Probablemente para muchos mortales comprarse un BMW de más de 70.000 euros sea todo un sueño, sin embargo, para algún que otro cliente de la marca se ha convertido en su peor pesadilla. No es ningún secreto que el listado de opcionales del fabricante es tan extenso como costoso, con auténticos caprichos enfocados a los usuarios más sibaritas.
Probablemente nunca te imaginarías que uno de esos elementos de equipamiento que te ha costado un riñón y parte del otro te iba a salir más caro que un simple fajo de billetes, pero cuando te cuente la historia de Godwin Boateng, un residente en Long Island, Nueva York, quizás te plantees hasta qué punto es bueno llevar tanta tecnología en un coche.
Nuestro protagonista de hoy salió a cenar con un amigo el pasado 6 de julio de 2016 y, a la hora de despedirse, tuvo la brillante idea de apoyar su mano derecha en la columna de la puerta del conductor. Casi que mejor no pruebes a hacerlo en casa, porque tal y como recoge la demanda, «con la puerta del conductor delantera aproximadamente un pie entreabierta, el sensor SCAD [Soft Closing Automatic Doors] activó el motor eléctrico de cierre, el cuál tiró de la puerta del conductor con firmeza y, no ‘tan suavemente’ como indica su nombre, atravesó la carne, los nervios, los vasos sanguíneos, los tendones, la musculatura y la estructura ósea del pulgar derecho de Boateng«.
Conclusión, el amigo Godwin corrió dedo en mano a la sala de urgencias del hospital más cercano, pero tras examinarlo a fondo, los médicos concluyeron que no podía volver a unirse. Tras dos cirugías, su mano aun permanece hinchada y en ocasiones necesita usar un dedo falso a causa del dolor. La demanda denuncia también al fabricante bávaro por saber que el sistema SCAD tenía sensores defectuosos, pero no hizo nada para advertir a los clientes. Por ahora, BMW no ha querido hacer declaraciones sobre el asunto.
Fuente: NY Times