Este año Porsche cumple nada menos que 70 años, un total de siete décadas en las que el fabricante alemán nos ha dejado auténticas joyas del automovilismo y deportivos para el recuerdo. Todo comenzó de la mano de Ferdinand Porsche cuando en 1948 presentó el primer modelo de la actual marca Porsche, el Porsche 356, basado en el Volkswagen Beetle que había dado a luz años atrás.
Después del 356 llegó el 911 y, con él, el motor bóxer de seis cilindros para finalmente en 1977 desvelar uno de los modelos menos reconocidos de la marca, el Porsche 928. Este deportivo de cuatro plazas fue comercializado desde 1978 hasta 1995 con más de 61.000 unidades vendidas y esconde una singular historia que muy pocos conocen hoy en día.
Desde su lanzamiento al mercado muchos identificaron el Porsche 928 como el «Corvette alemán» por sus silueta y apariencia afilada, pero lo que pocos sabían es que esta conexión era mucho más profunda de lo que podríamos llegar a creer en un primer momento. Y es que todo comenzó con el Corvette C5 de quinta generación, un deportivo innovador gracias a su configuración y cambios radicales que permitían una mejor distribución del peso y un interior más espacioso.
Por aquellos años, mientras el Corvette C5 estaba aún en desarrollo no era difícil encontrar otros deportivos con motor central delantero y tracción trasera. Al parecer Chevrolet, ya desde mediados de la década de los 50′ había planeado construir un modelo con las mismas características, cuando la primera generación del Corvette aún no había sido vista más allá de algún salón del automóvil.
Ahora, el diseñador y periodista Robert Cumberford ha desvelado esta conexión entre Porsche y Corvette en Automobile, una historia que hasta el momento nadie conocía. Todo comenzó en 1956 cuando dos jóvenes trabajaban juntos en el Centro Tecnológico de General Motors para desarrollar el Corvette C2. Cumberford era uno de ellos, encargado de darle forma al futuro deportivo de la marca, y Anatole Lapine se encargaría de su ingeniería.
Después de hablar con Zora Arkus-Duntov y Ed Cole se les ocurrió modificar la distancia entre ejes para que fuera más corta que la del C1, con el motor V8 desplazado hacia atrás junto con la caja de cambios. Ese tipo de configuración no sería utilizada hasta la llegada del Corvette C5, pero Porsche ya había introducido el mismo concepto con la llegada del Porsche 928 que fue presentado en el Salón del Automóvil de Ginebra en 1977.
Anatole Lapine trabajo varios en General Motors en diferentes puestos desde los años 50′ hasta 1969 cuando Porsche le contrató como jefe de diseño. Fue en este momento cuando Lapine decidió utilizar la misma configuración que habían ideado anteriormente para el Corvette C2 en el Porsche 928, y todo para que el fabricante alemán fabricara «su» Corvette ante el miedo a que en los Estados Unidos se prohibiera la configuración trasera, por la cual se distingue el Porsche 911.
El Porsche 928 fue el primero de la marca producido en serie con un motor V8, lo que supuso un importante cambio en la compañía donde lo habitual era montar el motor bóxer de seis cilindros.
Así, el Porsche 928 era mucho mejor que cualquier otro diseño de GM por aquel entonces en la era de Harley Earl, además, Porsche consiguió un resultado mucho más refinado y elegante que el de Chevrolet. Una idea que inicialmente fue concebida en 1956 se hizo realidad para Corvette en 1997, aunque Porsche se había adelantado y ya lo había implantado dos décadas antes.