El nuevo Mercedes-Benz G 580 EQ se adentra plenamente en la tradición de la serie de modelos creada en 1979. Al igual que los modelos de propulsión convencional, se basa en un concepto de chasis de escalera, un sistema de reductora, suspensión delantera independiente y un eje rígido en la parte trasera. Tampoco faltan leves cambios estéticos.
Si bien el diseño original se ha conservado en gran medida, el G 580 EQ esconde cambios importantes debajo de su apariencia tan familiar. Vemos que mantiene la forma cuadrada y el estilo robusto de los modelos ICE, pero se distingue por la parrilla cerrada con un contorno iluminado, unas llantas aerodinámicas de 20 pulgadas y la opción de prescindir de la rueda de repuesto en la zaga.
La firma alemana también ha realizado algunas optimizaciones aerodinámicas, aunque siga siendo un ladrillo con ruedas. Tenemos un capó elevado y cortinas de aire en los pasos de rueda ensanchados; así como diferentes revestimientos en los pilares A y un borde de alerón en el techo. En opción, la parrilla puede sustituirse por un panel negro y hay cuatro colores especiales de Manufaktur.
Mercedes-Benz incluye de serie los paquetes AMG Line y Night, además de las pinzas de freno en color azul y una caja para almacenar el cable de carga, cadenas para la nieve y diversas herramientas, siempre que los artículos no superen los 10 kg. Se ofrecerá inicialmente como Edition 1, aunque la gama de acabados y, por supuesto, de opcionales, será mucho más amplia.
El precio de partida será de 142.621,50 euros en Alemania.
Si pasamos al interior, vemos un habitáculo muy similar al del Clase G de combustión, pues los cambios son menores. Eso sí, las pantallas de 12,3 pulgadas suman gráficos específicos de los vehículos totalmente eléctricos de la marca, al tiempo que suma molduras de fibra de carbono y costuras a contraste en azul.
En las entrañas del Mercedes-Benz G 580 EQ
Bajo el capó del poderoso Clase G eléctrico descansan nada menos que cuatro motores eléctricos (consumo de energía combinado: 30,3 – 27,7 kWh/100 km). Suman una potencia conjunta de 579 CV (432 kW) y 1.164 Nm de par máximo, resultando más salvaje que el G 63 AMG y con una entrega de par instantánea. Esta configuración mecánica permite pasar de 0 a 100 km/h en 4.7 segundos.
En esencia, es solo cuatro décimas más lento que la versión AMG de gasolina. La velocidad punta asciende a 180 km/h, limitada electrónicamente. Su batería de iones de litio de alto voltaje de 116 kWh integrada en el chasis de escalera garantiza un centro de gravedad bajo y permite una autonomía de hasta 473 kilómetros según el ciclo WLTP.
La potencia máxima de carga en CC es de 200 kW y de 11 kW en CA.
Para protegerla de la intrusión de agua y suciedad, está alojada en una carcasa resistente a la torsión. Y es que, como buen Clase G, sus capacidades fuera del asfalto no tienen desperdicio. Supera a los Clase G de combustión en profundidad de vadeo, con 850 mm. También puede subir pendientes laterales de hasta 35 grados y ofrece 250 mm de distancia al suelo entre los ejes.
Las cotas son un ángulo de entrada de 32 grados, un ángulo de salida de 30,7 grados y un ángulo ventral de 20,3 grados. Al igual que la Clase G ICE, puede subir pendientes del 100%. Diferente a los gasolina y diésel es, desde luego, el sistema «G-Roar», que es un sonido de motor falso que sale por los altavoces. Tampoco faltan la reductora Low Range seleccionable y la función G-Steering.
Más llamativo es el sistema G-Turn, que permite realizar el giro sobre si mismo en superficies sueltas o sin asfaltar. Se incluyen bloqueos de diferencial virtuales mediante vectorización de par, cinco niveles de regeneración de energía, cinco modos de conducción y amortiguadores ajustables adaptativos.