la marca de los dos chrevrones, contra todo pronóstico, es una auténtica historia de éxitos. Andre Citroën, su fundador, es un fiel reflejo de la marca, un genio visionario que nació y creció en una época en la que todo sonaba a progreso.
Hombre no solo de negocios, sino también de marketing, contribuyó en el estrechamiento de la relación entre esta ciencia y la automoción, además de implantar grandes tecnologías en el mundo del automóvil. La gran mayoría de ellas llegaron al mercado en forma de vehículos de producción, algunos de ellos realmente míticos, mientras que otras quedaron en el olvido.
Al entrar en los años ’90, la marca de los chevrones atravesaba un momento crítico. La década de los ’70 fue desastrosa y Citroën tuvo que ser rescatada por Peugeot. En la década de 1980, el exitoso Citroën BX consiguió reflotarla. Sin embargo, cuando este comenzó a dar síntomas de flaqueza a nivel comercial, fue necesario buscar un sustituto que marcase la senda del éxito.
En marzo de 2023, el Citroën Xantia cumple 30 años.
El nacimiento del Citroën Xantia
Presentado al mundo el 4 marzo de 1993, en el Salón de Ginebra, el Citroën Xantia ha conseguido convertirse en un modelo de colección. La mayor parte de las unidades salieron de la fábrica de Rennes-la-Janais y, con el paso de los años, tras sus múltiples evoluciones, el Xantia se ha convertido en un modelo icónico de la marca Citroën.
El Xantia nació de la mano de Daniel Abramson en el centro de estilo Citroën. Lo hizo a partir de la propuesta del centro de estilo italiano Bertone. Con su llegada al mercado, sucedió al famoso BX. Dinámica, fluida y robusta, esta berlina tomaba algunas líneas del XM que no terminaba de conquistar al público e impuso una nueva silueta en la gama del fabricante de automóviles galo.
Hablamos de una época en la que llegaron al mercado berlinas como el Renault Laguna y el Ford Mondeo. Citroën se debatía entre mantener una estética personal como en los BX y XM, o bien algo más comercial y menos arriesgado. Bertone finalmente dio en el clavo con una berlina de líneas personales, sobre todo en su zaga de dos volúmenes y medio, con un Cx de 0,30 en el mejor de los casos.
Si bien lucía unas líneas menos personales que los modelos anteriores, se permitía el lujo de adaptarse mejor a un mercado cada vez más homogéneo. Esta también fue una de las razones del cambio terminológico en el nombre de la berlina. Citroën abandonó las denominaciones de una consonante seguido de una equis para transmitir al público la idea de una nueva era en la marca.
Gracias a su estilo único, el Citroën Xantia incluso fue elegido mejor coche del año en 1993, año de su lanzamiento. El Xantia era de esas berlinas que, junto al Citroën XM, fue concebida ya bajo el paraguas de Peugeot. Pese a su diseño distinguido y de formas ahusadas, este Citroën prestaba una estética alejada de las formas del DS, una nueva berlina de estilo sobrio y conservador.
La evolución del Xantia
Durante nueve años de producción, el Xantia experimentó múltiples evoluciones. Inicialmente, estaba disponible en dos acabados (SX y VSX), con tres motorizaciones diferentes. Las versiones de gama alta estaban equipadas con el sistema hidroneumático «Hydractive II», un sistema de suspensión controlado electrónicamente que se hizo realmente famoso.
Permitía reducir el balanceo y mejorar la maniobrabilidad sin degradar el confort. En 1994 llegó la versión Activa, que incorporaba el sistema Hydractive II, completado por dos cilindros que impedían que el balanceo superase los 0,5°, elevando a 10 el número de esferas a bordo. Un año después nacía el Xantia Break, del que derivó el Citroën Xantia Break Buffalo 4×4 de 1996.
En 1997, el Xantia fue remodelado y, finalmente, en 1998, el Xantia estrenó el nuevo motor diesel 2.0 HDi diésel common rail de alta presión. Confort, seguridad, tecnología y placer de conducción eran las consignas de este sedán. Un confort sin parangón en la época, con un acolchado que se ha convertido en una verdadera firma del Xantia y de los modelos que le sucedieron.
Destaca el Citroën Xantia Activa II 3.0i de 1997 y su pesado motor V6 de 190 CV y 267 Nm de par colgado de su eje delantero. Era un modelo claramente enfocado al confort de los pasajeros. Buena prueba de ello era la evolución de la suspensión Hidroactiva II que escondía en sus entrañas. No es ningún secreto que Citroën siempre se ha caracterizado por sacar peculiaridades únicas.
A simple vista, puede que el Xantia no despertase especial interés en ti, pero lo cierto es que pocos coches en aquella época eran capaces de tomar las curvas prácticamente planos y reírse de un Volkswagen Golf V6 4Motion en el circuito (con más de 6 segundos de diferencia en 2,5 kilómetros). A ello hemos de sumarle también el récord en la ‘Prueba del Alce’.
Entre 1993 y 2001 se fabricaron 1.124.526 Citroën Xantia, 150.000 de ellos del Break. Del Citroën Xantia Activa se fabricaron más de 18.000 ejemplares entre 1995 y 2001. Lo cierto es que SAPIA siguió fabricándolo en Irán hasta 2010. Citroën cita una cifra total de 1.326.259 unidades en 17 años, aunque algunas fuentes de la propia compañía hablan de casi 1,53 millones de coches producidos.
La suspensión Hidroactiva II del Citroën Xantia
La suspensión Hidroactiva II tomaba como base la primera generación, equipada en el Citroen XM. Sobre ella se llevaron a cabo una puesta a punto y modificaciones en la gestión electrónica de las barras estabilizadoras activas. A esta le acompañaba desde 1995 un sistema que evitaba el balanceo de la carrocería en las curvas.
Este sistema ya se había probado en otros modelos, logrando resultados muy positivos en los vehículos deportivos. Básicamente, contaba con dos cilindros hidráulicos solidarios a las barras estabilizadoras, dos esferas nuevas rellenas de líquido hidroneumático en el circuito hidráulico -SC/CAR- y dos reguladores para el sistema.
En recto, las barras estabilizadoras permanecían desconectadas en pro del confort, pero cuando se llegaba a la curva, ejercía una fuerza sobre las barras estabilizadoras al detectarse una inclinación de 0,3 grados, permitiendo una inclinación máxima de sólo 0,5 grados. El resultado era una inclinación casi nula y una estabilidad excepcional en curvas.
Por ejemplo, mientras que el Citroën Xantia convencional era capaz de soportar fuerzas laterales de hasta 0,9 G, el Activa lograba unos increíbles 1,2 G de fuerza lateral, como un Porsche 911. Pero no es oro todo lo que reluce. Esta suspensión también tenía sus inconvenientes, ya que la sensación de desconexión entre las ruedas y el asfalto era notable.
Esto transmitía inseguridad a quien lo conducía. Además, a elevada velocidad, la dureza era tal que la suspensión apenas filtraba las irregularidades del asfalto. Esas razones llevaron a que dejáramos de verla en el sustituto del Xantia a partir de 2001, el Citroën C5. Una auténtica pena, porque lo cierto es que era una suspensión excepcional.