¿Has tenido alguna vez un Porsche 911 en tu propiedad? ¿Has podido probar un Jaguar E-Type? La gran mayoría de los mortales, desafortunadamente, solo tendremos un ‘no’ por respuesta. La especulación en los coches clásicos y la gran burbuja del mercado, en este caso, no nos lo ha permitido. Ya lo dice bien el dicho, y es que «por el interés te quiero Andrés».
Lamentablemente, el gusto por los coches de época ya no es tanto una afición, sino más bien un negocio. ¿Qué está pasando en el mercado? ¿Hay futuro para el entusiasta del coche clásico? Tenemos preparado un debate de esos que puede que te interesen, porque ahora los sesenta, setenta, ochenta y noventa están de moda, sobre todo si hay billetes de por medio.
El vehículo clásico como refugio de valor
Si bien es cierto que las colecciones de coches se forjaron a mediados del siglo XX, la especulación del coche clásico empezó en los años ochenta, tomando como precedente la crisis del petróleo. Los grandes perfiles financieros perdían la fe en los fondos de inversión y los valores bursátiles se mostraban cada vez más inestables, así que el comercio con los coches de época surgió como una nueva fuente de ingresos.
Pese a que el negocio fue horneándose desde los ochenta, la compraventa de clásicos empezó su expansión en el nuevo milenio, especialmente gracias a las subastas, que estaban arrasando en Norteamérica. El vehículo clásico ya no solo era una pieza de colección con un gran componente emocional, sino un activo de valor con el que frotarse provechosamente las manos.
A diferencia de lo que ocurre en otros mercados, el de la compraventa de coches clásicos no queda condicionado a tantos factores externos – entiéndase como el sector inmobiliario o el sector del turismo, que dependen de variables como el desempleo o el malestar social, por ejemplo. Se trata de un mercado estable y certero, ya que el precio del coche de época no sufre grandes pérdidas de valor.
El coche clásico tiene un gran valor futuro garantizado por no depender tanto de los factores externos macroeconómicos.
Según indica la consultora Knight Frank, los coches clásicos se sitúan entre los activos de mayor inversión, siendo un bien que puede llegar a revalorizarse def forma notoria. Knight Frank dictamina que, en el primer año de la compra de un clásico, el valor del coche podría incrementarse hasta un 28%, un 115% los siguientes cinco años y hasta un 420% pasados los 10 años.
Esto son, sin lugar a dudas, valores de ensueño para quien tiene hoy un clásico en su garaje. Esa es precisamente la razón por la cual, en la última década, este mercado ha sufrido un crecimiento exponencial. Según el análisis del Classic Car Auction Yearbook, en el año 2009, el mercado de clásicos representaba 301 millones de euros de la escena mundial.
En apenas cuatro años, en 2013, se incrementó hasta los 622 millones de euros, alcanzando un pico máximo en 2015 de 1.080 millones de euros. Sin embargo, el cierre de datos anuncia que estos dos últimos años el mercado se ha estado estabilizando. Ahora solo falta que una nueva explosión de la burbuja no nos vuelva a peinar el flequillo.
Precios que incitan a especular
Hagamos un ejercicio sencillo: tratemos de revisar los clásicos con pedigrí. Abramos el buscador y comparemos los precios actuales con los de hace veinte años. Eso sí, prepárate para lo peor. ¿Lo has probado ya? Nosotros sí, y aunque de un primer vistazo el panorama es desalentador, también hay que tener en cuenta la devaluación del dinero.
Para los fanáticos de la marca de Baviera, el BMW M3 E30 es uno de esos clásicos de rigor que hay que tener en el garaje. Para hacernos una idea, en el año 2000 podíamos encontrar algún ejemplar cerca de los 8.000 euros con un kilometraje aceptable, no eran nada buscados. Hoy por menos de 45.000 euros no te vas a llevar ninguno.
El Ford Escort Cosworth, por ejemplo, sigue la misma línea. A principios de la década del 2000, las unidades de este modelo se vendían por unos 7.000 u 8.000 euros, mientras que hoy en día una unidad en buen estado, y no con mucho kilometraje, no lo encontrarás por menos de 35.000 euros. La fiebre de los Porsche es también paradigmática, sobre todo aquellos refrigerados por aire.
Uno de los más revalorizados es el 550 RS Spyder, que en su lanzamiento costaba unos 350.000 euros y se ha llegado a subastar por unos 2,5 millones de euros. Otros modelos como el Porsche 911 Carrera también han sufrido un incremento de valor. Hace veinte años podía costarte uno cerca de 10.000 o 15.000 euros, mientras que ahora ninguno se escapa de los 30.000 euros.
Los Volkswagen Golf de primera y segunda generación son también el santo grial, haciendo especial mención a las versiones GTI y Cabrio. Cerca de los 2000, un Golf MK1 o MK2 podía comprarse en torno a un precio de unos 1.000 o 2.000 euros. En la actualidad, por un ejemplar en buen estado y decente, no te escapas de los 6.000 – 8.000 euros.
El palmarés de oro se lo llevan los cuatro clásicos más valorados del mundo. La primera posición la ocupa el Ferrari 250 GTO, que se ha llegado a subastar por unos 62,7 millones de euros. Le sigue el Bugatti Type 57 SC Atlantic, que se vendió por unos 42 millones de euros.
El BMW M3 E30 no baja de los 45.000 euros, mientras que los Porsche refrigerados por aire son los más buscados.
La tercera posición la entabla el Rolls Royce 15C, subastado por un valor de 31,1 millones de euros. Finalmente, el cuarto puesto es para el Ferrari 250 Testarossa, que ha llegado a venderse por 29,9 millones de euros.
Comprar por tanto; vender por más
Todos recordamos con nostalgia el programa de “Joyas sobre ruedas”, emitido durante años en el canal Discovery Channel. Mark y Edd, sus protagonistas, compraban un coche clásico para repararlo y venderlo de nuevo. Eso sí, a un precio mayor, en eso mismo consistía el negocio.
Mark y Edd eran conscientes de que el incremento de precio tenía una sencilla razón de ser: el valor añadido. Modificaban, reparaban o sustituían algún componente para devolverle al coche su esplendor de antaño, con lo que su aumento de precio estaba justificado. Sin embargo, el especulador del coche clásico juega con otras cartas.
En la actualidad, muchas miradas apuntan a los coleccionistas de coches, acusados de incrementar e hinchar los precios sin tan siquiera haber modificado el vehículo en cuestión. Simplemente compran un coche, lo guardan varias semanas y lo vuelven a vender, sin haber incluido ese famoso valor añadido.
A pesar de ello, no todo es cuestión del coleccionista. Algunas empresas, dedicadas a este negocio, han sido acusadas de mala praxis, llegando a revender coches entre ellas para incrementar el precio de venta, con lo que se genera un mayor beneficio. En suma, a los ojos de un aficionado a la automoción, una auténtica aberración.
Esta tendencia del mercado, para muchos, es un tanto incriminatoria. El crecimiento de la burbuja de precios deviene en un sector complicado en el que muchos de los modelos se tornan inaccesibles para aquellos que de verdad quieren disfrutarlos, sobre todo los que caen en manos de especuladores, que tienen una alta expectativa de su valor futuro.
Los aficionados al coche clásico acusan a los especuladores de incrementar el precio del coche sin aportar un valor añadido.
Pero tranquilos, que no todo son malas noticias, porque el incremento de valor de los clásicos genera más interés por los mismos, sobre todo para las comunidades y clubes de propietarios, una tendencia que parece ir en aumento. De hecho, de no ser así, muchos de los vehículos restaurados ahora serían óxido.
Además, el auge del vehículo clásico también impulsa otros negocios. Tal es el caso de los talleres de restauración, que están viviendo su época de esplendor, y ahora más que nunca, al igual que el mercado de piezas de repuesto, que ha ido desarrollando una estructura potente en estos últimos diez años.
Las marcas luchan contra la especulación
Este es el caso de Bugatti, Porsche o Ferrari, que para la venta de sus modelos más exclusivos seleccionan muy bien al cliente. ¿Cómo lo hacen? A través de un acotado proceso de selección en el que una de las condiciones es no haber especulado con otros coches.
Ya lo rezaba en su momento Andreas Preuninger, responsable de GT Porsche, que la intención de la marca es que sus coches sean usados y evitar que cojan polvo. La marca no busca que se haga negocio y que se lucren con ellos, porque sus coches han sido creados para disfrutarlos y no para especular.
Además, el responsable de GT Porsche comentaba que, si especulas con automóviles, es lógico que muchos fabricantes de automóviles no te incluyan en su lista de clientes VIP. La intención de las marcas más exclusivas del mundo es vender coches que vayan a ser disfrutados, coches que sean valorados por el cliente final.
En este sentido, Ford sigue la misma línea. En el caso del GT, la marca estableció una cláusula con sus clientes donde prohibía la venta del vehículo en unos años, salvo por fines benéficos. Además, Ford realizó un cuestionario a sus candidatos para saber sus gustos y conocimientos, de tal forma que comprar un GT solo fuese cosa de unos pocos, los más privilegiados.
Artículo de Joan Bassa Moragues