Lo hemos dicho en varias ocasiones: China se va a hacer con Europa y vamos tarde. Los fabricantes de automóviles no están pasando por un buen momento a nivel internacional. Para mayor inri, la Unión Europea les está poniendo las cosas todavía más difíciles. Básicamente, los fabricantes de automóviles europeos están luchando con una mano atada a la espalda.
Las regulaciones europeas hacen que los vehículos fabricados en el Viejo Continente sean en torno a un 40% más caros de fabricar que los rivales fabricados en China. Qué le vamos a hacer, tenemos en Europa a una tropa de iluminados que se han propuesto ser los más eco friendly del mundo a toda costa. Mientras tanto, el gigante asiático no da a basto con las exportaciones de sus vehículos.
En tanto que aquí nos emperramos en ser los más limpios del vertedero, la demanda de automóviles fabricados en China es tan grande que el país no tiene ni siquiera suficientes barcos para satisfacer la demanda de exportación de automóviles nuevos. En concreto, la demanda de exportación de automóviles chinos se ha cuadriplicado en los últimos tres años (+86%), superando a Japón.
¿Y qué hace Europa? Pues lo que mejor se le da, echar más leña al fuego (que pagará el ciudadano de a pie, claro está). Ahora resulta que en Europa están muy preocupados con el problema de los coches chinos, porque «están distorsionando nuestro mercado«. Vaya, qué sorpresa, no se podía saber. Y la culpa será de los chinos, claro, que aquí de autocrítica vamos justitos.
La Comisión Europea anunció ayer miércoles que iniciará una investigación para saber si la Unión Europea (UE) necesita imponer aranceles a los vehículos eléctricos chinos. El objetivo es proteger su propia producción, especialmente debido a las preocupaciones que despiertan las ayudas gubernamentales chinas para la competencia de la industria automovilística en la UE.
Sorpresas que no sorprenden a nadie
Ursula von der Leyen, la presidenta de la Comisión Europea, señalaba en su discurso anual ante el Parlamento comunitario que Europa necesita defenderse de las prácticas comerciales desleales. Eso sí, lo hará desde el diálogo al más alto nivel con China. En sus propias palabras: «Reducir los riesgos y no desvincular: este será mi planteamiento con los dirigentes chinos«,
No, señora, Europa necesita dirigentes como Dios manda. Asimismo, la dirigente comunitaria apunta que «los mercados mundiales están ahora inundados de coches eléctricos más baratos. Y su precio se mantiene artificialmente bajo gracias a enormes subvenciones estatales. Eso está distorsionando nuestro mercado y, como no aceptamos esta distorsión desde dentro, tampoco la aceptamos desde fuera«.
Añade que «por eso, puedo anunciar hoy que la Comisión va a iniciar una investigación antisubvenciones sobre los vehículos eléctricos procedentes de China. Europa está abierta a la competencia. No a una carrera a la baja«. No es de extrañar, los fabricantes de automóviles europeos están en vueltos en una guerra de precios actualmente con China, y parece sorprenderles.
La razón es simple, quieren tratar de erosionar el liderazgo de China, porque el gigante asiático desarrolla modelos más baratos y atractivos para el consumidor. Y el problema es que esos coches ya no son chinadas, son modelos que nada tienen que envidiar a muchos modelos europeos, con buenas calificaciones de seguridad. La pregunta es ¿Cómo vas a desarrollar modelos competitivos si no paras de dispararte en el pie?
Llevamos años metiéndole caña a nuestra industria. La obligas a desarrollar coches innovadores y eficientes en plazos de tiempo irrisorios; te llevas las producciones a China; en apenas dos años quieres meter la Euro 7 para, en 2035, prohibir las ventas de combustión interna; lo único que te vale es el coche 100% eléctrico; eres cada vez más estricto con el reciclaje de baterías… ¿Y quieres que tu industria sea la más competitiva?
Pues deja de escupir en tu propio tejado, como mínimo. Por el momento, el Ministerio de Comercio chino ya tacha de «descaradamente proteccionista» la iniciativa comunitaria, considerando que el objetivo real es proteger sus propias industrias, lo que «que perturbará y distorsionará gravemente la industria automovilística y la cadena de suministro mundiales, incluida la de la Unión Europea«.
Veremos cómo se resuelve este asunto, pero los chinos no se equivocan. Los iluminados de Europa no han querido verle las orejas al lobo cuando debían, y ahora que las ventas de coches chinos se han disparado porque no tenemos ni un duro y es lo que podemos permitirnos, les entran los agobios. La conclusión serán coches todavía más caros y las relaciones con China, tiradas por el retrete.
Todavía no deben de haberse enterado de que los fabricantes de automóviles occidentales dependen del mercado chino para obtener una gran parte de sus ingresos. Si China contraataca con sus propios aranceles, esos ingresos podrían verse gravemente afectados. Además, irónicamente, los aranceles de la UE también podrían perjudicar a nuestros fabricantes, porque marcas como Renault y BMW tienen plantas de producción en China y exportan vehículos a Europa.