Hace cosa de un año, Porsche estaba celebrando el 30 cumpleaños de todo un icono y una completa base tecnológica que ya en su momento y casi sin saberlo sentó las bases para la construcción de una marca y para el desarrollo de una tecnología y una filosofía que hoy en día sigue estando presente en la casa germana.
Hablo del Porsche 959, un superdeportivo alemán que el fabricante llevó a las cadenas de montaje desde 1986 hasta 1988 y que fue desarrollado para participar en el Grupo B, aunque ojo, porque el proyecto originalmente tenía el nombre de Gruppe B y su desarrollo comenzó en 1981 -unos cuantos años antes-. En 1988, Bruce Canepa se hizo con una de las unidades fabricadas, pero por desgracia no todo eran buenas noticias: el modelo no estaba homologado para circular por las carreteras estadounidenses.
Tuvieron que pasar 11 años para que Canepa (piloto ya experimentado y gurú de la restauración de clásicos ahora con sede en California), junto con Bill Gates y Paul Allen, presionaran al Congreso para que se aprobara la enmienda que permitiría a algunos vehículos de notable importancia histórica o tecnológica ser importados y circular por las carreteras de los Estados Unidos. El objetivo no era otro que conseguir que el 959 cumpliera con la normativa de emisiones con las mejoras que Bruce había llevado a cabo en sus entrañas.
Dos generaciones más tarde, el Porsche 959 original de Canepa, el primero de los llamados coches Gen III que el piloto va a construir, desarrolla nada menos que 773 caballos de potencia. Pero no lo convierte en una unidad tan especial su sobredosis de potencia, sino que este deportivo de élite alemán cuenta con toda una serie de mejoras enfocadas a mejorar su rendimiento en todos los rincones de su chasis y su mecánica.
Bajo el capó, encontramos un nuevo sistema biturbo en paralelo con turbos firmados por Borg-Warner y válvulas wastegate integradas, así como protecciones de calor de titanio. El sistema de combustible ha sido actualizado, la ECU ha sido profundamente reprogramada y los sistemas de escape y transmisión han sido revisados para llegar a los 773 CV de potencia y 1.356 Nm de par motor en este bloque bóxer de seis cilindros; mientras que toda esta potencia adicional se complementa con una suspensión deportiva con muelles de titanio, llantas de magnesio y neumáticos de alto rendimiento para ofrecer lo mejor a su futuro propietario.
De acuerdo con el restaurador, las mejoras hacen que esta joya de todos los tiempos alcance los 100 km/h en tan solo 2,4 segundos. Las versiones Gen I y II Gen son capaces de desarrollar 584 CV y 649 CV respectivamente, alcanzando en el caso del Gen II una velocidad máxima de 358 km/h. Este Gen III, por su parte, llegará a los 370 km/h, ahí es nada para un coche de 1988…
En el interior se ha prestado la misma atención a los detalles y este ha sido completamente restaurado en el taller de Canepa. La tapicería ahora luce un cuidado cuero marrón, alfombrillas de nueva factura y un volante cosido a mano. Eso sí, tal y como cabría esperar, el trabajo de restauración y mejora no es precisamente barato, oscilando entre 1 y 2 millones de dólares -entre 883.852 y 1.767.704 euros al cambio. Si os ha gustado su peculiar obra de arte, echad un vistazo a la página web oficial de Canepa para ver otros de sus eclécticos proyectos de restauración y puesta a punto.
Una obra maestra; el 959 Canepa (3ªGeneración). Brutal.
Gran cagada,destrozar un 959