Son muchos los que están avisando de que las restricciones a las emisiones van demasiado rápido y carecen de lógica. Futuras normas como la Euro 7 serán las causantes del estrangulamiento tanto de los ciudadanos como de la industria europea del automóvil. Por suerte, parece que por fin en Europa se han dado cuenta y los Veintisiete han pactado retrasar la norma, además de reducir sus exigencias.
En su día, Carlos Tavares, CEO de Stellantis, señalaba que la Euro 7 es una pérdida de tiempo y dinero. Y razón no le falta, ¿qué sentido tiene si se busca prohibir los vehículos de combustión a partir de 2035? Por otra parte, Francia, Italia y la República Checa presionaban para debilitar los nuevos límites de emisiones de la UE para los automóviles, lo que ha dado sus frutos.
Según apuntan estos países, eran demasiado ambiciosos y poco realistas para los fabricantes. Por el momento nadie se opone a la electrificación, pero sí al endurecimiento de la normativa con la Euro 7. Los fabricantes la perciben como algo inútil que restará inversión de la electrificación para buscar «mejorar» un producto que ya de por sí está muy refinado con la última de las versiones de la Euro 6.
Y ojo, porque esa inversión de los fabricantes la vas a pagar tú, para variar. Si bien el acuerdo todavía debe pasar el filtro del Parlamento Europeo, los ministros de Industria de la UE han acordado este lunes rebajar sus estándares en lo que atañe a la entrada en vigor de la regulación y sus objetivos. Pasará de 2025 a 2027 para vehículos ligeros nuevos y de 2027 a 2029 para camiones y autobuses.
Esta noticia llega tan solo unos días después de que la Comisión Europea anunciara la puesta en marcha de una investigación para saber si la Unión Europea (UE) necesita imponer aranceles a los vehículos eléctricos chinos. Está claro que no quieren echar más leña al fuego, aunque Francia ya está preparando su propia cruzada contra China y sus eléctricos…
¿Qué pasará con la norma Euro 7?
El texto de la norma Euro 7, sobre el que el Parlamento Europeo debe aún posicionarse para iniciar las negociaciones finales, busca afianzar la reducción de emisiones de los vehículos hasta la entrada en vigor en 2035 de la normativa que prohibe la venta de vehículos de combustión. Por primera vez, tiene en cuenta tanto a vehículos ligeros como a vehículos pesados dentro de un mismo texto.
Además, afecta a las emisiones del motor y también a frenos y neumáticos. Por otra parte, la nueva regulación establece unos requisitos mínimos de rendimiento para la durabilidad de las baterías de los coches eléctricos e impone requisitos más estrictos sobre la vida útil de los vehículos. El reglamento también contempla el uso de tecnologías avanzadas y herramientas de control de emisiones.
Por ahora, la nueva norma Euro 7 establece que:
- Se equiparen los valores del diésel a los de los gasolina. Es decir, una rebaja de los 80 mg/km de óxidos de nitrógeno para motores diésel a 60 mg/km, (el valor actual para los gasolina). Los Veintisiete piden ahora mantener los niveles de contaminación tal y como están ahora en los turismos y furgonetas.
- No hay cambios para los motores de gasolina.
- Leves mejoras en relación a los límites de las emisiones de partículas derivadas de la fricción de los neumáticos y los frenos.
Si el Parlamento da el visto bueno el próximo 12 de octubre, la nueva norma Euro 7 debería estar en marcha para el año 2027, con un año de carencia hasta 2028. Con ello se mantiene la transición hacia el coche eléctrico, pero se hará a través de un proceso mucho más relajado que, ya veremos, si cumple el objetivo de acabar con los diésel y gasolina para 2035, como está previsto.
Sin duda alguna, un soplo de aire fresco tanto para el sector de la automoción como para las familias, que se han visto golpeados por la inflación, la crisis de suministros y los efectos de la pandemia sanitaria. Esta nueva medida previsiblemente hará que, por ahora, los precios de los coches nuevos dejen de crecer a un ritmo tan preocupante como lo están haciendo.