Fue a finales del año 1938 cuando los ingenieros encargados del DKW F7 lanzaron este subcompacto por una colina, concretamente en Golm, cerca de Potsdam (Alemania). La prueba, realizada ante una cámara y varios espectadores, consistía en lanzar el vehículo cuesta abajo y hacerlo volcar con una rampa para demostrar su seguridad y su estabilidad. El resultado fue que tras varias vueltas de campana, el coche se detuvo y tenía el motor en marcha y la carrocería prácticamente sin daños. Esta prueba tan rudimentaria marcaría el comienzo de las pruebas de choque de la marca germana.
Entre sus logros más destacables encontramos el desarrollo de zonas que se deforman para absorber los impactos y reducir así el riesgo de lesiones para los ocupantes del vehículo. Como ejemplo de esto encontramos el NSU Prinz, que en el año 1958 ya era capaz de absorber el impacto de una colisión frontal gracias a la zona de deformación. A partir de 1960, con el desarrollo del NSU RO 80 y el Audi 100 fue cuando empezaron a emplearse los dummies, esos maniquíes que se usan en las pruebas de choque para analizar los efectos sobre los ocupantes en caso de colisión.
Audi inauguró el primer laboratorio de pruebas de choque en el año 1970 en Ingolstadt, que con las debidas actualizaciones y puestas al día, sigue en uso en la actualidad. Gracias al laboratorio las mediciones cada vez fueron más precisas, lo que sumado a la utilización de cámaras habilitadas para la investigación de accidentes, hizo que se mejorase el análisis de los puntos débiles del coche.
Otra medida de seguridad introducida por Audi en este periodo, concretamente en 1986, es el sistema «Procon-ten» (de programmed contraction and tension, contracción programada y tensión), que consiste en que en caso de colisión frontal, la columna de dirección se contrae para alejar el volante del conductor, al mismo tiempo que los cinturones delanteros se tensaban. Este sistema fue realmente útil, reduciendo el riesgo de lesión en la cabeza del conductor, y se usó hasta la utilización del airbag.
Para seguir mejorando la seguridad de sus vehículos, además de los datos obtenidos en el laboratorio, Audi, a mediados de los 90, comenzó a analizar accidentes reales para recopilar datos, creando en 1998 un departamento independiente con esta misión, el AARU (siglas de Audi Accident Research Unit, o Unidad de Investigación de Accidentes de Audi).
En la actualidad, las simulaciones de choque son una parte indispensable en el desarrollo de cualquier modelo, pudiendo llegar a simularse todo tipo de accidentes, desde atropellos a peatones hasta impactos laterales. En total, Audi tiene a más de 200 especialistas trabajando en esta materia, que realizan cada mes unas 20.000 simulaciones de choque. En algunas ocasiones comienzan con las pruebas de choque hasta dos años antes de que se construyan los prototipos de un nuevo modelo.
No cabe duda de que Audi es una marca que fabrica coches seguros, y ahora ya sabemos todos los años que llevan trabajando para mejorar la seguridad de sus modelos.
Fuente: Audi