Las exportaciones de coches en Japón son un gran negocio, mucho más de lo que parece. De hecho, recientemente os hable de ello a raíz de varias docenas de Nissan Skyline R32, R33 y R34 que esperaban a ser comprados en un almacén. Para que os hagáis una idea, en la actualidad, el país asiático exporta poco más de un millón de vehículos usados anuales, especialmente a mercados emergentes y Nueva Zelanda.
En los últimos años incluso han crecido las exportaciones a los Estados Unidos de algunos modelos muy concretos gracias a la posibilidad de homologarlos, como es el caso de los Mazda RX-7, Toyota Supra o Nissan Skyline GT-R, por poner algunos ejemplos, siendo este último el más preciado de todos. La razón es simple, el Skyline GT-R siempre se mantuvo como un modelo exclusivo para el mercado japonés.
Si bien algunos ejemplares con volante a la derecha llegaron a algunos mercados como el Reino Unido, Hong Kong, Australia, Nueva Zelanda, Singapur y Malasia, la mayor parte de las unidades se quedaron en territorio nacional. El problema es que muchos de esos ejemplares ahora se están exportando a múltiples países del mundo y a los japoneses no les hace ninguna gracia.
Según cuentan desde Jalopnik, hay numerosas tiendas especializadas que han creado un movimiento para tratar de mantener los GT-R dentro de las fronteras japonesas y, con ello, estabilizar los precios para los compradores locales. Como os podéis imaginar, la demanda de los Skyline en otros mercados ha subido los precios hasta límites insospechados.
En Japón, el GT-R es un automóvil icónico, un héroe para aquellos que no podían permitirse uno. En sus inicios, el GT-R fue concebido como un deportivo de alta tecnología destinado a los sectores superiores de la clase media. Sin embargo, la velocidad a la que se exportan en la actualidad está causando escasez en Japón, lo que eleva los precios a niveles que no coinciden con la posición en el mercado del GT-R.
Para que os hagáis una idea, un Nissan Skyline GT-R R34 en buen estado puede superar los 100.000 euros al cambio en Japón, una cifra muy por encima de lo que se puede permitir la clase media. Lo interesante y digno de respetar es que las empresas locales de compraventa de coches, lejos de frotarse las manos con las elevadas cifras, buscan frenar las importaciones para tratar de vender su icono a nivel nacional.
Cuanto menos, digno de respetar. La mala noticia es que si buscas hacerte con uno de estos ejemplares, te recomiendo que vayas pensando en hacerlo cuanto antes, pues no tardarán en cerrar el grifo. Aunque es cierto que no tendrás problema en encontrar particulares, distribuidores y casas de subastas que felizmente te vendan un GT-R a precio de oro, nunca será lo mismo que hacerlo en una tienda especializada de confianza a precio razonable.