Afirmar que la conducción autónoma va a ser parte de nuestras vidas en menos de una década es tan osado como negar su existencia, aunque ya os adelanto que ni es tan sencillo, ni algo tan cercano.
Sí, hay que eliminar total o parcialmente al ser humano de esta ecuación, pero para ello aún hay un largo camino que nos separa de esta nueva dimensión de la conducción, algo que se complica por los tabiques legislativos, sociales, tecnológicos y sobre todo, los económicos.
En el aspecto legislativo, la Convención de Viena sobre la circulación por carretera todavía contempla esto como una quimera y aunque un nuevo texto ya está en camino, los fabricantes deben demostrar la fiabilidad de sus sistemas, lo que nos lleva al análisis de un aspecto tecnológico con muchas lagunas.
Ya en vías públicas y bajo permisos especiales, hay decenas de sistemas enfrentándose al tráfico diario. Afortunadamente, estas pruebas se desarrollan lejos de los casos de laboratorio en los que no existe el factor humano, algo con lo que tienen que aprender a lidiar las máquinas si queremos que la conducción autónoma pase del concepto a la realidad.
Para confiar en esta avanzada tecnología primero habría que perfeccionar los sistemas de conducción semiautónoma que ya tenemos a nuestro alcance pero en los que aún no se puede confiar plenamente ya que en última instancia, el responsable ante cualquier problema, siempre es el conductor.
Textos como el Código de Circulación deberían ser modificados ya que de producirse un accidente, ¿de quién sería la culpa?, ¿del fabricante o del conductor?. Como veis, ya nos hemos metido de lleno en el apartado social, en el que los seguros y la responsabilidad sobre los productos se estarían peleando constantemente.
Además de las medidas técnicas, de las regulaciones legales y de las normas sociales, tendremos que tener en cuenta el factor económico. La conducción autónoma no será barata. Primero habrá que actualizar las infraestructuras para que todo esté conectado entre sí, y esto irá de la mano de la instalación de costosos sistemas en el automóvil, que no todos los bolsillos podrán permitirse y que nuevamente introducirá el factor humano en la ecuación, algo que pretendíamos eliminar desde un principio.
Como veis esta tecnología todavía está lejos. Para conseguir que todo esto sea perfecto aun sería necesaria una tecnología con más “sentidos”, porque además de procesar millones de datos, esta deberá tomar decisiones correctas en tiempo real, predecir el factor humano y hacerlo lo más rápido posible ya que de ello dependerá tu vida y la de los que te rodean.
Pese a esto, las marcas no para de innovar y hoy, Audi nos ha mostrado la unidad central de control (zFAS).
Pero, ¿qué es zFAS?
Se trata del corazón de los futuros sistemas de conducción pilotada. Este cerebro utiliza innovadores procesadores de alto rendimiento, y se irá introduciendo poco a poco en la gama de modelos en un futuro próximo.
Según la marca, la integración de estos procesadores son un hito clave en el camino hacia nuevas funciones para la conducción autónoma, y supone una demostración del avanzado papel que Audi asume en el campo de la conducción pilotada.
Hasta el momento, muchos sistemas de asistencia a la conducción están dirigidos por unidades de control individuales –os hablo del cruise control, el blis, el LKA, etc…-. En el futuro, todas estas funciones se integrarán en una única arquitectura central de control.
La placa base de la unidad de control zFAS está dotada de dos procesadores, el EyeQ3 de Mobileye y el nuevo Tegra K1 desarrollado por nVidia. La elevada capacidad de procesamiento que permite la utilización de ambos es equivalente la que ofrece toda la arquitectura electrónica de un coche medio actual bien equipado.
La nueva placa base apenas tiene el tamaño de una tablet. Y su concepto modular hace del zFAS un elemento flexible, escalable y con una gran proyección de futuro en todos los aspectos.
La unidad de control zFAS también integra una serie de sensores que recogen toda la información de lo que sucede alrededor del vehículo, y permite que esta información esté disponible para ser utilizada por los distintos sistemas de asistencia del vehículo. De esta forma el zFAS se convierte en la interfaz central del vehículo para todas las funciones disponibles de conducción pilotada.
En un futuro próximo, Audi connect permitirá a los vehículos de la marca dotados de sistemas de conducción pilotada, aprender continuamente mientras conducen.
Los datos procesados por la placa base del sistema zFAS serán transferidos a través de la señal de telefonía móvil –4G, cuando sea posible– hasta un soporte IT de almacenamiento en la nube. Allí mediante el uso de algoritmos de aprendizaje automático e inteligencia artificial se procesarán antes de enviarlos de nuevo de vuelta al vehículo. El sistema continuará de esta manera ampliando continuamente sus capacidades para dominar mejor situaciones cada vez más complejas.
Vamos, que en unos años no sólo conducirán solos sino que aprenderán para hacerlo mejor que ningún humano. Ahora nos tenemos que centrar en el “cuándo y el por cuanto…”