Si Porsche dio el primer paso en la carrera de los SUV, ahora le toca al turno a Maserati que tras el incremento de modelos de estas características entre la actual oferta de marcas Premium, y los futuribles todocamino de Lamborghini y Ferrari, hace lo propio para, tras varias semanas de rumores, presentar en el próximo salón de Frankfurt el que definitivamente será el modelo de calle con el que los del tridente entren en este segmento.
Contará con tecnología propia para competir a un alto nivel con modelos como el Cayenne, el Q7 o el X5 de BMW, pero sobre la base del actual Jeep Cherokee que tras la incorporación de su marca al Grupo Fiat comenzó a desarrollar varios todocamino para diferentes marcas del Grupo.
Fiel a la filosofía Maserati, este modelo ha sido diseñado para batirse con el Porsche Cayenne, los BMW X5 y X6 e incluso con el mastodóntico Q7, prescindiendo inicialmente como casi todos los anteriores de cualquier aditamento off road pues, pese a su tamaño, la incorporación del galardonado V8 de 4,7 litros que otros modelos de la marca como el GranCabrio el GranTurimos ya emplean, unido a la caja de cambios robotizada Speedshift harán de este grandullón uno de los SUV más potentes y prestacionales del panorama, si hasta su lanzamiento no se introducen modificaciones significativas, por lo que cualquier uso fuera de la carretera, a tenor del generoso calzado, será tan puntual como inoportuno.
De estética “continuista” se podría decir, como sucedió años atrás con el Cayenne y su similitud al 911, no difiere especialmente de otros modelos de Maserati, salvando las distancias evidentes de tamaño, y es que toda la exclusividad y elegancia de cualquiera de los modelos del tridente se ha traducido siempre en una elaborada silueta y en muchos de esos pequeños detalles que componen la perfección y que tratándose de esta marca se reflejan en la actual rejilla en negro brillante de nervios verticales, las rejillas inferiores de ventilación del tipo panal de abeja, los faros semi angulares de policarbonato, o las llantas radiales con pequeños tridentes al final de cada radio, entre otros, siendo otra no menos evidente la inclinación de la zaga como si de un coupé se tratase, acercándose a la línea del BMW X6.
El lujo interior se le asegura, lo que unido a una interminable lista de opciones como ya sucede con otros de sus hermanos, su precio se estima que oscile entre los 100.000 y los 150.000 euros según versiones y equipamientos. De confirmarse invariable, en caso de tener aceptación comenzaría su producción en los albores de 2013 en la fábrica que Chrysler tiene en Jefferson, Detroit.
De momento tocará esperar a la vuelta del Salón Internacional de Frankfurt a ver si la marca confirma o desmiente algo al respecto.