En el mundo de los automóviles de alto rendimiento, no es raro que los modelos más exóticos compartan algunos componentes o ideas con sus homólogos más mundanos. Sin embargo, la historia del Aston Martin V8 Vantage va mucho más allá de unos faros compartidos o un elevalunas heredado. Hablamos de una pieza clave para su existencia.
Nuestro protagonista de hoy es nada menos que el modesto Peugeot 505, y la historia es fruto de los recuerdos de Steve Edwards, un estudiante de ingeniería aprendiz en Aston Martin en 1993. Recogida originalmente por Carscoops, esta curiosa anécdota se destaca como un ejemplo único de pensamiento lateral e ingenio.
Para ponernos en situación, a principios de los ’90, Aston Martin lanzó al mercado el V8 Vantage. Se trataba de un coupé derivado del Virage y en sus entrañas escondía un motor V8 de 5.3 litros con doble sobrealimentación. Desarrollaba la friolera de 558 CV (410 kW) y 752 Nm de par máximo, unas cifras cuanto menos llamativas en la época.
De hecho, ahí radicaba precisamente el problema…
Un Aston Martin V8 Vantage demasiado potente
Durante el desarrollo del Aston Martin V8 Vantage, el equipo de ingenieros se dio de frente con un problema grave de desarrollo. El prototipo erogaba tanto par que el diferencial no era capaz de soportarlo y se salía de los soportes traseros. Fue entonces cuando el ingeniero principal sugirió que se usara un sistema de transmisión por tubo de empuje.
También conocido como tubo de par o puente basculante, hablamos esencialmente de un túnel hueco de gran diámetro, normalmente hecho de acero. Un extremo está conectado al árbol de transmisión; mientras que el otro está atornillado a la transmisión. A través del tubo pasa el eje de transmisión. Con ello se mejora la rigidez estructural.
La gran incógnita era ¿Dónde encontrar un tubo de par? Era una pieza que ya pocos fabricantes de automóviles empleaban en aquella época. El Corvette podía ser una opción, pero no a este lado del Charco ni en un desguace… Fue entonces cuando a a alguien se le encendió la bombilla. Había un modelo europeo y fiable que lo había equipado en su día.
El Peugeot 505 al rescate
Sí, el Peugeot 505, el último modelo de Sochaux con tracción trasera. Si bien en Europa no fue especialmente popular, se trataba de una berlina con gran reputación en países de África por su fiabilidad. Allí era uno de los pocos coches que se seguían vendiendo con la configuración de tubo de par y circuló hasta bien entrados los 2000.
Como recuerda el propio Edwards, “cuando tenía 18 años, después de pasar una mañana hablando por teléfono, me enviaron por la autopista desde Newport Pagnell en una Ford Sierra azul hasta un patio de desguace llamado Three Arches en Londres. Y allí compré un conjunto de diferencial y eje de transmisión de un Peugeot V6 505 Estate”.
Una vez conseguido el conjunto, el equipo de desarrollo compuesto por 12 personas se puso mano a la obra. Los elementos fueron cortados, equilibrados y conectados, un trabajo laborioso, pero que dio sus frutos. Todo funcionó como debería, aunque después de un tiempo, la unidad motriz de Peugeot se desgastó, ya que no estaba diseñada para tales fuerzas.
En cualquier caso, esta solución improvisada demostró que el concepto era perfectamente viable. Entonces, el equipo utilizó lo aprendido para crear una solución específica adecuada para el automóvil de producción. Y así fue como el Peugeot 505 salvó al Aston Martin V8 Vantage de acabar siendo un simple sueño para la firma británica.