Últimamente en la firma de los cuatro aros se están cubriendo de gloria. Las últimas semanas se ha hablado de grandes novedades del fabricante alemán, como los lanzamientos de los Audi A1 y Audi Q8, o de su alianza con Hyundai para el desarrollo de la pila de combustible, pero también de bastantes malas noticias como la detención de Rupert Stadler, CEO de la marca, por el escándalo de las emisiones de los vehículos diésel.
Hoy, «la mano negra» vuelve a golpear a la compañía germana con una llamada a revisión para nada menos que 139.249 vehículos por un fallo en los sensores del airbag del acompañante, los cuales podrían no funcionar de forma correcta a causa de una sobrecarga eléctrica que produce interferencias y evita que el sensor no detecte la presencia del pasajero, no desplegando la bolsa de aire en caso de accidente.
El problema llega en un momento delicado para la marca en general y para estas berlinas en particular, ya que este año se han vendido al otro lado del Charco un 23% menos de Audi A6 respecto al año anterior y nada menos que un 31% menos de Audi A7, todo ello por no hablar de los 583.000 Audi A6 llamados a revisión el pasado año por riesgo de incendio debido al sobrecalentamiento de la bomba de refrigerante eléctrico. Ahora, la marca parará la producción por tiempo indefinido y llamará a revisión a todas las unidades afectadas.
Por ahora, el problema sólo se ha dado en los Estados Unidos, afectando a los Audi A6 y Audi A7 fabricados en los últimos seis años (2012-2018).
Según apuntan desde Automotive News, el fallo de los sensores es fácilmente detectable, ya que se enciende un testigo en la instrumentación del vehículo que indica que los airbag delanteros están desactivados cuando alguien ocupa el asiento del acompañante. Por suerte, no hay constancia de que se haya producido ninguna lesión por este fallo en un accidente, por lo que el problema está lejos de suponer un grave escándalo como el de Takata.