En un artículo anterior nos dedicamos a enumerar las principales razones por las que odiamos las cajas negras en los coches. La casi única razón es que es algo impuesto y que no nos fiamos en absoluto. No nos fiamos de quién puede leer esos datos, no creemos que podamos mantener la privacidad de nuestros actos cuando hay un aparato que registra cualquier dato que generamos. Es como circular con un juez en el asiento del copiloto que nos dice «vas muy rápido», «¿por qué has hecho el STOP como si fuese un ceda el paso?».
De todos modos ya hemos hablado de lo negativo, y hoy nos toca hablar de lo positivo. Porque el que suscribe cree que las cajas negras son uno de los avances en seguridad más importantes de los últimos años, y por supuesto, pienso que el miedo al espionaje está totalmente injustificado. Como primer punto, una caja negra sirve para registrar ciertas lecturas que pueden ser determinantes a la hora de actuar en caso de accidente; en segundo lugar, el histórico de datos recabados por la caja negra podría incluso servir de «historial médico» del coche para asuntos de mantenimiento.
Las posibilidades de las cajas negras de los coches para «hacer el bien»
En este artículo, el objetivo es sacar a relucir las bondades de las cajas negras para nosotros, los conductores, por encima de consideraciones más «de negocio», que es lo que las compañías de seguros quieren explotar. Y no les voy a quitar razón, solo voy a explicar por qué creo que una caja negra en el coche no es un peligro para nuestra intimidad, y por supuesto tenerla en el coche puede significar la diferencia entre la vida y la muerte según el caso.
No nos pueden espiar, al menos por regla general: la ley está de nuestra parte, como particulares, gracias a la LOPD. Además, solo hay que pensar en las necesidades absurdamente grandes de almacenamiento para mantener todos nuestros datos, y las cantidades ingentes de tiempo y dinero que hay que dedicar para monitorizar nuestra actividad día a día. Y todo para tener la pequeña posibilidad de cazarnos en una infracción que no pueden usar (por la manida LOPD), y que no va a compensar el gasto en espionaje. Es desde cualquier punto de vista, absurdo espiar «a cualquiera», entendiéndose por cualquiera un ciudadano de los que a algunos gusta llamar «anónimos».
Entra dentro de lo posible limitar características del coche como potencia o velocidad máxima, para casos de conductores noveles, o conductores con riesgos puntuales, e incluso para conductores con infracciones pendientes o con pocos puntos del carnet. Esto es algo que limita su libertad, pero garantiza hasta cierto punto nuestra seguridad, algo que muchas personas valoran especialmente. Y no me refiero a la seguridad, que lógicamente también, sino a la posibilidad de tener controlados a ciertos elementos en la carretera.
Encontrar un coche robado si lleva una caja negra es fácil. No solo está la posibilidad de rastrear la caja negra, sino que, incluso si los ladrones consiguen inutilizar la caja negra en algún momento, las pistas registradas acerca de la última posición registrada podrían ayudar a estrechar el cerco sobre los ladrones. En resumen, si el coche es capaz de decir dónde está, o dónde estuvo hace 20 minutos, es más fácil de localizar. Incluso los más fantasiosos podemos pensar en medidas de seguridad como, por ejemplo, que el intento de desactivación de una caja negra lance una señal de socorro directamente a las fuerzas de seguridad. Al fin y al cabo, hablamos de software y hardware.
Si tenemos un accidente grave en carretera, los servicios sanitarios pueden encontrarnos fácilmente sin que tengamos que hacer nada, aunque estemos inconscientes. Esta es quizás de las ventajas más decisivas que podemos encontrar a una caja negra: el tema de la supervivencia en la hora de oro tras un accidente.
Una caja negra registra datos, pero un cerebro en forma de centralita puede interpretar los datos en tiempo real, de forma que, igual que los sensores disparan sistemas de seguridad como la precarga del sistema de frenos ante una emergencia, se pueda determinar si el coche se ha salido de la vía, y la violencia con la que lo ha hecho. Sabiendo eso, es inmediato enviar una llamada de socorro con datos de geolocalización. Y eso, ni es ciencia ficción, ni es algo negativo, sino todo lo contrario.
Otra ventaja de la caja negra es que en un accidente con colisión, es fácil encontrar al responsable y ver quién ha sido el iniciador. Aquí sí que le vemos utilidad, y nos gustaría que todos tuviésemos cajas negras siempre y cuando no seamos nosotros los culpables. Es decir, si circulamos por una rotonda y otro coche nos embiste desde el carril más interno cuando trata de salir de la misma de manera incorrecta, todo el mundo lo sabrá gracias a los datos recabados por la caja negra.
Por último, aunque no hemos repasado todos los posibles casos en los que una caja negra es algo positivo, nos liamos la manta de pensar a la cabeza y pensamos en que es posible desarrollar aplicaciones para el coche que nos aconsejen cómo conducir para que ciertas piezas duren más, gracias a las lecturas en tiempo real. Podemos recibir entrenamiento y consejos por parte del propio coche sobre cómo afrontar las curvas con más seguridad en base a las lecturas que se recogen de los diversos sensores, consejos de ahorro de combustible en tiempo real, y todo lo que se nos ocurra.
Al fin y al cabo, basta con mantener la mente abierta para encontrar el lado positivo de las cajas negras y de la información que pueden recoger. Vosotros, ¿dónde os posicionaríais con el tema de las cajas negras en los coches?
Pueden seguir inventando controles en parte interesantes, pero que ya cuando se ponen en práctica por el clásico «por nuestra seguridad» son totalmente rechazables. Para controlar a unos cuantos ‘descerebrados’ que andan sueltos por las carreteras no pueden crearse dudosos controles a todos. Ya estamos cansados de amedrentamientos, controles y cámaras que por sus netas y claras intenciones desvelan el perfil mental de los inductores en la DGT