En su día, Rolls-Royce solía ser el rey de la construcción de carrocerías, sobre todo cuando los carruajes tirados por caballos superaban en número a los automóviles en el Reino Unido. Sin embargo, pese a los orígenes de la marca, hacía ya tiempo que no veíamos ningún exquisito ejemplar a medida como este Rolls-Royce Boat Tail, más concretamente desde el Sweptail de 2017.
Aquél Rolls costó la friolera de 12.8 millones de dólares, pero esta cifra podría ser insignificante sin la comparamos con el último proyecto del fabricante de automóviles. El departamento de la marca encargado de elaborar carrocería a medida nos muestra hoy el hermoso Rolls-Royce Boat Tail, un lujoso convertible llamado a convertirse en el coche más caro del mundo.
El modelo toma su nombre de una serie de Rolls muy raros de finales de la década de 1920 y principios de 1930. Con un precio de 28 millones de dólares, unos 22.9 millones de euros al tipo de cambio actual, está claro que el Bugatti La Voiture Noire se queda bastante atrás. Solo habrá tres unidades, y esta que ves en las imágenes es la primera de ellas.
En las entrañas del Rolls-Royce Boat Tail
Debajo de los paneles de aluminio de la carrocería del Rolls-Royce Boat Tail se encuentra una versión de la plataforma Architecture of Luxury de la marca, presente en modelos como el Phantom. Mide casi 5,8 metros de largo y su inspiración náutica deja entrever unos faros LED súper delgados, barniz Caleidolegno de poros abiertos y una tapa para la cubierta con bisagra central.
Esta se abre como las alas de una mariposa y revela lo que la compañía llama una «suite de alojamiento». En el interior hay dos neveras y un juego de cubiertos y vajilla especiales de Christofle. Al abrirse el compartimento, los dos componentes se levantan hacia arriba y se inclinan 15 grados para facilitar el acceso. Completan el paquete un par de taburetes de fibra de carbono y una sombrilla.
Si bien se trata de un convertible con techo fijo, también incluye una cubierta de lona temporal a bordo.
Bajo el capó se mantiene el icónico motor de gasolina con 6.75 litros y doce cilindros del Phantom, que desarrolla 571 CV de potencia y un par máximo de 900 Nm desde sólo 1.700 rpm. Se combina con una transmisión automática con ocho velocidades asistida por satélite desarrollada por ZF que suponemos tiene un funcionamiento impecable.